San Rafael, Mendoza viernes 22 de noviembre de 2024

Ciudad suicida – Por:.Beatriz Genchi

Entre 700 y 2.000 habitantes de Demmin, Alemania que entonces contaba con una población de 15.000 personas, decidieron acabar con su vida la primavera de 1945.

En su libro Florian Huber, historiador y productor de documentales, describe los macabros acontecimientos que se desarrollaron entre el 30 de abril y el 3 de mayo de 1945, los días en que los residentes de Demmin decidieron suicidarse de forma masiva.

En aquella fecha se podía encontrar a numerosos cadáveres por todos lados: sentados ante sus escritorios, acurrucados en las camas, colgados de las ramas de los árboles y en el suelo de las calles de la ciudad.

Al quitarse la vida, era habitual que los adultos se llevarán también a sus hijos. Es lo que hizo Goebbels, ministro de Propaganda y canciller en los últimos días del III Reich, cuando él y su mujer, Magda, envenenaron a sus seis hijos. Y fue él con sus discursos radiofónicos incendiarios «Antes muertos que caer en manos de los rusos», desataba la locura colectiva.

No habría sido tan grave si no fuera porque durante su retirada los militares alemanes bloquearon y, luego, dinamitaron los puentes que permitían escapar de la ciudad en dirección a occidente, dejando sin salida a los refugiados y a la población local.

Así, de repente, la ciudad conocida como «la tierra de los tres ríos» -por estar rodeada por el Peene, el Trebel y el Tollense- se convirtió en una cárcel al aire libre para sus habitantes, quienes irremediablemente estaban condenados a caer en manos de las tropas soviéticas.

El temor a las atrocidades divulgado por la propaganda nazi, causaron pánico entre la población, con un gran número de familias locales y refugiadas optando por suicidarse. Los suicidios fueron llevados a cabo con pistolas, hojas de afeitar o veneno, mientras que hubo personas que se ahorcaron o se ahogaron en los ríos Peene y Tollense. Así mismo, muchas mujeres mataron a sus hijos antes de suicidarse.

La radio también tuvo gran culpa ya que los habitantes de Demmin recibían mensajes donde se relataban los supuestos saqueos, asesinatos y violaciones que el Ejército Rojo practicaba por los lugares que caían bajo su dominio.

La gente había escuchado durante años la propaganda nazi, que contaba horrores sobre lo que les pasaría cuando el enemigo pisara suelo alemán. Eso fue divulgado de la manera más grotesca, los rusos fueron descritos como hordas de salvajes que cortan la lengua a los niños, les sacan los ojos y violan a las mujeres.

El sufrimiento de los civiles alemanes durante la guerra ya sean las violaciones de mujeres o los bombardeos de ciudades como Potsdam, es un tema complejo. Es indudable que muchos inocentes padecieron las consecuencias.

Demmin fue quizás el caso más extremo de locura colectiva que invadió al país en los primeros meses de 1945, pero no el único. En Berlín se registraron ese año 7.000 suicidios, de los que casi 4.000 se produjeron en el mes de abril. Se recogieron cientos de testimonios de aquellos días de aquellos que asociaron a sus propias vidas el fin del nacionalsocialismo.

Pero no solamente el temor a las violaciones por parte de soldados del Ejército Rojo o la vergüenza que estas acarreaban impulsó a los habitantes de Demmin al suicidio.

Huber describe cómo esta ciudad compartió durante las décadas de 1920 y 1930 el antisemitismo y el resto de creencias que alimentaron el nazismo y cómo el partido de Hitler encontró allí amplio apoyo, incluso antes de su ascenso al poder en 1933.

Gentileza
Beatriz Genchi – beagenchi@hotmail.com
Museóloga – Gestora Cultural – Artista Plástica

Puerto Madryn – Chubut.

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