Beatles, Stones, el hipismo, Woodstock, Los Gatos, Manal, Almendra, Sui Generis, el B.A.Rock etc. etc. , ya eran parte de la historia. Pero en San Rafael las guitarras se enchufaban solo para integrar algún “conjunto” de los que hacían la rutina de bailes urbanos y en los distritos, en aceitadas imitaciones de cantantes y grupos comerciales que poco tenían de rebeldía, transgresión o innovación, copiando sin cambios las canciones de moda del momento.
Algún flequillito o pelito de mas podría verse, pero enfundados en prolijas vestimentas uniformes y zapatos lustrados. Nada que desentonara con los dictados del manual tácito de usos y buenas costumbres sociales de principios de los 70. Como mantener la apariencia de la veredita barrida y el autito impecable pero en la Música Popular.
En el Otoño de 1972 – Paseando en bici, un día como siempre, paré donde sonaban guitarras eléctricas: un portón de la calle Libertad e/Gutiérrez y Godoy Cruz – Era la casa de la flia de Carlos Clerici – en ese garaje-taller intentaban tocar Carlitos con una guitarra y otro amigo con un bajo con instrumentos prestados, enchufados a un amplificador algo elemental. Nos pusimos a conversar sobre “las músicas” que había, les compartí algo de los discos y las cosas
diferentes que andaban sonando. La música llegaba en grandes y bellos vinilos, eran un tesoro, que mas valía escuchar en algún aparato de cierta calidad.
Me fui sumando a sus juntadas en intención de ensayo. Pero a eso le faltaba percusión. Con un dato de alguien fuimos a ver una batería usada que vendían en una finca que estaría frente a donde hoy está la Bodega Lavaque en la Ruta 165. Luego, con ese elemento empezamos a ensayar los tres: conmigo en la batería, de lo que no tenía ningún conocimiento previo. No pasó mucho tiempo y el otro muchacho se fue. Quedó el rudimentario bajo “de no sé quien”.
Carlos pudo comprar (según recuerdo) dos discos que lo revolucionaron: uno era Pappos Blues y otro de Vox Dei. A finales de ese año me contacté con Jorge Moyano, un amigo que le sacaba sonidos raros a la guitarra, para sumarlo al intento, él trajo a otro amigo suyo que había tocado alguna vez batería.
Para el año siguiente, 1973, intentábamos armar algunas canciones propias, versionando además algo de los grupos de rock (escasos) que se podían escuchar. Las radios y medios de entonces NO SABIAN NI PASABAN NADA de estas músicas, en todo caso eso era algo malo, sospechoso.
Nos trasladamos a otro lugar de ensayo porque metíamos “mucho ruido”. Fuimos a parar a una habitación de una casa del abuelo de Carlitos Clerici en la calle Las Heras al 600 aprox. Teníamos la necesidad de comprar Instrumentos mejores. Juntando ahorros, fui Con Carlos a Bs. As. Alrededor de abril o mayo de ese año y nos trajimos guitarra y bajo nuevos, y un rudo, grandote equipo de guitarra Shirton, nacional, un equipo de voces usado, un par de micrófonos , dejé encargado a fabricar un equipo de bajo. Nos endeudamos un poco. Es necesario contar que en las casas de
música había cantidad de marcas nacionales calidades discutibles, pero nada venido de afuera. Las cuerdas de eléctrica que había a la venta, eran alambres finos durísimos y las de bajo, con una especie de lámina que envolvía la cuerda como una viruta de torno, duras e inciertas. Hasta el bajo había que tocarlo con unas púas rígidas y gruesas y darle con fuerza para sacarle el sonido.
Vueltos al Sur Mendocino, unos días después llegaron los equipo de guitarra y de voces. Ahora teníamos unos cuantos temas y sonaban o al menos no le errábamos demasiado.
Yo conocía a Juan Carlos Rivas, quien trabajaba en la vieja Radio Municipal. El tenía un programa al mediodía de los domingos en el que pasaba música que no se escuchaba en otras radios locales. Rock en castellano (lo que luego se llamaría rock nacional era en ese momento “Música Progresiva”). Juan Carlos era además integrante del Grupo Nosotros (Teatro Experimental), mantenían del propio bolsillo, su sala en uno de los locales que hay en la calle Bombal
del 81 al 87 aprox.
