El fitoplancton es la base de la red alimentaria en el océano y, por ende, en la tierra también. Sirve de alimento al zooplancton, que son animales muy pequeños, que a su vez son consumidos por peces pequeños y que son comida de otros de mayor tamaño. El último eslabón de esta red alimentaria es el ser humano. Además, realiza fotosíntesis para obtener energía del Sol y con eso sustenta al resto de la red alimenticia marina, ya sea a través del oxígeno que producen o como fuente de alimento al ser ingeridos.
En este marco, los investigadores de la Universidad de Washington, California y el Instituto de Massachusetts buscaron determinar la abundancia de este organismo. Para ello, recorrieron durante una década 150 mil millas náuticas (equivalente a casi 278 mil kilómetros). Con una herramienta llamada citómetro de flujo, tomaron agua en tiempo real y dispararon luz láser a las células de Prochlorococcus a medida que pasaban. Como cada célula contiene clorofila que se ilumina al ser impactada por el láser, podían detectar la abundancia de este fitoplancton: en diez años analizaron 800 mil millones de células de Prochlorococcus.
Este fitoplancton se reproducen de manera asexual al dividirse en dos o múltiples partes. En el estudio, los autores determinaron que las tasas de división aumentan en función de la temperatura del océano. Cuando el agua supera los 28°, el fitoplancton colapsa y deja de existir.
“El aumento de la temperatura modifica la distribución del plancton sobre el que se sustentan las redes tróficas oceánicas. El océano se vuelve más ácido, las especies indicadoras mueren o se ven afectadas en sus poblaciones y el resto cambia sus áreas de distribución modificando los ecosistemas oceánicos y marinos costeros”, detalla Cappozzo ante la Agencia.
De esta manera, este tipo de fitoplancton se convierte en un organismo indicador de alteraciones ambientales oceánicas vinculadas al cambio climático y al calentamiento global. A su vez, si el fitoplancton se ve afectado, esto traerá consecuencias sobre toda la red alimenticia que le sigue: desde microorganismos hasta el ser humano.
El experto continúa: “Las conclusiones resaltan la posible vulnerabilidad de los ecosistemas marinos dependientes del Prochlorococcus. Estos resultados están alineados con los problemas emergentes, como la potencial desaparición de los grandes vertebrados marinos que comprometen la viabilidad de la vida en la Tierra, como advirtieron los expertos hace ya casi dos décadas”.
Fuente:https://agencia.unq.edu.ar/?p=31361





