Hace dos millones y medio de años, un pequeño primate se acuclilló junto a un riachuelo y empezó a chocar dos piedras con una destreza nunca vista por aquellos territorios de África.
Después de unos cuantos golpes se detuvo y miró su creación, una lasca afilada de apenas unos centímetros de largo que sujetó con orgullo entre sus dedos. Era la primera tecnología humana, el inicio de un largo periplo de innovación que continuó hacia la flecha, el arte, la espada, la música, los cohetes espaciales y los teléfonos móviles cuyo control informático puede llegar a causar conflictos internacionales.
En 2013 un equipo de arqueólogos caminaba cerca de aquel riachuelo extinto y vio sobresalir del terreno la punta de una de esas herramientas. Estaban en una zona desértica del sur de Etiopía conocida como Bokol Dora. Tras varios años de excavaciones, los investigadores rescataron del subsuelo unas 300 herramientas, la mayoría pequeñas y afiladas, el tipo de tecnología que solo podría haber fabricado una mente más avanzada que la de un chimpancé, quizás para cortar carne y alimentar un cerebro hambriento de pensamientos y energía. Las herramientas tienen una antigüedad de unos 2,58 millones de años, lo que podría convertirlas en las más antiguas atribuibles a un humano, según explica hoy un equipo de paleoantropólogos de EE UU, Alemania, Portugal, Suráfrica, Francia, Etiopía y otros países en un estudio publicado en la revista Proceedingsde la Academia Nacional de Ciencias de EE UU.
El mismo equipo de científicos halló a apenas cinco kilómetros al sur de Bokol Dora los restos del humano más antiguo conocido. Se trata de una mandíbula inferior con unas muelas pequeñas, estilizadas, características de un homínido que ya comía carne y que vivió hace 2,8 millones de años. Era el miembro más antiguo que se conoce del género Homo, el mismo al que pertenecemos los Homo sapiens actuales.
Junto a las herramientas han aparecido 330 huesos fosilizados de antílopes, hienas, elefantes, cocodrilos y otros animales. Lamentablemente, los huesos están muy desgastados y no conservan marcas de corte, pero dan una idea del entorno en el que vivieron estos humanos: una sabana con pocos árboles, muy diferente a los bosques en los que vivían los primates más primitivos, como el australopiteco Lucy, que habitó en esta misma zona hace unos 3,2 millones de años. Este cambio de paisaje pudo contribuir a que los australopitecos bajasen de los árboles para adoptar una vida más bípeda. De algunos de esos australopitecos surgieron los primeros humanos unos 400.000 años después.
Las herramientas líticas más antiguas que se conocen son de hace unos 3,3 millones de años y se atribuyen a chimpancés y otros simios. Eran martillos para abrir nueces y moluscos. Hace unos 2,5 millones de años surge una nueva generación tecnológica llamada olduvayense porque se halló por primera vez en la garganta de Olduvai, en Tanzania. Eran puntas y lascas afiladas como bisturíes que denotan una capacidad de planificación característica de una mente superior. Las nuevas herramientas de Etiopía encajan entre ambos tipos, no son toscos martillos, pero tampoco son tan refinadas como las herramientas olduvayenses posteriores, según los autores del hallazgo.
“Es probable que en África muchos ancestros de los primeros humanos fueran descubriendo formas de usar herramientas de piedra”, explica Will Archer, investigador del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva y coautor del estudio. Después aparecen las herramientas halladas en Bokol Dora que, por ahora, marcan un punto de inflexión. “Si nuestra hipótesis es correcta, deberíamos ver que las herramientas de piedra son todas parecidas después de hace unos 2,6 millones de años, pero no antes”, resalta.
Los restos han aparecido a ocho metros por encima de una capa de cenizas volcánicas datadas en 2,59 millones de años. El estudio ha analizado también la polaridad magnética de la tierra al nivel donde se hallaron los restos, que apunta una fecha anterior a 2,581 millones de años, aunque los investigadores no han encontrado sedimentos de polaridad magnética inversa, lo que haría la datación más concluyente.
En Gona, otro punto de esta misma región de Etiopía, se descubrieron las que hasta ahora eran las herramientas humanas más antiguas. Aparecieron en una capa de terreno situada justo encima de sedimentos cuya polaridad indica los 2,58 millones de años y cinco metros por debajo de cenizas de 2,52 millones de años, es decir, que el podio de herramientas más antiguas se disputa por una diferencia de unos 1.000 años arriba o abajo y unos pocos metros de profundidad. “La datación de Bokol Dora es incierta, puesto que la polaridad solo debe ser usada como una datación de apoyo, nunca de referencia”, clama Sileshi Semaw, descubridor de las herramientas de Gona, presentadas en 1997, que trabaja en el Centro Nacional de Investigación sobre Evolución Humana (Cenieh), en Burgos. “Además señala que el nuevo estudio se desprende de un solo yacimiento, mientras que en Gona son 12 sitios”.
“Hasta que investigaciones posteriores confirmen la edad, no creo que las herramientas de Bokol Dora sean las más antiguas”, opina Mohamed Sahnouni, también del Cenieh. El año pasado este investigador presentó otra caja de herramientas humanas halladas en Argelia, que son de hace 2,4 millones de años. Estas también podrían haber sido fabricadas por un humano descendiente de aquel primer Homo que vivió en Ledi Geraru 400.000 años antes.
Aunque discrepa de los métodos de comparación de herramientas de otros yacimientos empleados, Manuel Domínguez-Rodrigo, paleoantropólogo que trabaja en la garganta de Olduvai, sí cree que estas son las herramientas más antiguas. “El hallazgo es muy importante” porque “es una segunda ventana abierta para saber qué hacían los humanos hace 2,58 millones de años”. “Vemos que ya hay un refinamiento para producir lascas de forma ordenada. Normalmente, los homínidos transportaban la materia prima y tallaban las herramientas en otro lado. Eran como navajas multiusos con las que no solo procesaban carne de animales, sino también cortaban vegetales y tenían otros usos. Todo esto, junto con la mandíbula humana hallada cerca, refuerza la idea de que los primeros humanos ya estaban aquí”, resalta.
Fuente:https://elpais.com/elpais/2019/06/03/ciencia/1559585748_126563.html
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