El epistolario, o sea el “carteo”, fue en tiempos pasados el medio de comunicarse entre artistas no sólo las novedades estéticas, sino que, servía especialmente para acordar citas o encuentros.
Sobre todo, a comienzos del s. XIX eran numerosos los creadores inquietos, los interesados en viajaban casi de continuo, para revelar nuevos paisajes y motivos de interés estético, siendo originados en sus lienzos.Casi no puedo dar crédito cuando un amigo español me cuenta que, preparando una exposición dedicada a los dibujos de Ignacio Zuloaga, tuvo la fortuna de tener entre sus manos varias cartas y postales suyas, enviadas por el pintor a sus amigos. Y ahora voy a referirme a una de las curiosidades, que se pueden encontrar casi por norma en estas tarjetas postales, y es que aprovechan todo el espacio en blanco (permitido) por ambas caras de la postal para rellenarlas de texto.
El envío de una postal resultaba más económico, que el envío de un pliego de papel, así que esta tarjeta era una excusa para “casi redactar una cartita”. Especialmente pintores como Darío de Regoyos, se convirtieron en unos auténticos especialistas, llamémosles de aprovechamiento postal. Este uso dio pie, a que muchas de estas postales bajo el espacio dedicado a la dirección de envío, y para evitar llenar ese lado de la tarjeta tuvieran impreso el siguiente texto: “En este lado se escribe solamente la dirección”.
La postal con las “Hilanderas” velazqueñas, fue enviada por I. Zuloaga desde Madrid a su amigo Pablo Uranga, para felicitarle el año nuevo de 1902. La otra postal, recoge una vista de la plaza “Le Trocadéro”, con la dirección de Zuloaga en Montmartre, sobrepuesta a la imagen. Esta tarjeta, le sirvió también para utilizarla como felicitación navideña, en este caso enviada en 1908.
Mas cerca en el tiempo se creó el llamado arte correo, arte postal o el arte correspondencia un movimiento artístico popular centrado en el envío de pequeña escala y funciona a través del servicio postal cada vez más raro en nuestro tiempo. En un principio se desarrolló a partir de lo que eventualmente se convirtió en la “Escuela por Correspondencia ‘s” en la década de 1950 pensada por Ray Johnson en Nueva York.
El trabajo de Johnson se compone principalmente de letras, a menudo con el agregado de garabatos, mensajes y sellos, el cual envió por correo a amigos y conocidos. En una entrevista de 1968, Johnson explicó que encontró interesante la correspondencia enviada por correo debido a los límites que pone en la interacción y la negociación habitual de ida y vuelta que comprende la comunicación entre las personas. La correspondencia es «una forma de transmitir un mensaje o una especie de idea para alguien que no es verbal, no es una confrontación de dos personas. Es un objeto que se abre en la intimidad y el mensaje se mira …. nos fijamos en el objeto y, con más tiempo dedicado ya que elegimos el momento de verlo, seguramente despertara su grado de interés …»
Esta forma de arte promueve una forma igualitaria de la creación que a menudo elude los sistemas de distribución oficiales de arte y aprobación, como el mercado de arte, museos y galerías. Hoy están los “mailartistas” que dependen de su red como la principal forma de compartir su trabajo, en lugar de depender de la capacidad de locaciones para exposiciones.
La comunicación como forma de arte es una antigua tradición; aunque algunos la hayan descubierto a raíz de la pandemia. A tal punto viene de tiempo tan atrás que se postula (en broma) que comenzó cuando Cleopatra misma, se había entregado a Julio César enrollada en una alfombra.
Gentileza: Beatriz Genchi – beagenchi@hotmail.com
Museóloga-Gestora Cultural-Artista Plástica.
Puerto Madryn – Chubut.
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