Gerardo Viercovich
El ministerio de Economía evalúa una posibilidad de un nuevo mecanismo para mejorar las ventas de granos y sumar más reservas a las alicaídas reservas internacionales
Cerca de Sergio Massa hacen silencio. “Hasta que no termine la rueda de mañana [por hoy], ni mira el tema”, exageran sobre el esquema cambiario que el ministro de Economía tiene en la cabeza para el campo. Será un parche, no una solución definitiva para el principal problema de la economía, que es la brecha cambiaria y, su consecuencia, la escasez de reservas. Más adelante, saben en el equipo que lidera el tigrense, será la hora del shock si Cristina Kirchner lo habilita.
Sin anclas, la devaluación –pese al viejo informe de Gabriel Rubinstein– no surge como una opción, por lo menos, este 1° de septiembre. Massa cree que el corrimiento del tipo de cambio de golpe y sin anclas genera transferencias de ingreso en las cadenas de valor y empobrecimiento general. A mediano plazo, esa opción es más brumosa.
El Banco Central (BCRA) viene de un “veranito” de acumulación de reservas, pero su tenencia neta es aún pobre. Economistas de la oposición creen que deberá haber una decisión inminente para cambiar el clima. Dicen que la opción será un parche.
Antes del actual escenario cambiario, Economía ya había dejado trascender que mejoraría el tipo de cambio al campo para incentivar la venta de los productores y la llegada de más dólares. Esa definición calmó a los “dólares libres”, por un tiempo. Viendo el contexto actual –el “veranito”– en el equipo de Massa hubieran preferido no prometer nada. Pero ahora la idea de que se devaluará –el informe Rubinstein– o de que aparecerá un esquema más conveniente al sector comenzaron a contaminar las expectativas. La tardanza sobre esa decisión sólo generará más nerviosismo sobre la brecha. En Economía lo saben.
El nuevo esquema –como el limitado “dólar soja” de Miguel Pesce– tendrá beneficios de corto alcance. Pero ganar tiempo es un paréntesis para reconstruir anclas y evaluar shocks de mediano plazo. Esos tiempos deberán maridar con el fin de la compra de energía –que ya termina–, un brote de confianza que contenga a los dólares financieros y, claro, el calendario electoral.
Massa recibió muchos proyectos y evalúa pro y contras desde hace tiempo. La semana pasada la usó para limitar importaciones y el fin de semana para pelotear las, por lo menos, cuatro propuestas que llegaron (cerealeras, productores, Bolsa de Rosario y acopiadores), contaron. En el camino, suma opciones acotadas a su “fábrica de dólares”. Suelen ser esquemas fiscales –de bajo costo– porque, a fin de cuentas, hay que cumplir con el FMI la semana que viene.
Entre las posibilidades para el parche está el llamado Refinoplus bis, que implicaría reconocerle una mejora del 30% del precio a los productores a través de la emisión de un certificado de crédito fiscal aplicable al pago de las retenciones de soja por el 30%. El certificado se gatilla por cada liquidación primaria de granos que cada productor emita durante septiembre y se vende a cerealeras. El pro: es simple y no necesita ley. La contra: golpea la recaudación (salvo que el bono se cobre en 2023).
Las cerealeras promueven un tipo de cambio a $200, pero esto requiere cambiar la ley que rige el MULC y el mayor circulante, a su vez, exigiría una nueva absorción de pesos vía tasas (canje de actividad por dólares). El BCRA prefiere que la solución temporal de Massa sea fiscal. Todas las posibilidades son una manta corta –afectan otras variables– y todas tienen un beneficio limitado. “No voy a resolver hasta que mañana [por hoy] termine la rueda”, cuentan que dice, misterioso, Massa.
Francisco Jueguen
Fuente:https://www.lanacion.com.ar/economia/parches-para-ganar-tiempo-y-amortiguar-las-expectativas-de-devaluacion-nid31082022/
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