La renuncia de Evo Morales a la presidencia de Bolivia se convirtió ayer en el primer revés que el presidente electo, Alberto Fernández, deberá superar en su objetivo de reeditar la unidad del progresismo regional que el kirchnerismo proclamó durante la década pasada.
Fernández denunció ayer que lo ocurrido en Bolivia se trató de un «golpe de Estado». Felipe Solá y la vicepresidenta electa, Cristina Kirchner, también expresaron esos términos, al igual que otros países de la región.
«En Bolivia se ha consumado un golpe de Estado producto del accionar conjunto de civiles violentos, el personal policial autoacuartelado y la pasividad del ejército. Es un golpe perpetrado contra el presidente», escribió Fernández ayer en Twitter.
En los últimos días, el presidente electo había explicitado su apoyo a Morales, ante lo que él consideraba un «intento de interrumpir el orden constitucional en Bolivia».
«Los países de la región y la comunidad internacional toda debemos seguir de cerca la situación y actuar ante cualquier hecho que implique un quiebre institucional», había tuiteado Fernández el sábado.
Las expresiones de Fernández, que en las últimas semanas había defendido y felicitado a Evo Morales, contrastaron con las fuertes observaciones y denuncias de la OEA sobre el proceso electoral boliviano. Consideró que no se puede validar los resultados de la elección y recomendó «otro proceso electoral» que cuente con nuevas autoridades para llevar a cabo comicios «confiables». Pocas horas después, tras una «recomendación» de los militares bolivianos, Evo anunció su renuncia.
Bolivia integraba, bajo el mando de Morales, un pilar en el mapa de alianzas que trazó Fernández para la región. Ahora, ese país queda envuelto en un gran interrogante.
En el giro que Fernández quiere imprimirle a la política exterior argentina a partir del 10 de diciembre, Bolivia era uno de los países -junto con México y Uruguay- con los que el presidente electo buscaba reforzar el vínculo y conformar un nuevo polo que hiciera contrapeso a lo que los dirigentes progresistas consideran una derecha más fuerte en América Latina, con el Brasil de Jair Bolsonaro a la cabeza.
En esa línea, la relación entre Morales y Fernández se caracterizó hasta ahora por un intercambio constante de elogios. Mientras que para el ahora expresidente la victoria de Fernández en las elecciones del 27 de octubre «revivió la esperanza» en la Argentina, para el presidente electo, la gestión de Morales en Bolivia fue «un ejemplo».
Así lo manifestó Fernández en septiembre, en plena campaña electoral, cuando viajó a Santa Cruz de la Sierra para visitar a Morales. «Has hecho una gran gestión. Es un modelo en Latinoamérica. Siento una gran admiración por vos», le dijo.
Poco más de un mes después, Fernández felicitaba a Evo Morales por la supuesta victoria en primera vuelta, pese a las denuncias de irregularidades que se habían generado tras la interrupción durante un día de la difusión de los resultados electorales, que hasta el momento del corte planteaban un escenario de ballottage entre el mandatario y el opositor Carlos Mesa. Solo cuando se volvieron a difundir los números, horas después, Evo figuraba con los sufragios suficientes para vencer en primera vuelta.
La situación en Bolivia conformó un revés al plan del Grupo de Puebla, que ayer terminó su segunda cumbre en Buenos Aires, con Fernández como protagonista e impulsor. Hasta ayer, la reunión se había anotado un logro simbólico con la liberación del expresidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva.
En esa cumbre, el presidente electo hizo anteayer una encendida defensa del gobierno de Morales.
«Tuve una charla de casi una hora con el presidente Macron. Hablamos de Lula, de Chile, de la Argentina, de Bolivia. Siento que en todo este tiempo ganaron otras voces y no supimos explicar lo que pasa en el continente. Y sentí que el presidente Macron me entendía, que entendía lo que pasa en Bolivia. Que lo que ocurre es que hay una clase dominante que no se resigna a perder el poder en manos de un presidente, que es el primer presidente boliviano que se parece a los bolivianos. Eso es todo lo que pasa», contó Fernández, en un panel que compartió con la expresidenta Dilma Rousseff y otros dirigentes.
Sé el primero en comentar en «Un revés para los planes de Fernández en la región»