Un número importante de jóvenes adultos posee niveles de calcemia por debajo de lo recomendado, lo que genera problemas a largo plazo. Causas y soluciones.
Un equipo de investigadores de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la Universidad Maza realizó un estudio con postulantes a ingresar a las Fuerzas Armadas y los resultados obtenidos pusieron de relieve una situación preocupante: un 27% de la muestra tuvo niveles de calcio plasmático menores al límite inferior de referencia. Este trabajo estuvo motivado porque muchos valores de los estudios de laboratorio de los interesados estaban alterados y un 37,6% tenía Índice de Masa Corporal (IMC) por debajo o por encima de lo normal.
Para obtener este resultado se recolectaron muestras de sangre, se aplicó un cuestionario de hábitos alimentarios y se tomaron medidas antropométricas y de tensión arterial.
De esta forma, una población aparentemente sana puede ver comprometida su salud, padecer anticipadamente patologías metabólicas y cardiovasculares y tener importantes problemas en el futuro.
Sucede que el calcio es un mineral crítico para el adecuado desarrollo del esqueleto, especialmente en los períodos de crecimiento hasta la adultez temprana. El mismo es adquirido a través de la alimentación y cuando ésta no otorga todo lo necesario, algunos individuos pueden enfermedades degenerativas del sistema osteo-articular, osteoporosis o hipocalcemia, que puede causar desde alteraciones del ritmo cardíaco, hasta insuficiencia cardíaca y arritmias ventriculares.
La causa principal
Una vez más es la alimentación. «Somos lo que comemos» nos repiten incesantemente y atención porque el Bioq. Marcos Giai, advierte que “aunque muchos otros jóvenes tengan niveles de calcemia aceptables, no es del todo venturoso, ya que los alcanzan consumiendo alimentos poco nutritivos”.
“La sociedad no tiene buenos hábitos de alimentación y arrastra malas prácticas desde la escolaridad primaria y secundaria. La falta de conciencia sobre la alimentación saludable, el bajo consumo de lácteos, pescados y legumbres que aportan el mineral y el sedentarismo actual potencian el problema”, explicó el investigador de la Universidad Maza.
¿Cómo adquirir las cantidades necesarias?
Los lácteos y sus derivados son la principal fuente de calcio. Estos son irremplazables y deben existir en cualquier plan alimentario.
Cuando consumimos lácteos fortificados con vitamina D, favorecemos la absorción de calcio y se mejora la calidad de la dieta en general. También el consumo de quesos duros puede aportar una buena concentración de nutrientes (sodio, calcio, proteínas) por estar más deshidratados, pero hay que considerar que tienen un alto contenido graso y proteico, por lo que no hay que excederse.
Los cereales, legumbres y -en menor medida- ciertos vegetales verdes, no deben faltar para un buen aporte de este mineral. ¿Opciones? Brócoli, soja, batata, espinaca, frutas, cereales y porotos, por nombrar algunas.
También los alimentos regionales como frutos secos y aceitunas, entre otros, son muy buenos y fáciles de conseguir. Tomar raciones todos los días ayudaría a equilibrar los niveles de calcio.
Justamente los postulantes de este trabajo presentaban un elevado consumo de alimentos como carnes, panificados y cítricos y una ingesta reducida de los antes mencionados, a pesar de residir en zonas productoras de muchos alimentos ricos en calcio.
En definitiva, la dieta debe ser revisada constantemente con la ayuda de los profesionales adecuados para ajustar las tuercas necesarias. El gran beneficiado será nuestro organismo.
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