San Rafael, Mendoza miércoles 19 de marzo de 2025

¿Y si no somos 8.000 millones de habitantes? Descubren la omisión de millones y sus efectos en los planes climáticos

Multitud en la calle Preciados de Madrid.Una universidad finlandesa dice que la población rural sería entre el 53% y el 84% más alta de lo que se creía, lo que ha afectado a miles de estudios y decisiones gubernamentales

En el año 2022, Naciones Unidas anunció que el planeta había llegado a los 8.000 millones de habitantes. En el momento de escribir estas líneas, la web Population Today, que nos va contando uno a uno, y segundo a segundo, dice que ya andamos por los 8.211.333.125, que la India es el país más poblado y España el 32. Todas las decisiones y cálculos científicos sobre el cambio climático, la asignación de recursos, la planificación de infraestructuras, la gestión de riesgo de desastres, o la lucha contra una pandemia, depende de esa cifra. Los expertos coinciden en que, antes de 2050, llegaremos a los 9.000 millones de habitantes. Sin embargo, una investigación de la Universidad finlandesa de Aalto, que acaba de publicar Nature Communications, abre la posibilidad de que ya hayamos superado esa cifra, e incluso quizá también los 10.000.

«La población real que vive en zonas rurales es mucho mayor de lo que indican los datos oficiales de población mundial», afirma el investigador experto en Agua y Desarrollo, Josias Láng-Ritter.

En torno al 43% de los 8.200 millones de habitantes viven en zonas rurales. Y de acuerdo con esta investigación, la cifra sería entre un 53% y un 84% más alta de lo que pensábamos, con especial incidencia en China y el sudeste asiático, pero también con importantes lagunas en Latinoamérica y Centroeuropa. «Los resultados son importantes ya que se han estado utilizado datos erróneos para respaldar la toma de muchas decisiones en miles de estudios», apunta Láng-Ritter.

No es la primera vez que se investiga si existe algún error en las estimaciones, pero los intentos anteriores, al parecer, tendían a centrarse en países individuales o en áreas urbanas. El problema, que no todos los países cuentan con los recursos necesarios para una recopilación precisa de los datos, y a veces puede resultar muy difícil acceder a las regiones rurales, con poblaciones muy dispersas, y en vastas áreas de terreno. Los investigadores no tardaron en descubrir que el sesgo negativo era sistemático en todo el mundo, con discrepancias particularmente notables cuando analizaron conjuntos de datos de comunidades rurales en China, Brasil, Australia, Polonia y Colombia.

Para descubrir estos errores tiraron, por ejemplo, de datos de multinacionales para la construcción de presas: «Cuando se construyen presas, se inundan grandes áreas y es necesario reubicar a la población, que suele contabilizarse precisamente porque las compañías tienen que pagar indemnizaciones a los afectados. A diferencia de los conjuntos de datos de población global, estas declaraciones de impacto local proporcionan recuentos de población exhaustivos sobre el terreno, y sin el sesgo de las fronteras administrativas».

Los hallazgos sugieren que las necesidades de las personas que viven en zonas rurales han estado subrepresentadas en la toma de decisiones a nivel mundial, lo que podría haber provocado una insuficiencia de recursos para la atención médica o el transporte.

La conclusión del estudio es que «existen sólidas razones para creer que los datos más recientes aún omiten parte de la población mundial», y que extrapolando sus estimaciones, estaríamos hablando de entre 2.000 y 3.000 millones de habitantes. El problema es que «incluso si los mapas de población más recientes reflejaran la realidad, los conjuntos de datos anteriores han influido en la toma de decisiones durante décadas, y todavía se siguen utilizando», apuntan. Y además no tiene fácil solución: «Por ejemplo, aquí en Finlandia, los datos de población son muy fiables, incluso en las zonas rurales, ya que fuimos el segundo país del mundo en empezar a llevar registros digitales de población en 1990. Pero en países subdesarrollados, la transición hacia registros digitales de población podría llevar años, incluso décadas», afirma Láng-Ritter.

 

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