Cuentan que a Isaac Newton le vino a la cabeza la idea de la ley de gravitación universal durante el confinamiento obligatorio de dos años impuesto en la Universidad de Cambridge a causa de una epidemia de peste bubónica. Afortunadamente para su capacidad de concentración, en el siglo XVII todavía no existían ni redes sociales ni Google ni Zoom ni Whatsapp, y aún quedaban 342 años para que naciese el smartphone.
La innovación no es neutra (ni persigue el bien de la humanidad). Nos conduce a un mundo determinado entre muchos posibles. Conferimos a empresas privadas la potestad de decidir con sus diseños cómo es la vida que vivimos y viviremos. Circulamos por sus sistemas casi de la misma manera que lo hace la información que les regalamos: teledirigidos. El medio es más que nunca el mensaje.
El futuro al que nos conduce la tecnología no tiene por qué ser necesariamente peor. Para lograrlo hace falta una cosa: nuestra atención. Que nos paremos a pensar en plena sociedad de la distracción. Que usemos la tecnología de una forma inteligente. El auge de los bulos en plena explosión tecnológica y la alegre manera en que los abrazamos, sin embargo, no invita precisamente al optimismo.
https://retina.elpais.com/retina/2020/05/20/tendencias/1589987164_125263.html
Sé el primero en comentar en «El día que nos robaron nuestra atención»