El tiempo con cambios bruscos en la temperatura es un desafío para la salud. Y este invierno fue un ejemplo. “Cuando se pasan unos tres o cuatro días de calor, el cuerpo se adapta al clima. Así, queda más expuesto si vuelve a darse una ola de frío”, señala Eduardo López, médico infectólogo y jefe del Departamento de Medicina del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez. Pueden aumentar los casos de resfríos, faringitis y gripe.

Las variaciones pronunciadas también pueden conjugarse con alergias estacionales, lo que representa otro factor de riesgo para personas sensibles, como los asmáticos. “En los últimos días vemos en los consultorios más pacientes con estos trastornos porque pasamos varias veces del frío al calor”, le dijo a Clarín el especialista en enfermedades alérgicas Samuel Azar.

López, por su parte, relató las anomalías que provocó este invierno. “Las infecciones respiratorias este año comenzaron más tarde, porque abril y mayo no fueron de frío intenso. El pico de casos de bronquiolitis lo tuvimos en julio, que es lo que sucede normalmente. Pero llamó la atención que la curva de pacientes había empezado a bajar y volvió a tener picos con el cambio de clima, incluyendo los primeros días de septiembre”.

En el Hospital de Niños, el indicador son las internaciones. Cuando dominan las temperaturas bajas se interna a unos diez chicos por semana. Cuando sube el termómetro, la mitad. “El frío es el mejor transmisor de los virus”, remarca el especialista. Y los cambios abruptos pueden potenciar el efecto, entre otros motivos, porque se dejan de lado, temporalmente, algunas precauciones como calefaccionar la casa o llevarse un abrigo para la noche.

Fuente: Clarin