El proyecto reúne obras de cuatro artistas argentinas de diferentes generaciones -Marie Orensanz, Marcela Sinclair, Daiana Martinello y Eugenia Calvo-
Impulsada por Bienalsur y con la curaduría de la argentina Diana Wechsler y de la italiana Benedetta Casini, «Espacios inesperados» se expone hasta el 9 de enero próximo en la sala Lola Mora de la Casa Argentina de Roma
Impulsada por Bienalsur y con la curaduría de la argentina Diana Wechsler y de la italiana Benedetta Casini, «Espacios inesperados» se expone hasta el 9 de enero próximo en la sala Lola Mora de la Casa Argentina de Roma, el espacio sobre la tradicional Via Véneto que oficia de centro de cultura de la representación diplomática argentina en el país europeo.
El proyecto reúne obras de cuatro artistas argentinas de diferentes generaciones -Marie Orensanz, Marcela Sinclair, Daiana Martinello y Eugenia Calvo- «que trabajan creativamente en el espacio interviniéndolo, expandiéndolo, transformándolo, ofreciendo otra experiencia», definió Wechsler a Télam durante una recorrida por la exhibición.
Aníbal Jozami, director general de Bienalsur, destacó que la muestra «tiene mucho significado en cuanto son cuatro artistas argentinas de distintas generaciones, y Lola Mora era también una escultora, por lo que de alguna forma es una reivindicación hacia su figura».
En una primera mirada, una de las obras que más impacta es la pila de libros de 4.75 metros de altura que propone Marcela Sinclair. «Ella también trabaja con lo doméstico. Y eso es también el título: cómo la obra de arte cambia el entorno. Más allá de lo formal, de los volúmenes y formas, está el tema de la fragilidad, la inestabilidad», indicó Wechsler.
«En la columna de libros está el tema de cómo el conocimiento te pone en una situación de inestabilidad, en un sentido entrópico, de poder avanzar sobre la duda. Es un poco hacia donde quisimos instalar el lugar de lo inesperado: por el ldao de la búsqueda, del pensar», agregó la curadora.
«Y en eso está también la obra de Marie Orensanz, de reflexionar sobre el presente. Y para eso existe Bienalsur: para poder pensar desde el arte contemporáneo la experiencia de lo cotidiano, de la vida», agregó Wechsler.
Parada junto a su obra «Interior mente», en la que grabó en italiano, inglés y francés sobre figuras de acero algunas palabras clave de su pensamiento durante la pandemia como «tiempo», «pensar» y momento», Orensanz plantea su intención de generar una «reflexión» en el observador.
«Siempre trato de que se reflexione sobre la fuerza de las palabras, con la participación del que lo ve. Que quien lo ve haga su propia lectura, su propio pensamiento», aseguró.
Si bien las figuras de acero expuestas no pasan los 50 centímetros, Orensanz no escondió en esa línea el horizonte que busca alcanzar con su obra: «La idea sería que se haga a gran escala, como para que la gente pueda pasar por el medio, incluso recostarse y mirar para tener un momento de reflexión con los textos».
«Utilizo las palabras desde hace tiempo. Y las de esta obra son palabras que estuvieron presentes en la pandemia: fue todo un mes de trabajo a lo largo de 2020», detalló.
¿De dónde viene su elección de crear arte con la fuerza de las palabras? «Todo nació de una exposición que hice en 1969 en Mar del Plata, cuando desde un pueblo cercano, La Gallareta, me pidieron un apoyo por la lucha que llevaban para evitar el desvío del tren, que era la principal fuente de trabajo para ellos. En la obra, puse un panfleto de apoyo al pueblo, en plena época de Onganía, y entonces duró solo el vernissagge.
«‘Ustedes son mujeres, creíamos que iban a exponer flores’, nos dijeron entonces, y me marcaron no solo la certeza de la fuerza de las palabras, sino también el tema de pensar desde lo femenino», agregó Orensanz.
«Desde el momento en que me dijeron eso, la reivindicación de lo femenino está siempre presente en mi obra, frente a esos discursos que querían anular el pensamiento. Si ‘pensar es un hecho revolucionario», como se llama una de mis obras, en estos momentos, pensar desde el feminismo es aún más revolucionario», sostuvo.
Durante la recorrida, en un generoso análisis sobre la muestra en su conjunto, Wechsler dio una clave interpretativa sobre el título y planteó que «ni los materiales más usuales ni los menos previstos para la realización de obras en el espacio tienen el tratamiento habitual».
