
Aunque defender a la patria es un acto noble y lleno de arraigo patriótico, un análisis profundo revela que para el 90% de los jóvenes esta decisión responde más a una necesidad de salida laboral rápida que a un compromiso vocacional, debido a las escasas posibilidades de empleo y estudios.

La inscripción masiva, impulsada por la necesidad, podría traducirse en una realidad donde jóvenes sin la preparación necesaria ingresen a las filas militares, con riesgos que incluyen un impacto en su salud física y mental, además de una posible desconexión de sus verdaderas vocaciones y proyectos de vida.
Es fundamental que las instituciones acompañen esta iniciativa con programas integrales de orientación, capacitación y apoyo psicológico, para garantizar que la decisión de ingresar al Ejército sea verdaderamente beneficiosa y no solo una solución inmediata a un problema estructural.
En definitiva, la movilización de estos jóvenes en medio de una crisis revela que las política pública, las estrategias laborales y educativas deben centrarse en generar oportunidades genuinas y sostenibles, para que decisiones como esta sean verdaderamente libres y conscientes, y no solo el resultado de la desesperación.





