El tránsito de grandes arreos por rutas y caminos rurales convierte a esta etapa en un período que requiere especial atención. Por eso, autoridades locales y organizaciones vinculadas al sector solicitan a vecinos, viajeros y turistas extremar las medidas de precaución al circular.Con el inicio de la veranada, Malargüe ingresa en uno de los momentos más significativos de su calendario rural: la época de arreo en veranada. Durante estas semanas, los puesteros emprenden el tradicional traslado de sus animales hacia las zonas altas de la cordillera, donde pasarán los meses de verano aprovechando mejores condiciones de pastoreo. Este movimiento, que se repite generación tras generación, forma parte esencial de la identidad campesina del sur mendocino.
El tránsito de grandes arreos por rutas y caminos rurales convierte a esta etapa en un período que requiere especial atención. Por eso, autoridades locales y organizaciones vinculadas al sector solicitan a vecinos, viajeros y turistas extremar las medidas de precaución al circular. La presencia de animales sobre la calzada puede sorprender a quienes no están familiarizados con la dinámica de la trashumancia, y la convivencia segura entre vehículos y arreos depende en gran medida del respeto y la paciencia de quienes conducen.
La trashumancia no es solo un modo de producir: es un modo de vivir. Representa el esfuerzo diario de familias que han sostenido, a lo largo de décadas, una actividad que define el paisaje cultural y económico de Malargüe. Cada arriero que avanza con su ganado recorre rutas que también son historia, y su paso recuerda que en esta región la vida rural sigue siendo un pilar fundamental.
Desde el municipio remarcan la importancia de circular a baja velocidad, no tocar bocina para no alterar a los animales y estar atentos a la señalización y a las indicaciones de los puesteros. También subrayan que una actitud responsable por parte de los viajeros puede evitar accidentes y preservar no solo la seguridad vial, sino también la continuidad de una tradición que es patrimonio vivo.
En un departamento donde conviven el turismo, la actividad petrolera y la vida rural, cada temporada de veranada invita a reflexionar sobre la necesidad de valorar y proteger las prácticas que dan identidad al territorio. “Cuidar a nuestros puesteros es cuidar nuestra cultura”, insisten desde las áreas rurales. Acompañar su paso con respeto es una forma concreta de fortalecer ese compromiso.
La época de arreo ya está en marcha. Transitar con consciencia, paciencia y responsabilidad es clave para que todos los conductores, arrieros, animales y visitantes puedan compartir los caminos de Malargüe de manera segura y en armonía con esta tradición profundamente arraigada.