«Es la propuesta conceptual de cada una de estas artistas la que les da forma, los deconstruye para ofrecer otras miradas sobre lo que viene dado. Cada una de ellas busca con sus obras provocar alteraciones que interpelen conceptualmente al espectador, lo inquieten, abran preguntas que lo sitúen, o al menos lo inviten a ubicarse en el lugar del pensamiento crítico», apuntó la curadora argentina de la muestra.
Otra de las obras expuestas es la resignificación de la cordobesa Daiana Martinello sobre Lola Mora, que llegó a la capital italiana gracias a una beca del gobierno en 1897, a los 30 años y en convirtió a su refinada vivienda, en la que residió hasta 1914, en centro de reunión donde se daban cita artistas, nobles y personajes ilustres.
Durante cuatro meses, a partir de fotografías de la sala, la artista cordobesa trabajó en una obra que muestra a la fuente de Las Nereidas, la obra ícono de la escultora tucumana, emplazada en lugar de la fuente del Tritón y visible desde las ventanas de la Casa Argentina.
«Estuve trabajando en un proceso de cuatro meses. Es mi primera aproximación con Lola Mora, y me interesó mucho que ella vivió en Roma, que las Nereidas se pensó y se hizo acá», aseguró.
«Es un personaje bien feminista, que me interesa mucho por todo lo vanguardista que fue en su momento: cómo hizo caso a su deseo y a su trabajo pese a la sociedad bastante rígida a la que se enfrentó. Es muy importante hoy trabajar con su obra, reconocer el valor que tuvo y que tiene», agregó Martinello tras recordar las polémicas que generó, a inicios del siglo XX, el emplazamiento de Las Nereidas en suelo porteño por su exhibición de figuras desnudas.
Wechsler retomó la relación entre la sala que hospeda la muestra y la figura de la artista tucumana que vivió en Roma durante más de una década. «Cuando surgió la posibilidad de trabajar en la sala Lola Mora nos planteamos tratar de resignificar su lugar y el lugar de una posible genealogía de las artistas mujeres en la historia del arte argentino», analizó.
En un análisis del resto de las obras, la curadora planteó que «Eugenia Calvo trabaja con esta versión distópica de lo doméstico» a través de la intervención audiovisual presente en dos monitores en la sala. «Es una obra previa a la pandemia pero resuena de otra manera al ver la presencia del hombre fumigando, con el traje especial», definió.
Durante la inauguración que tuvo lugar ayer en la sala Lola Mora, el embajador argentino en Italia, Roberto Carlés destacó la oportunidad de «abrir las puertas de la Casa Argentina en Roma para que italianos y argentinos puedan disfrutar de una Bienal como la que se presenta».
«Bienalsur representa no solo un punto de encuentro para los artistas de nuestra región sino también una oportunidad para dar a conocer al mundo el potencial creativo de nuestro país», aseguró el diplomático sobre la exposición que se desarrolla de manera simultánea en más de 124 sedes, 24 países y 50 ciudades del mundo de julio a diciembre, con la intervención de alrededor de 400 artistas.
Por su parte, Jozami afirmó que «Bienalsur es un proyecto internacional que tiende a llegar no solo al público tradicional del arte, sino fundamentalmente a mucha más gente, y por eso estamos tanto en algunos museos de primera línea internacional, como el Reina Sofía, a la vez que en lugares más lejanos».
«Es una Bienal que es política desde el punto de vista de que trata de llegar a la mayor cantidad de gente posible, pero que no tiene nada que ver con ninguna ideología o partido político. Una Política con P mayúscula, porque tratamos de llegar a la gente con un proyecto humanista de arte. No solo no le escapamos, sino que vamos al encuentro de la político y de todo lo que sea problemático», apuntó.
«El arte no va a cambiar el mundo, pero va a hacer pensar a la gente para que a gente pensando se dé cuenta de las cosas que hay que cambiar en el mundo. Y ese es nuestro objetivo. Por eso la amplitud, los lugares en los que estamos», planteó.
«En muchos lugares en los que está, Bienalsur se convierte en un motor político que tiende a cambiar cosas en ese lugar -sostuvo Jozami-. Venimos, por ejemplo, de Arabia Saudita, y nuestra presencia allá formó parte de lo que podríamos llamar el Movimiento de Liberación de las Mujeres. Algo similar en la frontera colombo-venezolana, con obras de gran sentido político que tenía que ver con lo que ellos llaman la integración de la gran Colombia».
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