Pese a que la campaña electoral estuvo dominada por los candidatos de la Ciudad de Buenos Aires y el conurbano bonaerense, las privaciones severas como las que impone la pobreza, golpean más intensamente en el interior. No obstante, en el debate electoral se eludieron los temas más importantes, como la alta regresividad de los subsidios económicos.
Así lo refleja un informe del Instituto para el Desarrollo Social de Argentina (IDESA) dado a conocer la semana anterior a las elecciones.
Según este reporte, la campaña electoral se caracterizó por escasos contendidos sustanciales y mucho de exaltación de la imagen de los candidatos con alusiones o ironías para descalificar al oponente. Se trata de un hecho paradojal y socialmente muy costoso a la luz de la enorme cantidad de distorsiones acumuladas que condicionan el futuro del país. La principal consecuencia es que se pierde la oportunidad que brindan las elecciones para abordar temas trascendentes, algo que es el eje de las campañas electorales en las democracias maduras.
La deformación asociada con este fenómeno electoral es profunda y queda explicitada cuando se considera, por ejemplo, la distribución geográfica de la pobreza. Según datos oficiales del INDEC, los hogares más pobres del país se distribuyen según la siguiente disposición regional:
· Un 3% de los hogares más pobres se localizan en la Ciudad de Buenos Aires y otro 26% vive en el conurbano bonaerense.
· Un 32% vive en las capitales de provincia del interior del país y Rosario.
· Un 39% vive en pequeñas ciudades y pueblos del interior de las provincias.
Estos datos oficiales muestran que, del total de hogares pobres, el 71% se ubica en el interior del país, ya sea en la capital de una provincia o en pequeñas ciudades o pueblos del interior de las provincias. Sin embargo, el debate electoral es acaparado por políticos de la Ciudad de Buenos Aires y el conurbano bonaerense. La principal consecuencia de esta contradicción es que no aparecen tratados en su justa importancia temas centrales para la calidad de vida de una gran cantidad argentinos que viven en el interior y que enfrentan situaciones de privaciones y vulnerabilidad mayores a los de la región metropolitana.
Un ejemplo concreto de esta contradicción emerge con el abordaje de la inflación. Es casi unánime, entre los candidatos de la Ciudad de Buenos Aires y el conurbano bonaerense, el cuestionamiento a la manipulación de los índices de precios y el rechazo a seguir erosionando el poder adquisitivo de los hogares mediante la inflación. Sin embargo, casi nada se dice sobre los orígenes de la inflación, que es la emisión monetaria asociada a un enorme déficit fiscal causado fundamentalmente por los subsidios económicos; subsidios que en el año 2013 van a alcanzar la suma a los $140 mil millones. Mucho menos se cuestiona que estos subsidios sean gastados mayoritariamente en beneficio de Buenos Aires, donde el 55% corresponde a subsidios al consumo de energía, 28% a subsidios al transporte y 14% a los déficits de las empresas estatizadas.
Los ciudadanos del interior ya comenzaron a asumir el “ajuste”. Sufren la alta inflación y reciben migajas de los beneficio de los subsidios, que son el principal factor generador de la inflación. Mientras no entren en debate estos temas, que demuestran la insostenibilidad de las políticas que se vienen aplicando en los últimos años, no hay posibilidad de imaginar un proceso de progreso social sostenido e inclusivo de todos los habitantes del país. Informe de IDESA
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