El nuevo marco para los proyectos del Distrito Minero Occidental (II) marca un rumbo positivo. Pero el verdadero desarrollo requiere fortalecer la participación local, integrar otras disciplinas y garantizar un abordaje más profundo y territorializado.
El Malargüe Distrito Minero Occidental (MDMO) es, sin dudas, una apuesta audaz y estratégica del Gobierno de Mendoza para diversificar su matriz productiva en un contexto de transición energética global. Sin embargo, ningún proyecto territorial ambicioso puede prosperar si no se construye sobre una base técnica rigurosa, territorialmente situada y socialmente validada.
Tal como he expresado en artículos anteriores, apoyo decididamente el proceso iniciado por la Provincia. Sin embargo, como profesional comprometido con el desarrollo local, considero fundamental señalar las debilidades del Documento Marco que guía este proyecto, muchas de las cuales fueron advertidas con claridad por el dictamen técnico emitido por la Facultad de Ciencias Aplicadas a la Industria (FCAI-UNCuyo).
Vacíos técnicos que exigen ser atendidos
El informe técnico de la FCAI evidencia una serie de observaciones que deben tomarse con seriedad:
- Falta de datos empíricos y fuentes primarias: Muchas afirmaciones del documento de GT Consultora se basan en suposiciones no contrastadas. Por ejemplo, se señala que «la mayoría de las actividades son de subsistencia» sin aportar datos ni estudios que lo demuestren. Incluso no se tuvieron en cuenta los datos definitivos del Censo Nacional 2022 constituyendo una omisión grave.
- Insuficiente caracterización ambiental: El informe carece de un análisis profundo de los ecosistemas locales, los usos del suelo actuales, las fuentes hídricas y los posibles impactos acumulativos. Tampoco se explicitan indicadores para el monitoreo ambiental.
- Escasa integración de la dimensión territorial: El territorio es tratado como un fondo físico y no como un sistema dinámico con actores, tensiones, conflictos y trayectorias. Esto debilita el enfoque de desarrollo sostenible que el propio documento dice promover.
- Ausencia de escenarios prospectivos: El documento no incluye una modelización de escenarios futuros que permitan anticipar impactos sociales, económicos y ambientales. Esto impide tomar decisiones estratégicas informadas.
- Deficiente integración de las actividades productivas actuales: No se desarrolla con profundidad el rol de la ganadería extensiva, la agricultura, la apicultura o el turismo rural, actividades claves en el oeste malargüino.
Estos vacíos no son menores. Como señala la FCAI, varios de ellos pueden comprometer la calidad de los futuros Informes de Impacto Ambiental individuales y la toma de decisiones sobre cada proyecto.
Lo que se puede (y se debe) mejorar
Frente a estas debilidades, es imprescindible repensar el abordaje técnico en las próximas etapas del MDMO. En ese sentido, propongo:
- Reforzar los equipos con especialistas en desarrollo territorial: Profesionales capaces de comprender la complejidad del territorio más allá de la dimensión ecológica o jurídica. La planificación territorial no es una sumatoria de datos, sino una lectura integral de actores, dinámicas y tensiones.
- Incorporar metodologías participativas y fuentes primarias: Entrevistas, talleres comunitarios, encuestas y trabajo de campo para conocer la realidad productiva, las percepciones sociales y las expectativas de los habitantes (el ejemplo de Portezuelo fue un buen modelo a seguir).
- Incluir estudios de línea de base ambiental y social: Antes de autorizar cualquier proyecto individual, es fundamental contar con datos cuantitativos y cualitativos robustos sobre flora, fauna, agua, calidad de vida, formas de organización, entre otros aspectos.
- Diseñar escenarios de desarrollo alternativos: Usar herramientas de prospectiva territorial que permitan simular distintos caminos de desarrollo, con sus beneficios y riesgos. Esto fortalece la transparencia y la planificación estratégica.
- Establecer un sistema de monitoreo participativo: Con indicadores construidos junto a las comunidades y monitoreados de manera conjunta con participación ciudadana. Esto refuerza la confianza, la legitimidad y la gobernanza del proceso.
Conclusión: más que un informe, se necesita un compromiso
El MDMO es una iniciativa valiosa que merece todo el respaldo institucional, político y social posible. Pero ese respaldo solo será sostenible si se apoya en estudios técnicamente rigurosos, territorialmente pertinentes y socialmente dialogados.
Aún estamos a tiempo de corregir, fortalecer y legitimar el proceso. Para ello, es indispensable que en la elaboración de los futuros Informes de Impacto Ambiental y Territorial se convoque a un Equipo Interdisciplinario con la formación profesional necesaria, con experiencia en la región y compromiso con el bienestar del oeste malargüino.
El desarrollo no se decreta ni se impone: se construye en diálogo con el territorio y sus actores. Ese es el camino que debemos tomar para que el MDMO no sea solo un gran proyecto sobre el papel, sino una oportunidad real de transformación inclusiva y sostenible. Malargüe tiene la oportunidad de liderar un nuevo paradigma de desarrollo en Mendoza. No dejemos pasar la ocasión.
Fuente:https://www.jornadaonline.com/mendoza/mineria-en-malargue-de-un-buen-punto-de-partida-a-un-gran-proyecto-colectivo/