Figura literaria y personaje, Rodrigo Díaz de Vivar, el Campeador, parece que había caído en el olvido desde hacía mucho. La novela “Sidi”, de Arturo Pérez-Reverte, y una serie en Amazon recuperan su nombre para unas generaciones de jóvenes que apenas saben quién es
Vivar, según la leyenda el pueblo natal del Cid, es un poblado pequeño, de casas bajas, con una iglesia, un convento y una hostería. No quedan vestigios del siglo XI, pero la presencia del guerrero salta a cada paso. Está la avenida del Cid Campeador, la calle Doña Jimena, el mesón del Cid y la calle del destierro. Un monumento lo recuerda, un mural pintado con la cita “El que en buena hora nació” y unas piedras que reproducen versos del poema épico que recoge sus hazañas. Pero los habitantes más jóvenes no saben quién es.
Admirado por sus amigos y respetado por sus enemigos (cristianos y musulmanes), Rodrigo Díaz de Vivar siempre ha permanecido entre la literatura y la realidad histórica; entre las leyendas que transmiten los romances y la cultura popular, y las apropiaciones patrióticas. “La historia de España se ha manipulado. Ahora por momentos es un hombre abominable que es rechazado por los ignorantes”, afirma José Luis Corral, profesor de Historia Medieval de la Universidad de Zaragoza y autor de la novela “El Cid”. Después añade: “Los jóvenes no saben casi nada de él porque aquí las Humanidades han sido apartadas de las aulas. Es lamentable”.
Hay pueblos que vivieron hazañas magnificas, pero carecieron de historiador que las cantara, y otros con gestas menos famosas, descubrieron el cantor que las lego a la historia y que todos leímos y hasta admiramos. En este caso el cantar de Mio Cid habla del ilustre vecino Don Rodrigo Díaz de Vivar y cuenta su vida y sus hazañas más allá de su frontera. Aunque fronteras adentro parece tener una deuda con los más jóvenes.
Por su parte, Laura, que pertenece a la asociación que vela por mantener vivo el recuerdo del caballero (y que cada año entrega un premio a la persona que más contribuya a que su nombre no caiga en el olvido), lo reconoce: “La dictadura lo perjudicó. Me da pena porque, la verdad, en Francia saben bien quién es. Ellos lo conocen mejor que nosotros. Existe una anécdota: cuando los franceses nos invadieron, unos soldados profanaron su tumba en San Pedro de Cardeña. Pero un general reconoció a quién pertenecía y ordenó que lo volvieran a poner. Eso lo hizo porque lo admiraba”. En Burgos, en el centro de la catedral, debajo de la bóveda, descansan los restos de Rodrigo Díaz de Vivar. Justo debajo de ese baldaquino que forman las pilastras y la cúpula. Agustín Lázaro, sacerdote del templo, lo comenta: “Pocos personajes están enterrados en un lugar tan preeminente”. Y describe cómo era: “Era un caballero de la nobleza que conquista el reino de Valencia y que quiere gobernar para cristianos, musulmanes y judíos. Para las tres religiones. Esto es muy importante porque ha pasado desapercibido y se le presenta como si fuera un Santiago Matamoros. Pero era un señor para los tres cultos. Es extraordinario. A ver cómo aparece eso reflejado ahora en la serie. Me parece que todavía puede seguir siendo manipulado”. Se refiere a la que protagonizará Jaime Lorente y que se estrenará el año que viene en Amazon. Ahora se pondrá de moda el Cid y lo hará en una situación compleja, difícil, porque no quedan demasiados especialistas que se hayan enfrentado mucho a su figura y su complejidad. Todavía se echa mano a la obra, que tiene cien años.
Frente a la tumba del Cid hay un joven que explica el monumento. Junto a ellos pasa una familia: unos padres con sus hijos. La madre reconoce al Cid: ella sí sabe quién es, pero sin entrar en demasiado detalle. Y dice: “Pero mis hijos no tienen ni idea de quién es. ¿Les preguntamos? Venid. ¿Vosotros conocéis al Cid?”. Uno de los chicos esconde la cabeza en el regazo de la madre. El otro hace un gesto de indiferencia y se aleja corriendo. Ella, con resignación, comenta: “Quieres que los niños sepan quién es. Haz un videojuego. Ya verás cómo entonces lo aprenden”.
Allá viene entonces, desdoblado entre Cid y Campeador para luchar por su memoria. Empuñando esta vez, nuevas tecnologías que le permitan permanecer.
Gentileza: Beatriz Genchi – beagenchi@hotmail.com
Museóloga-Gestora Cultural-Artista Plástica.
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