Alberto Fernández y el Frente de Todos intentan mejorar el resultado de las PASO, en medio de tensiones internas y urgencias económicas; las 10 claves para seguir la elección legislativa
Dos décadas atrás, una Argentina diferente emergió de la crisis de 2001. El estallido de la convertibilidad mutiló por igual el poder electoral del peronismo menemista y a la resurrección radical que había significado el gobierno de la Alianza. Aquel malestar con la política tradicional permitió que Néstor Kirchner llegara a la Casa Rosada y junto a su esposa dieran forma al modelo político que dirigió los destinos del país durante la mayor parte de las últimas dos décadas. El resultado electoral de este domingo demostrará si la Argentina extiende la confianza a las promesas del kirchnerismo o si las urnas expresan un agotamiento y la demanda de cambio.
El veredicto electoral podrá interpretarse en 10 claves que apremian en el horizonte del Gobierno:
En las primarias, Juntos por el Cambio (JXC) superó por 10 puntos al Frente de Todos (FDT), dejó al peronismo al borde de perder la hegemonía en el Senado y con la derrota en la provincia de Buenos Aires abrió una crisis en el interior del kirchnerismo. La consecuencia inmediata fue el ultimátum de Cristina Kirchner a Alberto Fernández y Axel Kicillof, que debieron echar y reemplazar ministros, luego de que la coalición gobernante se asomara como nunca antes al abismo de la fractura. Si el FDT acorta significativamente la diferencia, puede encontrar aire para renovar su sentido de unidad con la expectativa de una recuperación. Si la derrota se profundiza, la herida interna amenaza con ahondarse. Tras la renuncia de los ministros kirchneristas, que fue el instrumento de Cristina para forzar al Presidente a cambiar tras las primarias, Fernández había decidido con su entorno aceptar la ruptura y seguir adelante sin la vicepresidenta. Fue convencido de lo contrario por Vilma Ibarra y Gabriel Katopodis. Pero el quiebre nunca cicatrizó. La puerta de la fractura puede abrirse nuevamente.
2| ¿Cuál será el rumbo?
Desde su inicio, el Gobierno se sacudió entre un sector del que atribuye el fracaso de la gestión a la falta de una intervención estatal más profunda y otro más moderado, que interpreta que la pérdida de apoyo social es culpa del rechazo que genera justamente las ideas más radicalizadas del kirchnerismo. Fernández osciló sin definirse. La CGT y los gobernadores enviaron en la última semana señales de respaldo al Presidente para sostenerlo tras las elecciones, pero en torno de una agenda sin sobresaltos. El kirchnerismo, en cambio, espera tomar un control mayor para profundizar su impronta. Entre unos y otros, lo primero será definir quién manda.
Fernández cumplió al pie de la letra todos los pedidos que hizo Cristina Kirchner en su última carta, donde la vicepresidenta había revelado su cansancio de que el Presidente ignorara sus pedidos a lo largo de “19 reuniones” improductivas. Fernández echó a su vocero Juan Pablo Biondi y desplazó a su amigo Santiago Cafiero de la Jefatura de Gabinete. Así se abrazó a la vicepresidenta para atravesar la llanura que se abría tras la derrota. La campaña electoral sólo fue una pausa en la ruptura. El vínculo sigue roto. Tras las elecciones, el Gobierno enfrenta el dilema de sellar el alejamiento definitivo de Cristina o instrumentar un mecanismo de consulta que supere el divorcio. Esa definición delimitará aliados y el rumbo de gobierno.
4| ¿Cómo se enfrentará la crisis?
A la debilidad política se suma que la situación económica se agravó desde las primarias. El poder de compra de los salarios se destruyó al ritmo de la aceleración de la inflación y la suba del dólar, que en las primarias costaba 180 pesos y llega a las elecciones generales por encima de los 200 pesos. La pobreza trepa al 42% y las reservas del Banco Central se escurren por la desconfianza. La aceleración de la crisis vuelve impracticable el reflejo de Alberto Fernández de postergar definiciones. El Presidente enfrenta dos años por delante con menor capital político y en un contexto social acuciante, que en las últimas jornadas agregó el reclamo por la inseguridad. Las elecciones delimitarán ahora el margen de maniobra político que tendrá para tomar decisiones. Para ello, Sergio Massa se apresuró por proponerle un acuerdo a la oposición con el objetivo de abrazarlos a la necesidad de garantizar la gobernabilidad.