Un día me preguntó en que andábamos, le conté que estábamos sonando y me dijo que si nos animábamos, estaba el teatrito para tocar.
Habíamos mejorado el sonido con las nuevas compras. Nos teníamos fe. No teníamos nombre, tirando varias ideas, una de Jorge nos convenció: nos llamaríamos Cuerpo Presente.
Pusimos una fecha (creo que sería el domingo 10 de junio de 1973).
Fuimos a llevar los equipos e instrumentos un día antes en una chatita Chevrolet 28 de mi papá. Al conectar los amplificadores, se nos quemó el equipito de voces!! De modo que el equipo de Carlos que ya tenía 2 guitarras enchufadas ahora recibía también un micrófono.
Ese domingo al mediodía estuvimos con Carlitos en el programa de Rock de Radio Municipal de San Rafael, comentando lo que haríamos.
Habríamos puesto 21 hs como comienzo, pero, esas cosas a pulmón hacían que el horario propuesto nunca fuera el real. Con atraso abrimos telón más preocupados en no pifiar que por lo que teníamos delante. Iniciamos con una versión de “Canción para mi Muerte” de Charly y Nito. A su final descubrimos sentados a unos 20 muchachos y chicas que aplaudían!!!!! Eso nos tranquilizó un tanto y fuimos pasando todo lo que traíamos, unos 4 temas ajenos y 3 propios (qué atrevimiento!!!) y no había más.
Pero pasó que esa gente empezó a pedirnos bises y terminamos haciendo todo de nuevo.
Esa fue la primera vez que un grupo de rock hizo un recital en San Rafael.
A su final, alguna gente se quedó en la sala, habíamos imaginado una especie de debate o charla posterior. Había un gigante onda Stone entre ellos que parecía bardearnos. Lejos estábamos de saberlo todo sobre estilos, corrientes, etc. Apenas nos habíamos animado a tocar en público. Terminamos invitándolo a un ensayo.
En el próximo ensayo apareció el Stone: Víctor Brendani “el loco”. Justo ese día ya no vino más el batero. Y Víctor se sentó a la batería, cambió todos los elementos de lugar por ser zurdo: te apuntaba con el índice izquierdo cada vez que quería observar o cambiar algo.
Empezó a sonar una base rítmica potente y precisa. Algunas semanas después dejo de venir Jorge.
Apareció un amigo de la secundaria de Carlitos Clerici: Carlos Arana, que escribía algunos poemas. También musicalizamos letras de otro amigo mío: Aurelio Viñolo.
Me reencontré con un músico amigo y lo propuse. Vino entonces José Antonio Ulloa (Tony) para la otra guitarra.
El grupo pasó a desarrollar un estilo definido, propio. Nos mudamos a otro lugar de ensayo, la antigua casa de mis abuelos, en la primera cuadra de la calle Chiclana, ya teníamos cierto despliegue.
Hacia fines del año 73 hicimos nuestro segundo recital. Ahora en el auditorio de la Escuela Iselín. Con otra infraestructura. La propuesta ya era toda música propia y modestamente . . . sonábamos.
Aunque es una época muy creativa, A comienzos de 1974 Tony dejó el grupo por cuestiones de trabajo. Seguimos produciendo y en el otoño de 1974 hacemos en trío otra presentación en el Iselín. De ese recital, el último del grupo, es la foto que se publica en la mención que aparece en “Muestra del Pasado de San Rafael”.
Hacia el invierno de ese año yo también me voy para Futaleufú, Esquel, Chubut, donde estaba Tony, por mejores expectativas de trabajo. En los meses siguientes nos reunimos todos allá.
Para fines de 1975 fuimos volviendo individualmente al Sur Mendocino. La falta de lugar propio y las diferentes interrelaciones de c/uno, nos fueron alejando del motivo inicial de hacer música juntos.
Proveniente de barrios periféricos, de trabajadores, en el grupo nunca hubo padres que pagaran “estas cosas raras”: siempre nos bancamos con nuestros laburos.
Luis I. Saralegui
Neuquen
Mayo 2020″
Fuente:https://www.facebook.com/125247657679426/photos/a.317962305074626/1216990138505167/?type=3&theater
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