Sirgueras eran las mujeres que tiraban de las embarcaciones a través de una sirga, cabo empleado para tirar de las embarcaciones desde tierra. Fue un empleo bastante común durante el siglo XIX en Europa.
En un principio, este empleo estaba prohibido para las mujeres por el gran esfuerzo que requería. Sin embargo, debido a las guerras la mayoría de hombres tuvieron que marchar y fueron las mujeres las que pasaron a desempeñar esta labor.
A simple vista, podrían parecer una escena común de principios del siglo XX: una mujer caminando junto a un canal, vestida con ropa de trabajo y la mirada baja. Pero si observabas con detenimiento, se notaba la cuerda tensa en su pecho. Está tirando, no de un animal ni de un carro… sino de un barco entero.
Mujeres que, como si fueran bestias de carga, remolcaban embarcaciones a lo largo de los canales. Sin motores y sin animales de tiro disponibles, ellas eran la fuerza que movía el comercio, la agricultura, la vida. No era una excepción. Era parte de una rutina invisible, estas mujeres, con sus espaldas encorvadas y manos curtidas, sostuvieron a familias enteras y mantuvieron a flote economías locales. Cada paso que daban sobre la tierra húmeda era un acto de resistencia silenciosa.
Haciendo un poco de historia europea: Bilbao en el año 1300 consiguió el título de «villa» lo que hizo que de inmediato la ría tomara una gran importancia. De hecho, en el año 1310 cuando murió el Señor de Vizcaya, su sobrina María Díaz de Haro, impuso una nueva fuerza regional, la ría se convertiría en el eje de la economía. Sin embargo, en aquel entonces la ría de Bilbao no se parecía a la que conocemos hoy. Llena de arena y marismas, lo que dificultaba su uso. Por desgracia, las obras de higiene de la ría de Bilbao no pudieron iniciarse hasta años más tarde por las guerras carlistas.
Una vez terminadas las guerras la situación volvió a su ser, comenzaron las obras para habilitar la ría, junto con la creación de puertos. Por desgracia, estos esfuerzos no fueron suficientes y muchos barcos no fueron capaces de salir del puerto de Portugalete. Debido a este hecho, se utilizaron embarcaciones más pequeñas (gabarras y txalupas) que iban hasta puertos cercanos o hasta los buques mercantes para llevar los productos hasta la ciudad. Pero a menudo era difícil continuar el viaje en estas pequeñas embarcaciones por lo que era necesario ayudarse con una cuerda que iba por la tierra para moverse. Eran los sirgueros los que cumplían esta función.
Los primeros sirgueros oficiales fueron los bueyes cerca del año 1796. Hasta ese mismo año, el consulado de Bilbao permitía la sirga libre, esto quiere decir, cuando la tripulación de los barcos se dirigía hacia ese trabajo o a sus alrededores, necesitaban la ayuda de personas y la fuerza de los animales.
Sin embargo, por esas fechas, una empresa de propietarios de bueyes, le ofreció al consulado el servicio oficial de sus animales y éste lo aceptó, siendo así regulado por primera vez el servicio de los sirgueros.
Según la nueva normativa, una cantidad exacta de trabajo se fijó y se contrataron personas para dirigir a los animales. De esta forma, estas personas también cobrarían dinero. Por otro lado, aunque las normativas estén muy a favor de decir la verdad, no fueron muy verdaderas porque necesitaban contratar a mucha gente y todos los servicios se tenían que controlar. Por eso, en 1889, aparecieron las naves de vapor y la sirga de los bueyes parecía desaparecer porque las naves hacían su trabajo.
Este nuevo sistema apareció en la época de explotación del hierro. Este material era adecuado para utilizarlo en los hornos Bessemer ya que era el hierro de Vizcaya porque otros no tienen ese tipo de hierro y por eso la demanda subió. Tal fue así que también hizo que subiera el tráfico de naves por la Ría. Por otro lado, aunque la sirga de los bueyes parecía que había desaparecido, ésta, perduró. Al subir la cantidad de las naves que subía por la ría, se necesitaban más servicios para llevar las cantidades y esta función la podían cumplir los sirgueros.
Así pues, las mercancías de las naves también las llevaban las góndolas. Las góndolas para pasar por algunos lugares, necesitaban ser movidos por los sirgueros en algún momento del trayecto. Los sirgueros eran una asociación laboral y tenía un gremio propio. Sin embargo, no se necesitaba ninguna preparación para hacer ese trabajo (los servicios se necesitaban en el momento) y el gremio no protegía mucho a los trabajadores. De este modo, como sirguero había mucho trabajo, en el momento se recibía el premio del dinero y cada vez más mujeres empezaban a trabajar.
El de las sirgueras era un trabajo propio de bueyes. En aquel contexto, contratar a mujeres para el trabajo de sirga era más barato que emplear bueyes, pues el salario apenas cubría el gasto alimenticio diario.
(Foto: Grupo escultórico ‘Las sirgueras’ de Dora Salazar inaugurado en 2021 que reivindica junto a la Ría de Bilbao el trabajo de las mujeres y el camino inacabado hacia la Igualdad).
Gentileza:
Beatriz Genchi
Museóloga – Gestora cultural.
Puerto Madryn – Chubut.





