Con la gloria alcanzada por José Hernández, se eclipsaron a muchos otros autores. El gran poeta de la literatura gauchesca argentina sentó con su pluma las bases de un subgénero que prevalecería en el pueblo a través de los años. Sin embargo, bajo su sombra quedaron muchos otros que también decidieron tomar prestada la voz de los campos. Justino Amilbar Tabremam, poeta mendocino del siglo XIX, compuso una serie de estrofas, en su mayoría extraviadas, que pintaban un panorama similar al del gaucho Fierro. Estos escritos, recientemente descubiertos, muestran no solo el conocimiento de Tabremam sobre los usos y costumbres de la época, sino también su poder profético en cuanto a las festividades y los feriados asuetos ligados a ellas. Un híbrido entre poeta y vidente, dejó grabado en sus escritos el sentimiento argentino que, años después, retumbaría por todo el territorio nacional.
Aquí me pongo a cantar,
al compás de la mateada
que este día no es pavada
sino razón pa’l festejo
de los jóvenes y viejos
y de toda la diablada.
Comenzamos de temprano
con yerbeao y tortafrita
y ahí nomás enseguidita
con el fuego nos ponemos,
preguntando si queremos
que traigan la carne ahorita.
En lo que se hacen las brasas,
van saliendo los pasteles.
Sin dormirse en los laureles
y punteando el mediodía
se oye al choco que mordía
de alegría a aquellos fieles.
En las ollas hierve el locro
de maíz, carne y zapallo.
Vea usted qué sol de mayo
nos ha tocado este día.
No hay un alma que no ría
casi llegando al desmayo.
Pues lo que hoy celebramos,
más allá del feriadito,
es la lucha y aquel grito
que empezó la revolución
pa’ liberar esta nación,
tierra de gloria y de mitos.
Fijate nomás el pueblo,
que tanto viene sufriendo,
dentre el barro va saliendo
buscando un poco de calma
que le cure un poco el alma
sea tomando o comiendo.
Gentileza:
Lic. Lucio Ravagnani Navarrete – ravagnani.lucio@gmail.com
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