Creo que la historia está compuesta de breves y dispersos episodios de quiebre unidos por largos y tediosos periodos que los unen.
En la historia de nuestro país hemos tenido unos cuantos: las invasiones inglesas, la revolución de mayo, la sanción de la constitución nacional, la integración de Buenos Aires, la revolución del Parque de 1890, el primer golpe de estado, la irrupción del peronismo, el terrorismo subversivo y el estatal, el retorno a la democracia, la década de los 90, el 2001 y ahora el gobierno de Milei.
Seguramente podemos discutir otros eventos que podrían sumarse a esta lista pero ese no es el tema central al que quiero referirme.
Milei marca un quiebre en lo comunicacional, en la concepción del Estado presente y en el rechazo a lo políticamente correcto. Todo esto permitió que una persona más cercana al mundo de los influencer que al de la política llegase a la presidencia del país, sin un aparato partidario, casi sin campaña, y con los medios de comunicación y el establishment en contra.
Gran parte de la sociedad volcó su apoyo al libertario principalmente por 3 motivos: terminar con la inflación, con la inseguridad y con la casta corrupta.
Hasta antes de que comenzase la actual campaña electoral estas 3 inquietudes parecían estar encaminadas y el apoyo al presidente no decaía, a pesar de las dificultades y los inevitables errores que todos cometemos. Los ataques de la oposición, sobre todo del kirchnerismo, eran tan tragicómicos que no hacían más que agrandar la imagen presidencial.
Pero desde hace cerca de un mes las cosas cambiaron. Comenzaron a atacar el pilar básico del plan económico –el superávit fiscal- con la promulgación de leyes demagógicas como la de jubilados, la de discapacidad o la del Garraham que apelan a lo emotivo sin explicar los cómos. Toda persona de bien está de acuerdo con estos pedidos, pero el voluntarismo no solo no es suficiente, sino que incluso muchas veces es contraproducente.
Se comenzó a instalar un clima violento en las manifestaciones callejeras y en las presentaciones de los candidatos libertarios y por último se expuso situaciones que cuestionan la honestidad de algunos miembros del gobierno y principalmente de la hermana del presidente.
Como podemos ver a las promesas/logros del gobierno (economía, seguridad, anti casta) la oposición desató acciones de desgaste y destrucción (gasto público, violencia, denuncias de corrupción).
De estas 3 armas la que más preocupa es la última, puesto que es de orden ético y muy difícil de comprobar o desmentir más aun en tan poco tiempo.
Todos quienes somos liberales desde siempre y no simples parásitos oportunistas, quienes creemos en la libertad, en el mérito, la honestidad y en todos esos valores que nos enaltecen como individuos no podemos dejar de estar preocupados con las denuncias públicas hechas contra el gobierno y sobre todo contra Karina Milei, el punto de apoyo fundamental del presidente.
Es fundamental que esto se aclare inmediatamente y que si hay culpables estos sean expulsados y denunciados en la justicia, incluso si la implicada fuese la propia Karina. Semejante conducta del presidente generaría un respaldo casi absoluto.
Otra medida que debería tomar Javier Milei es elegir con más cuidado a sus colaboradores y congresistas, al tiempo que tenerle más paciencia a quienes son verdaderos liberales y no se comportan como corderos, sino que muestran sus discrepancias con respeto.
Estamos viviendo una oportunidad histórica única, una oportunidad que no se ha presentado en los últimos 100 años. No la arruinen.
Gentileza:
Rogelio López Guillemain
fidias1967@gmail.com





