Las palabras no son inocentes. Siempre tienen una intención explícita y una implícita; en especial, cuando se trata de discursos políticos. Una misma frase puede ser interpretada con diferentes significados.
Cuando la ministra de Seguridad de la Nación, Sabina Frederic, tiene que salir a aclarar que no quiso decir que el “ciberpatrullaje” no será una persecución a las personas que son críticas y opositoras al Gobierno en las redes sociales, es porque algo se entendió mal o porque su frase fue tan desafortunada que la aclaración llegó algo tarde, cuando los ojos se habían posado sobre el grupo de militantes que se presenta como una suerte de policía del pensamiento.
Pasó con esta gestión y pasó con la anterior. Existe una disputa política muy fuerte en internet. Pero, hasta ahora, sólo apuntaba a generar tal o cual reacción a través de perfiles que operan para eso.
Que exista la posibilidad de que desde el Estado se monitoreen las expresiones en las redes es una luz de alerta, más allá de la aclaración que llegó cuando el manto de sospecha ya estaba desplegado.
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