En Taban, en la orilla derecha del río Danubio, capital de Hungría nació Ignaz Semmelweis, fue un obstetra húngaro que, a mediados del siglo XIX, precediendo los hallazgos de Pasteur y Lister, descubriendo la naturaleza infecciosa de la fiebre puerperal, logrando controlar su aparición con una simple medida de antisepsia. ¡El lavado de manos!
Debió luchar con la reticencia de sus colegas que no aceptaron sus observaciones. La sepsis ocasiona habitualmente en el mundo muchas muertes cada día. En la actualidad, la higiene de las manos es el factor individual más importante para el control de las infecciones. Y es realizado solo un tercio a la mitad de lo frecuente que debería ser hecho. Es difícil entender que un hecho tan rutinario, como lavar las manos previamente a examinar a un paciente, haya tenido tanta controversia e, incluso, oprobio a la persona que lo planteó como una medida básica para La atención de un enfermo. Ese fue el caso de este húngaro, quien no solo descubrió que esta simple medida salvaba vidas, sino que por primera vez aplicó la comprobación estadística a sus hallazgos.
Fue el quinto de siete hermanos e hijo de comerciantes. Hungría era entonces parte del imperio austríaco, cuya capital era Viena. Sus estudios médicos los realizo en Hungría y continuo en Viena, graduándose como médico obstetra en agosto de 1844. A los 28 años de edad fue nombrado asistente de la primera clínica ginecológica de Viena. La práctica obstétrica de Semmelweis se experimentó en el Allgemeines KrankenHans, el gran hospital general de Viena. La amistad con destacados médicos como el anatomopatólogo Karl von Rokitansky, uno de los fundadores de la anatomía patológica, Skoda de los métodos de auscultación y percusión pulmonar y Hebra que es considerado padre de la dermatología ayudo a que el tenga otra perspectiva de las cosas. ¡Lo que sería una charla de café entre ellos!
Semmelweis publicó su obra seminal De la etiología, el concepto y la profilaxis de la fiebre puerperal («Die Aetiologie, der Begriff, und die Prophylexis des Kindbettfiebers») en 1861, describiendo su investigación y proponiendo medidas para controlar la fiebre puerperal. A pesar de varias publicaciones difundiendo sus resultados y demostrando que el lavado profundo de las manos de los obstetras reducía significativamente la mortalidad por fiebre puerperal a menos del 1%, estas observaciones entraban en conflicto con la opinión médica establecida en su tiempo y sus ideas fueron rechazadas.
Sus recomendaciones solo fueron aceptadas después de su muerte, cuando Louis Pasteur confirmó la teoría de los gérmenes como causantes de las infecciones y Joseph Lister siguiendo las investigaciones de Pasteur implementó el uso de los métodos de asepsia y antisepsia en cirugía.
Lavarse las manos con el propósito de eliminar restos, suciedad y microorganismos no termina de instalarse del todo entre nosotros. La instalación de agua corriente, saneamientos y alcantarillado han sido vitales para impulsar la higiene de manos en el hogar. Antes de la extensión en las viviendas de la canilla, esta actividad se realizaba en otros muebles móviles como piletas, cántaros o jofainas, donde se vertía agua con una jarra. A pesar de ser corriente el sistema, hay países en vías de desarrollo o en subdesarrollo donde el suministro de agua corriente no está suficientemente extendido. Según Unicef, cada año más de 300 000 niños menores de cinco años fallecen por enfermedades diarreicas o infecciosas ligadas a la falta de saneamiento, y muchas de esas muertes podrían haberse evitado mediante una higiene de manos correcta. Para concienciar a la población, la agencia de la ONU promueve desde 2009 el “Día mundial del lavado de manos”.
Durante esta pandemia que nos toca vivir, la Organización Mundial de la Salud ha recomendado el lavado de manos como una de las formas de prevenir la infección. Quedarnos en casa y lavarse las manos con agua y jabón, eso es lo único que nos piden. No muchas veces tenemos la oportunidad de convertirnos en héroes, colaborando para detener lo que acontece, desde la comodidad de casa.
Gentileza: Beatriz Genchi – beagenchi@hotmail.com
Museóloga – Gestora Cultural – Artista Plástica.
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