Ya es muy conocido el daño producido por el consumo de tabaco. La carga de enfermedad y mortalidad es enorme. Tanto es así, que el ingreso a los estados por parte de los impuestos que se recaudan no logran compensar el gasto en salud secundario a los muchos efectos nocivos de la que es responsable.
En el esfuerzo de dejar de fumar debemos valorar los beneficios que nos trae. Al abandonar el cigarrillo se produce rápidamente la eliminación de sustancias toxicas tales como la nicotina que aumenta la frecuencia cardíaca, la presión arterial y la demanda de oxígeno por el corazón. Por otro lado, los niveles de monóxido de carbono, gas tóxico producto de la combustión incompleta, y que evita que el oxígeno se entregue a los tejidos, es un beneficio inmediato para que el organismo pueda utilizar con más eficiencia al oxígeno disponible.
Progresivamente, disminuye el riesgo de angina de pecho, infarto de miocardio y otras complicaciones cardiovasculares. Dejar de fumar enlentece el proceso de arteriosclerosis y aumenta la producción de colesterol HDL. O sea, cuando una persona deja de fumar disminuye sustancialmente el riesgo de enfermarse y morir por problemas cardíacos.
Los fumadores comen de forma poco saludable porque entre otras cosas no le sienten el gusto a las comidas, optando por platos con altos contenidos en grasas e hidratos de carbono, aumentando así las probabilidades de complicaciones. En cuanto a la dieta, hay una creencia popular que suman peso al hacerlo, tanto es así, que se lo considera como un punto en contra. Si bien es frecuente que las personas ganen peso, la mejora en la sensibilidad al gusto influye sustancialmente, es preciso aclarar que esto es menos peligroso para la salud cardiovascular que seguir fumando. Aún más, un 13% de las personas que dejan de fumar pierden peso.
Es imprescindible cambiar los hábitos alimenticios, comer más frutas, más verduras, más líquidos menos consumo de alcohol y organizar la alimentación en 4 comidas diarias y un estilo de vida saludable donde el ejercicio regular, frecuente y sostenido en el tiempo debe ser una conducta indispensable.
En cuanto al tratamiento para dejar de fumar, existen fármacos en distinta presentación, comprimidos, chicles, parches. Son diferentes principios activos que se indican de acuerdo a cada situación particular que el paciente presente. El objetivo apunta a disminuir los deseos de incorporar nicotina al cuerpo como disminuir síntomas y signos secundarios a la abstinencia.
Sin duda que la voluntad y el firme compromiso por parte de la persona, en abandonar definitivamente el uso del tabaco, es requisito necesario para lograr el éxito. Tanto es así que ninguno de los fármacos puede reemplazarla. Es importante contar con la ayuda de profesionales especialistas para la guía y acompañamiento.
Si bien las recaídas son frecuentes, y el camino es arduo, conseguir el abandono completo y definitivo es posible. A no decaer, los beneficios a nuestra salud son claros.
Gentileza:
Dr. Juan Carlos Behler
Neumonologo
Mat Prov 2899
Contacto: consultas@piukesalud.com.ar
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