5| ¿Cuál será el acuerdo con el FMI?
Una definición aparece en el primer lugar del calendario. En el cierre de campaña, Fernández ratificó su intención de acordar con el FMI, más allá de la retórica proselitista que decoró su confirmación. Pero el tiempo se acaba. El nivel de reservas impide postergar el acuerdo más allá del verano, por la sencilla razón de que se acabó la plata para afrontar los vencimientos. El formato que adopte el acuerdo, los compromisos que asuma el Gobierno sobre el nivel de devaluación, aumento de tarifas y gasto público, se convertirán en una señal hacia el interior de la coalición gobernante. Se sabe, la austeridad no es compatible con la épica permanente que demanda el kirchnerismo.
6| ¿Qué ocurrirá con el FDT?
Sin un ideario compartido, capaz de agrupar bajo una misma sigla a la izquierda y la derecha, el peronismo se ordena a través de las victorias electorales bajo una máxima histórica: quien gana, conduce. La derrota, en cambio, desordena, y lo sumerge en la búsqueda de un nuevo líder. Si la ventaja a favor de JXC se agranda, la eficacia del FDT como mecanismo electoral será inevitablemente puesta en cuestión. El kirchnerismo necesita acortar la diferencia para evitar que la deliberación interna se expanda.
7| ¿Qué postura tomará la oposición?
Las dos apuestas de Horacio Rodríguez Larreta, Diego Santilli en la provincia de Buenos Aires y de María Eugenia Vidal en la Capital Federal, salieron airosas de las primarias. Ahora necesita revalidar el resultado en las generales para aspirar a ser candidato a presidente en 2023. Si lo logra, el jefe de Gobierno porteño deberá definir reglas de competencia con la UCR para alejar las posibilidades de una fractura. Por eso, en los últimos días, Larreta repitió que la candidatura presidencial se definirá a través de una PASO, es decir, con todos adentro.
8| ¿Qué ocurrirá en la Provincia?
Cristina Kirchner necesita imperiosamente mejorar allí el desempeño electoral para conservar su liderazgo en el peronismo. Hasta ahora, las derrotas que sufrió en el territorio bonaerense habían sido con el PJ dividido. Si consigue superar la performance bonaerense, recuperará terreno para condicionar a Alberto Fernández. De lo contrario, la derrota la envolverá por igual, sin distingo. Y, esta vez, con el peronismo unido
9| ¿Qué pasará en el Congreso?
Por primera vez desde la recuperación democrática, el peronismo puede perder el dominio del Senado, la cámara estratégica que define el nombramiento de jueces y que operó durante los últimos dos años bajo el control de Cristina Kirchner. De ahí que la atención se centra en las provincias que eligen senadores, en especial Chubut, La Pampa y Santa Fe. En la Cámara de Diputados, entre legisladores propios y aliados, una decena de votos separan al oficialismo del quorum propio, es decir, de la posibilidad de aprobar leyes sin tener que negociar con la oposición.
10| ¿Cómo será el nuevo mapa político de la Argentina?
Ante el debilitamiento kirchnerista, el gobernador cordobés Juan Schiaretti recuperó en los últimos días su promesa de impulsar un peronismo federal. Hasta ahora, siempre se impuso el miedo y los intentos de independizar al PJ de Cristina Kirchner naufragaron en la nada. La magnitud del resultado puede impulsar nuevos envalentonamientos. Pero Córdoba no es el único punto de interés. ¿Qué sucederá en Formosa, emblema de los abusos durante la pandemia? ¿Podrá el kirchnerismo recuperar Santa Cruz, su tierra de origen? ¿Revalidará la UCR sus bastiones de Mendoza y Jujuy? El nuevo mapa puede ofrecer símbolos de cambio de época. O las expresiones de una nueva continuidad.
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