San Rafael, Mendoza martes 26 de noviembre de 2024

Brasil descubre el origen del petróleo que ensucia sus playas… pero las manchas siguen llegando

Voluntarios ayudan a eliminar manchas de petróleo en la costa brasileña. EFE

Hay más de 280 playas afectadas en los nueve estados del noreste

La Policía puso este viernes fin al misterio del vertido de petróleo que desde finales de agosto intrigaba a Brasil. Cientos de miles de manchas de petróleo aparecían (y siguen apareciendo) en las playas de la costa noreste del país sin que se supiera su origen. Después de semanas de investigación, la Policía Federal concluyó que el culpable de esta nueva catástrofe ambiental es un barco de bandera griega, el Bouboulinha

El barco atracó en Venezuela el 15 de julio, y tres días después partió rumbo a Malasia. El vertido habría ocurrido entre los días 28 y 29 de julio. Gracias a técnicas de geointeligencia y calcúlos oceanográficos fue posible identificar al único petrolero que navegó en la zona donde se inició el derrame, a poco más de 700 kilómetros de la costa del estado brasileño de Paraíba.

La embarcación tiene una capacidad de casi 80.000 toneladas de petróleo, pero habría vertido al mar una cantidad mucho menos, alrededor de 2.500. La Policía ha pedido colaboración a cinco países a través de la Interpol para localizar al comandante del barco y a sus propietarios. El Bouboulina, que teóricamente ahora está haciendo un viaje entre Nigeria e Indonesia, tiene un historial turbio; en abril estuvo retenido cuatro días en EEUU por problemas en un filtro de descarte de residuos.

«Tenemos el local, la fecha y los indicios suficientes de la autoría, ahora faltan los detalles de las circunstancias. La investigación sigue en marcha para saber si fue un escape o un derrame provocado», dijo el comisario federal Agostinho Cascardo en rueda de prensa.

El vertido se detectó por primera vez el 30 de agosto, y desde entonces, la lista de playas afectadas no ha hecho más que aumentar. Según el último recuento del Instituto Brasileño de Medio Ambiente (Ibama), de este jueves, ya son 286 playas en 97 municipios de los nueve estados del noreste brasileño.

La región es famosa por sus paradisíacas playas de cocoteros, manglares y arrecifes de coral, y alberga algunas de las playas más conocidas del país. Jericoacoara, Praia do Forte, Morro de São Paulo, Praia dos Carneiros, o los Lençóis Maranhenses, entre muchas otras, se han visto afectadas por el vertido en los últimos días en mayor o menor medida. La semana pasada, el Gobierno anunció tímidamente ayudas al sector turístico, que justo empieza ahora la temporada alta de verano.

Un voluntario manchado de petróleo.

Los especialistas coinciden en que el impacto ambiental no tiene precedentes. La situación, no obstante, podría empeorar. Las manchas están llegando cada vez más al sur y se teme que alcancen el archipiélago de Abrolhos, un ecosistema muy delicado famoso por sus arrecifes y por el avistamiento de ballenas. Esta semana, investigadores de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ), en base a imágenes de la Agencia Espacial Europea, alertaron que una mancha de 200 kilómetros cuadrados se dirigía a la costa del estado de Bahía. La Marina y el ministerio de Medio Ambiente lo negaron rotundamente.

La confusión en las informaciones se debe, en parte, a la composición del petróleo venezolano. Según los los especialistas, es de peor calidad que el que se extrae en Brasil y no flota totalmente sobre el mar, sino que se mezcla con el agua, lo que dificulta que las manchas sean detectadas a través de satélites.

Al Gobierno le han llovido críticas por su gestión de la crisis. Bolsonaro no ha pisado una playa desde que el petróleo empezó a llegar a la costa y las Fuerzas Armadas se movilizaron semanas después. Durante muchos días, los trabajos de recogida del fuel eran liderados por pescadores y voluntarios en la mayoría de casos sin las herramientas ni los medios de protección necesarios. Varios de ellos han sido hospitalizados con síntomas derivados del contacto directo con el petróleo. El 18 de octubre, la Fiscalía acusó al Gobierno de estar siendo «omiso, ineficiente e ineficaz», y le obligó a activar un plan de emergencia en 24 horas, bajo amenaza de multa diaria de un millón de reales.

Ante las críticas de las organizaciones ecologistas, el ministro de Medio Ambiente, Ricardo Salles, optó por caldear aún más los ánimos insinuando que el vertido era un sabotaje obra de Greenpeace: «Hay unas coincidencias en la vida, ¿no?… Parece que el barco de Greenpeace estaba justamente navegando en aguas internacionales, frente al litoral brasileño, justo en la época del derrame de petróleo venezolano…», escribió el ministro en Twitter junto a una foto del barco Esperanza de la organización internacional.

Este jueves el secretario de Acuicultura y Pesca del Gobierno, Jorge Seif Júnior, quiso tranquilizar a la población en un vídeo junto a Bolsonaro diciendo lo siguiente: «El pez es un animal inteligente. Cuando ve una mancha de petróleo, capitán, huye, tiene miedo. Así que, obviamente, pueden consumir su pescado sin ningún problema. Langostas, gamas… todo perfectamente sano».

Fuente:https://www.elmundo.es/ciencia-y-salud/ciencia/2019/11/01/5dbc91a7fc6c83936d8b45c2.html

 

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