La imagen de Alberto Fernández continúa en descenso y ha completado una caída de alrededor de 20 puntos respecto del mes de abril, según coinciden las distintas encuestadoras. Esto ubica al Presidente en un lugar cercano al que estaba antes del inicio de la pandemia del coronavirus. La valoración positiva de su gestión cayó todavía más que su propia imagen: los números indican que, para septiembre, el descenso en la ponderación de su desempeño fue de 30 puntos.
Los consultores que dialogaron con LA NACION parecen tener en claro que los motivos que condujeron la pérdida de valor del presidente Fernández son tres: la crisis económica, el manejo sanitario de la pandemia y el desdibujamiento de su perfil moderado. En otras palabras, su «cristinización».
«Es el fin de la idea de que no importa la economía, sino que lo importante es cuidarse. La gente está saliendo del miedo y de la conmoción, y ve que el sacrificio económico no tuvo sentido, porque hay 400 muertos por día», dijo a LA NACION Valentín Nabel, director general de O pinaia. «A esto se le suma la grieta. Se esperaba que el Presidente encabece un gobierno con estilo propio, que trascienda esa diferencia, pero la opinión pública empezó a percibir que la agenda tiene más que ver con Cristina Kirchner y el kirchnerismo que con Alberto».
Según los datos recolectados en Opinaia, la imagen de Fernández cayó de 76 a 55 puntos en los últimos seis meses -y cinco puntos entre agosto y septiembre-, mientras que la evaluación positiva de su gestión pasó de 82% a 52%. Los analistas sostuvieron que «si bien (el Presidente) vuelve a su imagen de principio de la pandemia, la aprobación gubernamental es peor».
A comienzos de año, antes de que escalara la problemática del coronavirus, la medición del desempeño del gobierno nacional había indicado un pico de crecimiento rápido. Entre febrero y abril, la imagen positiva de la gestión entrante aumentó de manera abrupta: pasó de 57 a 82 puntos, según registros de Opinaia. Esos mismos 30 puntos son los que hoy se perdieron.
«El pico de principio de año fue extraordinario en términos sociales. Fue el reflejo de una sociedad unida frente a un enemigo externo y la necesidad psicológica de confiar en un líder», dijo a LA NACION Juan Mayol, también analista de Opinaia y director del área de Opinión Pública de la consultora.
Según Mayol, el Gobierno cometió un «gran error» en el «manejo de las expectativas» de la gente: «Hablaban permanentemente de que el pico de casos iba a llegar, pero eso nunca sucedía, y produjo un desgaste económico y psicológico».
Además, el analista indicó que los «gestos» de Fernández también influyeron en la caída de su imagen. «En vez de acompañar la necesidad que tienen las personas de salir de sus casas, hubo estigmatizaciones y cuestionamientos. Volvieron a demostrar que son dueños de la verdad absoluta», concluyó Mayol.
Los colegas coincidieron, además, en que la falta de perspectiva respecto del mejoramiento de la situación nacional agrava el panorama social. «La evaluación del manejo de la pandemia cayó 11 puntos respecto del mes pasado -pasó de 66 a 55-, lo cual traccionó la caída total. La estrategia de la cuarentena más larga del mundo no trajo resultados concretos. Los muertos suben, no se ve el final, no hay perspectiva», indicó Nabel.
En la misma línea, Mariel Fornoni, socia directora de Management & Fit, remarcó el peso que tuvo la incertidumbre en las últimas evaluaciones. «No hay un horizonte. La gente no sabe hasta dónde puede llegar la profundidad de caída de la economía y la salud», dijo a LA NACION la analista, y agregó: «Tampoco hay figuras relevantes dentro de los ministerios que demuestren que existe gestión».
Según los datos recolectados por Management & Fit, la aprobación de la gestión nacional cayó de 57% a 41% entre abril y septiembre. El punto de inflexión en la caída, para Fornoni, fue el anuncio de la intervención de Vicentin. «De mitad de mayo en adelante, empezaron a pasar cosas que hicieron dudar del liderazgo de Fernández, con decisiones que no parecían venir de él, como la liberación de los presos y la reforma judicial, temas sobre los cuales había sido muy duro cuando estaba peleado con Cristina Kirchner», detalló la analista.
Respaldo importante
A pesar del deterioro de la imagen presidencial, Fornoni sostuvo que «41 puntos de aprobación, en este contexto, no son pocos». «Sigue teniendo un apoyo importante, pero ha perdido credibilidad al dejar de parecer independiente de Cristina, y eso generó una pérdida de confianza», dijo Fornoni. «Cuando la gente te tiene confianza, te da más tiempo. A él le están quitando el tiempo», concluyó.
Una evaluación realizada por la consultora Synopsis traduce, en números, la «cristinización» del Presidente a la que hacen referencia los analistas. La empresa que dirige Lucas Romero midió la «mimetización» entre el primer mandatario y Cristina Kirchner y los resultados muestran que el diferencial de «autonomía» cayó 17 puntos.
Seis meses atrás, el Presidente tenía una imagen positiva de 53,2 puntos, por sobre 27,6 de su número dos; hoy, cuenta con 37,8 puntos, y la vicepresidenta, con 29,1.
«Hoy, la base de simpatía entre Fernández y Kirchner es casi la misma. La construcción de un Frente de Todos diferenciado del Frente para la Victoria se ha ido perdiendo», dijo Romero a LA NACION.
El analista indicó también que en la encuesta de Synopsis fue posible identificar una porción de «desencantados» dentro del oficialismo. En efecto, un 17% de los votantes del Frente de Todos afirmaron que hoy votarían a otra fuerza política, y entre los que abandonaron el barco más de un 90% tiene una imagen negativa de la vicepresidenta y casi un 50% considera que el Presidente no manejó bien la pandemia.
«La gente se está yendo del oficialismo. Probablemente son aquellos votantes moderados que no estaban tan convencidos con Cristina, pero necesitaban terminar con el gobierno anterior. Hoy se quieren ir porque están viendo que el Presidente y la vicepresidenta se parecen mucho», explicó Romero.
La medición que hizo Synopsis acerca de la temperatura dentro del oficialismo también arrojó otros resultados interesantes. Dentro de ese 17% oficialista y «desencantado», un 75,7% clama la necesidad de poner en marcha la economía, mientras que cuando se mira el total de la muestra esa preocupación la tienen un 32% de los encuestados y es, además, sobrepasada por el repudio a la corrupción.
Las evaluaciones de todas las consultoras coinciden en que la corrupción, la economía y la inseguridad lideran las preocupaciones de la sociedad. Romero hizo una salvedad: «El tema de la corrupción es un cuestionamiento moral ligado a una enunciación política. Un 89% de quienes la condenan son votantes opositores».
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