San Rafael, Mendoza 18 de octubre de 2025

Educación laica y la expulsión de un nuncio: el enfrentamiento de Roca con la Iglesia, que intentó bloquear la Ley 1420

Durante su primer gobierno, aDurante su primer gobierno, a Roca le estalló el conflicto con la iglesia. En su segundo mandato, le tocó arreglarlo

Lo dispuesto por la ley que la educación religiosa sería optativa, antes o después de clases, terminó en una ruptura de relaciones entre el gobierno y la Santa Sede. Cuáles fueron las alternativas que llevaron a esta situación, el papel de Eduardo Wilde y la curiosa paradoja que fue el propio Roca, en su segunda presidencia, quien haría las paces con el Papa

En ese camino hacia el progreso, llevado adelante por las presidencias de Mitre, Sarmiento, Avellaneda y el propio Roca, un amplio sector liberal consideraba que la iglesia representaba un obstáculo. Era una institución profundamente arraigada en nuestro país, pero un importante sector de la clase dirigente era de la idea que había que separar de una vez las leyes que regían el Estado de las que imponía la iglesia, que se hacía oír a través de encumbrados voceros en cuestiones sensibles para nuestro país, como la educación o la misma inmigración: los religiosos no eran proclives a darle la bienvenida a aquellos extranjeros que no fuesen católicos.

Cuando el primer gobierno de Julio A. Roca llegaba a su fin, existían en el país 1741 escuelas públicas, a los que asistían 133.640 alumnos. Otros diez mil lo hacían en establecimientos particulares. Además, se crearon diez institutos normales, tres de varones y siete de mujeres y todas las provincias disponían de un colegio nacional.

El controvertido artículo octavo deEl controvertido artículo octavo de la ley 1420, que establecía que la educación religiosa era optativa

Roca entonces nombró a su amigo Eduardo Wilde. Había nacido en Tupiza, Bolivia en 1844, país al que sus padres debieron emigrar durante la época de Juan Manuel de Rosas. Su abuelo era el inglés Santiago Spencer Wilde y su papá, Diego, ahijado del Duque de Wellington.

Eduardo Wilde era un sanitaristaEduardo Wilde era un sanitarista y docente universitario de gran prestigio. Con Roca se conocían de los tiempos de estudiantes secundarios

Llegó a ser un talentoso profesor en la Universidad de Buenos Aires, un reputado sanitarista y autor de libros como Lecciones de Higiene y Lecciones de medicina legal y toxicología. Había desarrollado diversos proyectos de salubridad para la ciudad de Buenos Aires, como el diseño de una red cloacal y era uno de los padres de la idea del Hospital de Clínicas. Además, fue diputado nacional y provincial y periodista.

Cuando Roca asumió la primera presidencia, lo nombró presidente de la Comisión Nacional de Obras de Salubridad, pero al año siguiente debió hacerse cargo del ministerio de Instrucción Pública, Justicia y Culto por la renuncia de Pizarro.

A Wilde le tocó lidiar con tres leyes fundamentales: la 1420, de educación común, gratuita, obligatoria y laica; la 1565, que establecía la creación del Registro Civil y la 2393 del Matrimonio Civil. Configuraban un paquete que la iglesia interpretó como un avasallamiento sobre el terreno de la educación y la administración de la vida civil que lo consideraba de su exclusiva propiedad.

"Escuela sin religión" es un«Escuela sin religión» es un folleto editado en 1883 por el ex presidente Avellaneda, contrario a la ley 1420

Gracias a su muñeca política, el presidente hizo aprobar una moción para que en dicho congreso no se discutiese la cuestión religiosa. Pero al primer mandatario lo sorprendió enterarse de que estaba dando vueltas un proyecto que establecía la eliminación de la enseñanza del catolicismo de las escuelas. Los católicos -encabezados por José Manuel Estrada, Miguel Navarro Viola, Pedro Goyena y Tristán Achával Rodríguez- luego de que sus protestas fueron desoídas, se retiraron del congreso y así esa ley laica siguió su camino.

Nuevamente, el país se dividió en dos, entre los que apoyaban la enseñanza religiosa, nucleados en torno al diario La Unión y los que aceptaban que se diera el catecismo, pero en forma optativa fuera de los horarios de clase, postura defendida, por ejemplo, por el diario La Nación.

El proyecto laico fue aprobado en diputados, pero el Senado, con mayoría católica, lo rechazó, y volvió a la cámara baja.

Los liberales llamaban a los católicos “sacristanes”, mientras que éstos le decían “masones”. El ex presidente Nicolás Avellaneda, defensor de la enseñanza católica, denunció en un folleto “Escuela sin religión”, que editó en septiembre de 1883, que el Estado quería ser nuevamente omnipotente y que deseaba apoderarse de la escuela en la que se “forma el alma de los pueblos”. Le respondió Domingo F. Sarmiento con una serie de artículos periodísticos que llevaban el título de “La escuela sin la religión de mi mujer”, que fueron ampliamente difundidos por varios diarios y que hasta fueron traducidos a otros idiomas.

Cuando el nuncio Mattera abandonóCuando el nuncio Mattera abandonó el país, Roca se comunicó con el papa León XIII. Las relaciones entre ambos estados se congelaron por 16 años

Mientras tanto, Roca operaba para que la ley no llegase a los dos tercios y todo quedase en la nada. Pero no contó con la intervención del vicario Gerónimo Clara, a cargo de la diócesis de Córdoba, y la explosiva pastoral en la que prohibía a los católicos enviar a sus hijos a la Escuela Normal, donde enseñaban maestras protestantes. Clara era un viejo conocido que ya había despotricado contra los constituyentes de 1853 acusándolos de no tener autoridad para legislar sobre libertad de cultos.

