San Rafael, Mendoza 30 de noviembre de 2024

Maestro valijero – Por:.Beatriz Genchi

Louis Vuitton llegó a París con los bolsillos vacíos. Con habilidad y estilo, revolucionó en principio…las valijas. Hasta el día de hoy, sus iniciales adornan todo tipo de accesorios de lujo.

 ¿Tenía el entonces joven de 14 años idea de la carrera que haría y el imperio que construiría después de su viaje de más de 400 kilómetros? Nacido el 4 de agosto de 1821 en un pueblo del departamento francés de Jura, partió hacia París contra la voluntad de su padre, a pie. Louis venía de una familia pobre y le tocó hacer diversos trabajos en el camino, hasta que llegó a la capital francesa a los 16 años.

Allí fue aprendiz del respetado fabricante de valijas Romain Marchéal. Louis no tardó en demostrar su talento, fue apreciado por su excepcional destreza, e incluso fue contratado por la emperatriz Eugenia como empaquetador exclusivo. En 1854, a la edad de 33 años, creó su propio negocio: ahí nace la marca «Louis Vuitton Malletier». Desde el principio, creó bienes de lujo nobles que correspondían al espíritu de la época. Como empaquetador de valijas en la corte de Napoleón III había visto cómo se guardaban los poderosos vestidos y sombreros en pesadas cajas con tapas curvas. Louis Vuitton optó entonces por diseñar elegantes valijas apilables en su propio taller.

No es solo una cuestión de diseño: con el paso de las carrozas a los trenes y el creciente deseo de viajar, se necesitaba un equipaje funcional que no ocupara mucho espacio. Y como las pertenencias de los viajeros no se tratan precisamente con mucho cuidado en los viajes, el hábil artesano Vuitton crea maletas robustas y herméticas, un punto de exclusividad. La serie «Louis Vuitton Damier Canvas» se convirtió en su marca registrada.

Tenían tanta demanda que el francés invirtió en una fábrica en Asnières, un suburbio de París, solo cinco años después de fundar la marca. Al principio empleó a 20 personas, más tarde a 225. Sin embargo, la producción siguió en manos de la familia. Junto con su hijo Georg, desarrolla y patenta una cerradura de caja que se sigue utilizando hoy en día. En aquel momento, se trataba de un avance importante e innovador, porque los clientes adinerados querían urgentemente más seguridad para su costoso equipaje.

Las leyendas siguen rodeando a las valijas de culto. Se dice que, tras el hundimiento del Titanic, el equipaje de lujo de la casa Vuitton flotó en la superficie del mar durante días. También demostraron ser indestructibles en el rally automovilístico de 1907 de París a Pekín. Se dice que han sobrevivido a la travesía del agua mejor que muchas máquinas.

Cuando Louis murió a la edad de 70 años en su empresa y casa familiar de Asnières, su hijo Georg se hizo cargo del negocio. En memoria de su padre, desarrolló el legendario «monograma de lona»: las iniciales de su padre entrelazadas con un estilizado motivo floral. En 1896 se desencadenó un culto a la etiqueta que ha perdurado hasta nuestros días: discreto pero muy visible, adorna los accesorios de los clientes de «LV», entre los que se encuentran estrellas como Audrey Hepburn, Scarlett Johansson y Rihanna.

En 1987, la empresa familiar se fusionó con el fabricante de bebidas alcohólicas Moët Hennessy para formar el grupo de artículos de lujo que cotiza en bolsa «LVMH». Con un valor bursátil actual de más de 340.000 millones de euros, es una de las empresas europeas más valiosas.

Los cimientos los puso un joven y talentoso “maestro valijero”, con una gran sensibilidad por la estética y la funcionalidad. Los productos se siguen fabricando a mano, en los talleres de Asnières. Una parte de la finca familiar está dedicada a Louis Vuitton, el rey de las valijas, con un museo privado.

Gentileza:

Beatriz Genchi – beagenchi@hotmail.com
Museóloga – Gestora Cultural – Artista Plástica.

Puerto Madryn – Chubut.

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