Por el congelamiento de precios, muchas refinadoras dejaron de venderle a las 1400 bocas de expendio sin marca
El congelamiento de precios de facto de los combustibles ya comienza a tener efecto en el desabastecimiento de las estaciones de servicio sin marca, que son alrededor de 1400 bocas de expendio y representan el 10% del mercado.
La Confederación de Entidades del Comercio de Hidrocarburos y Afines (Cecha) indicó a través de un comunicado “su preocupación por los primeros indicios de desabastecimiento en estaciones de servicio de bandera blanca principalmente, un fenómeno que se viene repitiendo en los últimos meses y se encuentra relacionado al congelamiento de precios que rige para los combustibles”.
La escasez de nafta y gasoil no es un problema generalizado, sino que afecta a las bocas de expendio que no tienen contratos y compran el combustible en el mercado mayorista. En este segmento, las refinadoras han aplicado incrementos en torno al 10% desde mayo, cuando fue el último aumento de precios en los surtidores de las estaciones de YPF, Shell, Axion y Puma Energy, entre otras.
Esto generó una paradoja: los valores del mercado mayorista (donde también compra gasoil el campo para la actividad agropecuaria) son más caro que el minorista, lo cual tiene dos efectos. Algunos dueños de bocas de expendio sin marca prefieren comprar en el segmento minorista, donde es más económico, en vez de adquirirlo a las refinadoras, lo que genera mayor demanda en algunos puntos de venta. Por otro lado, otras estaciones prefieren dejar de vender combustible directamente porque sus costos son tan altos que el negocio les comienza a dar pérdidas.
Luego de subir 29% los precios en surtidor en los primeros cinco meses, el presidente de YPF, Pablo González, anunció que no habría más aumentos hasta fin de año. En ese entonces, el barril de crudo costaba alrededor de US$65. Desde ese momento se incrementó hasta 20 dólares por unidad y cerró hoy en US$85,73, pero la petrolera con control estatal se mantiene firme en su postura.
El mercado de combustibles no está regulado, como sucede con las tarifas de gas y electricidad, pero todos los gobiernos lo administran de manera implícita a través de YPF, que es responsable del 55% de los despachos de nafta y gasoil. Luego le siguen Raízen (opera la marca Shell), con el 18%; Axion, con el 15%, y Trafigura (Puma Energy), con el 5%. En un mercado tan competitivo, ninguna mueve sus precios, si YPF no lo hace primero.
En las negociaciones entre las refinerías y las productoras, YPF logró que el precio de mercado sea de entre US$55 y US$57, pese a que el Brent haya superado los US$85 por barril (hay que restarle el 8% de retenciones y costo de transporte). Sin embargo, hay productos premium con bajo azufre que las refinadoras deben importar y lo venden a pérdida. “YPF está ganando market share porque nadie quiere vender a estos precios. Nos mantenemos en un equilibrio que más o menos avanza, pero los productores no quieren saber nada”, explicaron en una refinería.
Hasta las elecciones, las empresas productoras son conscientes de que el Gobierno no dará el visto bueno a un aumento de precios en surtidor, pero después del 14 de noviembre nadie cree que se pueda sostener el acuerdo de venta a US$55. YPF tampoco podrá explicarle por mucho tiempo a sus accionistas (el 49% está en manos privadas) porqué vende el petróleo que produce a un valor muy por debajo de la cotización de referencia.
En Cecha, además, plantearon la necesidad de acceder a nuevas líneas de crédito para ayudar al sector que fue particularmente golpeado por la pandemia y las restricciones. “El 80% de las estaciones tuvo que endeudarse durante 2020 para seguir funcionando y sobrevivir. Ahora, en un contexto no ideal, pero más promisorio, es importante poner en orden las cosas”, explicó Bornoroni.
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