La aparición en el mercado y su circulación en diferentes ámbitos locales fue el eje de la investigación de Karina Felitti, que reveló que la Isla Maciel fue el primer lugar donde se incorporó la pastilla.
«Me interesaba pensar la píldora como un elemento de disputa entre diferentes actores. Para algunas feministas -blancas, de clase media, heterosexuales- una herramienta de liberación; para otras -afrodescendientes, indígenas, pobres- una obligación impuesta por las políticas públicas y/o por un sistema que no apoyaba sus maternidades», dijo a Télam Felliti.
Ella es investigadora del Conicet en el Instituto de Investigaciones de Estudios de Género, de la facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (UBA), autora del libro La revolución de la píldora.
Télam-¿Por qué es Isla Maciel el primer lugar que se identifica como el inicio del uso de la píldora en Argentina?
-Karina Felitti: A inicios de 1960 el Departamento de Extensión Universitaria de la UBA desarrolló en la Isla Maciel un programa que incluía un centro de salud. Allí era alto el número de abortos clandestinos, además de la subsistencia de las familias numerosas. Por eso, cuando las píldoras comenzaron a producirse y circular en el país, uno de los pioneros en este campo, el ginecólogo Roberto Nicholson, desarrolló un programa de planificación familiar en que utilizaban anticoncepción hormonal. Él fue un defensor de la píldora dentro de la Sociedad de Ginecología y Obstetricia de Buenos Aires (SOGIBA). Su catolicismo lo llevaba a defender la anticoncepción hormonal para evitar el «mal mayor» del aborto y tenía mucha sensibilidad social, además de astucia para poder defender su posición en un escenario de debate geopolítico y moral más que médico. Muchos profesionales de SOGIBA planteaban que la Argentina necesitaba aumentar el tamaño de su población y que la mujer se definía por su capacidad de ovular. Ese fue el contexto en el que Nicholson y otros médicos y médicas defendían la píldora, antes de que el feminismo se reorganizara y tomara este tema en su agenda.
T:-En su investigación identificó que quienes más usaban la píldora en los 60 en el país eran las casadas ¿Por qué?
KF:-No hay estadísticas ni estudios amplios que permitan identificar con precisión quienes usaban la píldora en Argentina. Lo que sí pude comprobar en la lectura de las ponencias médicas en congresos y los testimonios que recogían las revistas de interés general y sobre todo las dirigidas a las mujeres, es que las casadas estaban particularmente interesadas en controlar la fecundidad. Puede ser también un sesgo de las publicaciones que no querían mostrar a mujeres jóvenes solteras en roles sexuales activos. De hecho cuando lo hacían, dejaban casi siempre un juicio de valor y construían un personaje muy estereotipado de «chica liberada» que toma la píldora.
T-¿Se ‘combatió’ el uso de la píldora en el país?
-KF: Durante los 60, aun bajo la Revolución Argentina (1966-1973) no se prohibieron las actividades de planificación familiar, más bien crecieron y se institucionalizaron. En este proceso fue clave el rol de varios médicos y medicas, la mayoría agrupados en la Asociación Argentina de Protección Familiar, fundada en 1966, que funcionaba con el apoyo de la IPPF (International Planned Parenthood Federation). Desde el Estado se sostenía un discurso poblacionista pero no se implementaban medidas concretas en ese sentido. En febrero de 1974, durante el gobierno de Perón, esto cambió en lo normativo cuando se publica el decreto 659 que prohibía las actividades de planificación familiar en los hospitales públicos y exigía la presentación de receta por triplicado para acceder a las píldoras. En las entrevistas que realicé a médicos que trabajan en estos consultorios no surgió que las actividades hubieran cesado pero sí que hubo que enfrentar más obstáculos, desde el temor por estar haciendo algo prohibido hasta cómo conseguir los anticonceptivos, especialmente para mujeres de sectores populares que no podían pagar una consulta privada y así obtener la receta y luego disponer del dinero para comprar las píldoras en la farmacia. Esta diferencia entre clases lo comprobé en las entrevistas que realicé a mujeres de la «generación de la píldora», cuando algunas de clase media se enteraron de la existencia del decreto por mi pregunta.
T: Se cumplen este sábado 60 años del uso de la píldora, ya que fue un 9 de mayo de 1960 cuando la Administración Federal de Drogas y Alimentos (FDA) de Estados Unidos aprobó la primera pastilla anticonceptiva.¿Hay aún debates sobre el uso de la píldora?
KF: Ya en los 60 el movimiento por la salud de las mujeres en los Estados Unidos denunciaba el hecho de que las píldoras causaban problemas de salud graves y que las voces de las mujeres estaban ausentes del debate. Su presión hizo que se advirtieran los efectos secundarios y esto cambió la forma de comercializar medicamentos más allá de la píldora. Con el tiempo las dosis fueron regulándose pero aún así muchas mujeres enfrentan distintos problemas con su uso. La vitalidad del discurso ecologista y de salud natural desde hace algunos años, también atravesado con la popularización de consignas feministas de empoderamiento y autoconocimiento, han hecho que varias mujeres jóvenes comiencen a rechazar la anticoncepción hormonal para vivir sus ciclos menstruales sin intervenciones. La tensión entre políticas demográficas, sociales, económicas y sexuales, y la libertad de decidir sobre la fecundidad sigue estando presente. Por eso más que un tema de decisión, de elección, la reproducción es un asunto de justicia, como han tematizado colegas y activistas de los Estados Unidos que acuñaron el término «justicia reproductiva» en el que se incluye el derecho a criar a los hijos e hijas en condiciones dignas.Telam
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