Las maestras protestantes eran consideradas “herejes”. La iglesia decidió aplicar un anatema a la Escuela Normal, algo así como una excomunión.

La iglesia sintió como un embate un paquete de medidas que la desplazaba del centro de la escena: en nueve años se creó el registro civil, los cementerios abandonaron la órbita de la iglesia y se sancionó el matrimonio civil.

El 8 de julio de 1884 el Congreso sancionó la ley 1420: enseñanza gratuita y obligatoria con religión optativa, dictada fuera de las horas de clase. Así lo señalaba en su artículo 8: “La enseñanza religiosa solo podrá ser dada en las escuelas públicas por los ministros autorizados de los diferentes cultos a los niños de su respectiva comunión, y antes o después de las horas de clase”.

Algunas de las maestras contratadasAlgunas de las maestras contratadas por Sarmiento. Para la iglesia eran «herejes» porque no eran católicas

Roca calificó de subversiva la pastoral del obispo Clara, que a su vez contraatacó y declaró nulas las disposiciones del gobierno de no considerar obligatoria la enseñanza del catolicismo. El obispo terminó procesado.

El nuncio Luis Mattera, quien veladamente estaba operando para frenar el embate contra la educación religiosa, viajó a Córdoba. El prelado se había hecho cargo de la nunciatura en abril de 1880, y la jurisdicción de su responsabilidad comprendía además a Uruguay y Paraguay.

Se entrevistó con la directora de la Escuela Normal, quien le pidió que levantase la sanción. El nuncio puso condiciones: que la escuela enseñase la religión católica, que él pudiera inspeccionarla para velar por el cumplimiento y que no se impartiese educación protestante. Y que el gobierno argentino se retractase.

“El señor Mattera nada tiene que ver con las escuelas de la República”, sentenció Eduardo Wilde, ministro de instrucción pública de Roca.

Para el gobierno, lo de Mattera era una intromisión en asuntos del país. Este declaró que no pensaba responder el pedido de explicaciones exigidos por el canciller Francisco Ortiz hasta que el propio gobierno se disculpase por lo que se publicaba en la prensa contra él. Matera, ninguneándolo al canciller, le escribió al presidente, fundamentando su posición, sin ceder en su postura.

El gobierno, haciendo uso de la institución del Patronato -contemplado en el artículo 83 inciso 8 de la Constitución de 1853- terminó relevando al vicario de Córdoba. Nuevamente, las protestas del nuncio.

Colmada su paciencia, Roca consideró improcedentes la imposición del diplomático, ordenó se le remitieran sus pasaportes y le dio 24 horas para dejar el país. Era el 18 de octubre de 1884.

El primer mandatario no perdió tiempo y en una carta le explicó al Papa León XIII que no estaba rompiendo relaciones, sino que cancelaba la aceptación del pasaporte diplomático del belicoso nuncio. Pero lo cierto es que las relaciones entre ambos estados se interrumpieron durante 16 años. Matera sería enviado a Colombia, donde se hizo cargo de la nunciatura hasta 1890, cuando se retiró. Falleció el 29 de noviembre de 1891.

Los gobiernos que siguieron a Roca intentaron recomponer la relación. Juárez Celman envió al padre Echagüe; Pellegrini mandaría al católico Vicente Quesada. Ambas misiones fracasaron. Fue a partir del gobierno de Luis Sáenz Peña y de José Evaristo Uriburu cuando se recibieron señales amistosas de la iglesia de Roma. Cuando el gobierno nombró a Carlos Calvo embajador ante la Santa Sede, ésta mandó finalmente a un representante, que vino durante la presidencia de Roca.

En mayo de 1900 recibió en la Casa Rosada al Internuncio Apostólico Antonio Sabatucci, quien permanecería en el cargo hasta noviembre de 1906.

En el medio del conflicto, también hubo una historia risueña. En 1865 Wilde se había casado con Ventura Muñoz de Zavaleta, a la vez viuda de un médico. Cuando su esposa falleció, un amigo, Ramón de Oliveira Cézar le propuso: “¿Por qué no se casa con una de mis hijas?”.

Guillermina María Mercedes de Oliveira Cézar y Diana había nacido en Montevideo el 25 de junio de 1870. Había estudiado en el Colegio Americano, donde trabajaba la irlandesa Mary Elizabeth Conway, una de las maestras que había traído Sarmiento.

Convertido en una figura por demás impopular para la iglesia, debió sortear otro escollo. Cuando fijó 1885 como fecha para su matrimonio, la iglesia no lo quiso casar. Es que además era un abierto ateo y un masón.

Hubo un final feliz. Las gestiones de Roca lograron que el mismísimo arzobispo de Buenos Aires intercediera y hubo enlace oficiado por el obispo de Cuyo, con actores de lujo: el presidente fue el padrino, mientras que Carlos Pellegrini y Victorino de la Plaza fueron los testigos.

Roca y Guillermina mantendrían un idilio, tan largo como ese enfrentamiento con la iglesia, en tiempos en que muchas cosas estaban cambiando.

Fuente:https://www.infobae.com/historia/2025/10/18/educacion-laica-y-la-expulsion-de-un-nuncio-el-enfrentamiento-de-roca-con-la-iglesia-que-intento-bloquear-la-ley-1420/

 

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