San Rafael, Mendoza lunes 25 de noviembre de 2024

Frutas y verduras antes de que las manipuláramos. – Por:.Beatriz Genchi

En estos días se habla mucho sobre los OGM o transgénicos y el intento de comer alimentos más naturales, pero el concepto de manipulación de cultivos ha existido desde la antigüedad. 

Por supuesto, el tipo de modificación genética practicada para transformar organismos silvestres en cultivos domesticados es bastante diferente a la ingeniería genética de hoy. Pero, aun así, se sorprenderían de cuán diferentes son muchas de las frutas y verduras comunes que damos por sentado hoy en día como producto de la genética selectiva.

Los primeros agricultores no modificaban sus cultivos para resistir los pesticidas, sino que los cultivaban selectivamente para resaltar sus atributos más deseables. Eso a menudo significaba productos más grandes y jugosos, algunos de los cuales son imposibles de encontrar en la naturaleza. Entonces, aunque hoy en día un durazno maduro y regordete es la norma, la realidad es que alguna vez fueron salados y pequeños, con muy poca carne. Los tomates y los pepinos son otros dos productos comunes que han experimentado un crecimiento exponencial en tamaño y variedad con el tiempo.

El durazno “moderno” tiene orígenes en China que se remontan al período neolítico, y la evidencia apunta a su domesticación alrededor del año 6000 a. C. El profesor de química australiano James Kennedy creó una infografía reveladora que resalta algunas de las diferencias entre el durazno natural original y el que encontramos hoy. Los duraznos no solo eran mucho más pequeños, sino que su piel era cerosa y el carozo ocupaba la mayor parte del espacio dentro de la fruta. Con el tiempo, se seleccionaron los mejores duraznos para crear la piel suave y carnosa y la carne suculenta que ahora asociamos con la fruta refrescante.

Las sandías, que tienen su origen en África, se convirtieron en un alimento muy común en los mercados de Western en 1600. El aspecto que tenían entonces era muy distinto de las actuales. Su interior era verde y con unas semillas más grandes. Hoy, las sandías tienen un aspecto mucho más fresco y jugoso, y su interior ha pasado a ser de color rojo.

En el terreno de las verduras, las berenjenas son las que más han evolucionado de forma y color. Y es que, a lo largo de toda su historia, han sido blancas, azules, celestes, moradas y amarillas. Las primeras se cultivaron en China y África y, además, tenían espinas. Y, poco a poco, este cultivo se ha deshecho de las espinas y se ha transformado en la verdura grande y morada con la que nos encontramos en los supermercados.

Como muestra de más cambios en los alimentos, la zanahoria también los ha experimentado. Las primeras que se conocen se cultivaron en el siglo X en Persia y Asia menor. Originalmente deberían haber sido moradas o blancas, con una raíz fina y bifurcada, pero con el paso del tiempo perdieron el pigmento púrpura y se tornaron amarillas.

Los humanos trabajaron en estas finas y blancas raíces y, a través de cambios genéticos y químicos, las convirtieron en las zanahorias grandes y naranjas de hoy.

Por último, el maíz amarillo y jugoso que podemos encontrar poco tiene que ver con aquella planta verde y seca, de apariencia poco comestible, que se cultivó por primera vez en el año 7.000 a.C. Esos cambios se produjeron a partir del siglo XV, cuando tuvo lugar la colonización europea, y estos comenzaron a ocuparse de este cultivo.

Pese a que las técnicas actuales de modificación son muy diferentes a las que se usaban hace cuatro siglos, el objetivo es el mismo: La tecnología transgénica permite hacer de forma precisa aquello que antiguamente hacían a ciegas mediante cruces, injertos, hibridaciones o induciendo mutaciones “a lo bruto” con productos químicos o radiactividad.

Gentileza: Beatriz Genchi – beagenchi@hotmail.com

Museóloga-Gestora Cultural-Artista Plástica.

 

 

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