DIMITAR DILKOFF – AFP
Los aliados están cada vez más divididos sobre el envío de armamento pesado al gobierno de Kiev; Francia y Alemania, los más reacios a sostener el esfuerzo ucraniano Las fracturas en la alianza de Occidente para enfrentar a Moscú ya son evidentes, y los europeos están cada vez más divididos entre quienes pretenden enviar armas más pesadas a Ucrania y quienes temen que eso solo sirva para prolongar el conflicto y potenciar sus desastrosas consecuencias económicas.
El nudo de ese desacuerdo —que enfrenta a un grupo de potencias de Europa Occidental con Estados Unidos, el Reino Unido, y varias naciones del centro y el norte de Europa— es una percepción totalmente distinta de la amenaza que representa Rusia a largo plazo y de las reales chances de Ucrania de imponerse en el campo de batalla.
El primer grupo, liderado por Francia y Alemania, tiene cada vez más dudas sobre suministrarle a Ucrania el tipo de armamento ofensivo de largo alcance que necesitaría para recuperar el territorio perdido ante el Ejército de Rusia en el sur y este del país. Temen que Rusia amenace con un ataque directo a los países de la OTAN.
Del otro lado están Washington, Londres, y un grupo de países de Europa Central y Oriental, algunos de ellos integrantes del antiguo bloque de la Unión Soviética, que ven la actual ofensiva de Rusia como una muestra de las ambiciones expansionistas de Moscú, que pretende convertir a Ucrania en una línea de frente desde la que lanzar una embestida más amplia contra Occidente.
Si bien los gobiernos europeos lograron aprobar colectivamente las sanciones económicas para aislar a Rusia, incluido un embargo sobre casi la totalidad del petróleo ruso que compra Europa, hay opiniones radicalmente opuestas sobre las chances de Ucrania de ganar la guerra.
Alto el fuego negociado
En sus declaraciones públicas, los líderes de Francia y Alemania y los funcionarios de ambos países han dejado traslucir que dudan que Ucrania pueda expulsar a los invasores y reclaman un alto el fuego negociado. Esas sugerencias cayeron muy mal en el gobierno de Kiev, que se siente empujado a hacer concesiones territoriales.
Los líderes de los países del Bálticos, Polonia y sus adyacencias, por el contrario, argumentan que proveer a Ucrania de armamento pesado y cada vez más sofisticado es crucial, no solo para sostener la línea de frente, sino para revertir los avances de las fuerzas rusas y asestarle a Moscú un golpe de tal magnitud que alcance para disuadir a Putin de cualquier aventura bélica futura.
“El ataque a Ucrania es inaudito”, dijo el ministro de Defensa letón, Artis Pabriks. “A nuestro entender, que se basa en una larga historia de interactuar con Rusia, no se puede confiar en la misericordia rusa”, disparó. “Nosotros vemos la invasión a Ucrania como el preludio de un mayor expansionismo imperial de Moscú.”
Algunos países de Europa Occidental ya no tienen tantas ganas de sostener una guerra que les parece imposible de ganar y que se ha estancado en un lodazal de sangre que para colmo drena las arcas europeas y fogonea la recesión en ciernes. Por el contrario, Polonia y el Báltico, que saben en carne propia lo que es vivir con la bota de Moscú en la cabeza, sienten que los que siguen son ellos…
Además, el imparable flujo de refugiados ucranianos hacia esos países llevó la evidencia de la guerra a la vida cotidiana de sus ciudadanos, mientras que en Alemania, Austria o Italia, el conflicto se siente sobre todo por el fuerte aumento del precio de la energía.
“Los ministros del norte y el este de Europa están cada día más furiosos”, dice un alto funcionario de República Checa. “Este asunto está destruyendo la unidad: eso es precisamente lo que Putin quiere y lo que Francia y Alemania le están sirviendo en bandeja.”
Ausencias notorias
A diferencia de los líderes de Gran Bretaña, Polonia, las naciones bálticas y varios países de Europa Central, los mandatarios de Francia y Alemania todavía no viajaron a Kiev. El canciller alemán, Olaf Scholz, advirtió insistentemente que el conflicto puede escalar en una tercera guerra mundial y la aniquilación nuclear. Según Scholz, el objetivo de la intervención de Occidente fue evitar que Rusia ganara.
Alemania no envió tanques a Ucrania, pero sí acordó enviar siete piezas de artillería pesada. Según estimaciones del gobierno alemán, la ayuda militar enviada a Ucrania por la economía más grande de Europa, con más de 83 millones de habitantes, ha sido de unos 220 millones de dólares, menos que Estonia, que tiene poco más de un millón de habitantes. Francia ha enviado 12 obuses y ningún tanque ni defensa antiaérea.
Polonia ha entregado más de 240 tanques T72 de diseño soviético, así como drones, lanzacohetes, decenas de vehículos de infantería y toneladas de municiones. La República Checa envió helicópteros artillados, tanques y los repuestos necesarios para que la fuerza aérea de Ucrania pueda seguir volando.
Los ciudadanos comunes de Lituania y la República Checa han donado decenas de millones de dólares para comprar drones turcos y armas de la era soviética para enviarlos a Ucrania.
“Mandamos todo lo que podemos y siempre que podemos”, dijo el presidente polaco Andrzej Duda, que ya visitó a Zelensky dos veces y habla con él diariamente. “¿Por qué? Porque creemos que esta es una guerra contra la civilización, una guerra por la defensa de Europa”.
Alemania todavía tiene que reemplazar los tanques polacos y checos que fueron enviados a Ucrania por otros de fabricación alemana, como se comprometió a hacer. El vocero del gobierno alemán adjudicó la demora a ciertos procedimientos que llevan tiempo, como el mantenimiento de los tanques, mientras que algunos funcionarios del Ministerio de Defensa denuncian la falta de voluntad política para actuar con rapidez.
“Es muy decepcionante que ni el gobierno federal ni el propio canciller tengan el coraje de hablar de una victoria de Ucrania y actuar en consecuencia, ayudando a Ucrania con armas pesadas y modernas”, dijo Andrij Melnyk, embajador ucraniano en Berlín.
Alrededor del 70% de los alemanes apoya la cautela de Scholz, según una encuesta de principios de mayo que también reveló que el 46% de los alemanes temen que el envío de armas pesadas aumente el peligro de que la guerra desborde más allá de las fronteras de Ucrania. Otras encuestas han mostrado un nivel de recelo similar en Italia y en Francia.
Los funcionarios franceses y alemanes rechazan esas acusaciones y dicen no estar presionando a Zelensky para que haga concesiones territoriales. El presidente francés, Emmanuel Macron, y Scholz, que hablan regularmente con el presidente ucraniano y su homólogo ruso, repiten con insistencia que quien decidirá los términos de un eventual acuerdo de paz será el gobierno de Kiev.
Bojan Pancevski y Drew Hinshaw
The Wall Street Journal
(Traducción de Jaime Arrambide)
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