Caía, lo dio vuelta, le igualaron a cinco minutos del final y casi lo perdió en la última jugada; reacción negativa de los hinchas en la despedida
Mejora en algo y comete desarreglos en lo que más le venía funcionando, como era la capacidad para evitar goles. River sigue hacer un partido redondo, una producción que pueda interpretarse como de despegue, ahora que se acerca el debut en la Copa Libertadores –el martes, en Lima, ante Universitario- y el Monumental demanda señales más convincentes. Certezas que escasean. Se sigue a la espera de un equipo que dé más garantías, y como no aparece –salvo en pasajes fugaces-, el empate de Santi López a cinco minutos del final, más el gol que se perdió Enzo Copetti en una de las últimas jugadas del encuentro, cambió el humor de las tribunas, hubo silbidos, cuando un ratito antes se había paladeado el 3-1 con un cabezazo de Germán Pezzella que salió apenas desviado y un tiro de Franco Mastantuono que dio en un poste. Un vuelco abrupto. A equipo inestable, hinchas cambiantes.
Sin el lesionado Facundo Colidio, con el chileno Gonzalo Tapia que a duras penas hizo méritos para ser suplente, Gallardo apostó de arranque a la reunión de mediocampistas para acompañar al único delantero puro: Miguel Borja. Giuliano Galoppo y Rodrigo Aliendro fueron los laderos de Enzo Pérez, que agradece que no tenga tantos metros que cubrir en un equipo que se vuelca al ataque y tiende a desproteger sus espaldas. Mastantuono y Meza era la siguiente escala de volantes en esa pirámide invertida que era River cuando avanzaba sobre campo rival. Y por la izquierda había que hacerles lugar a las proyecciones de Acuña, con más ritmo y aceleración que en partidos anteriores.
River se complicó en los primeros minutos con un par de malas decisiones de Pezzella y Lucas Martínez Quarta. Este último provocó un córner evitable. Ignacio Malcorra se tomó todo el tiempo del mundo para ejecutarlo, en una pausa que pareció adormecer la defensa zonal que dispone River en las acciones de estrategia. Esto sin restarle mérito a la zurda con mira telescópica de Malcorra, que sirvió un centro al primer palo para la estupenda peinada cruzada del paraguayo Sebastián Ferreira, que venía de convertir contra Gimnasia.
Iban apenas siete minutos y la desventaja no dejaba de ser preocupante para River, equipo que últimamente venía compensando su famélico promedio de gol con la solidez defensiva, sobre todo cuando dependió de las atajadas de Armani. Si bien le costaba hilvanar varios pases seguidos, River les puso intensidad a sus movimientos, con Mastantuono como el más eléctrico, siempre confianza en su poderoso arranque y quiebre de cintura.
Rosario Central llegó al Monumental sin sus dos caudillos defensivos: Mallo y Quintana. Intentó compensar esa falta de fiereza individual con un compacto planteo colectivo. Además, el 1-0 tempranero le dibujaba un escenario propicio para que Malcorra fuera el lanzador y Campaz encendiera la moto por la izquierda.
Lo que River no consiguió con movilidad y circulación de la pelota lo resolvió con una jugada de estrategia. Acuña, como Malcorra, le puso tiza a su zurda y ejecutó un centro con la comba justa para el cabezazo de Martínez Quarta, en su primer gol desde el regreso; también reaparecía tras 28 días de recuperación por una lesión muscular. River cerró un primer tiempo con más insinuaciones que situaciones claras de gol. Para bajarle las revoluciones también estaba Broun, que como todos los arqueros manejan los tiempos de un partido simulando dolores y decidiendo cuándo se reanuda el juego. Se hace urgente la aplicación de la nueva regla, que restringirá la arbitrariedad de los arqueros para poner los partidos en el frízer.
El juvenil Ian Subiabre ingresó en el segundo tiempo para un poco más de profundidad por la izquierda. A los 16 segundos ya se estaba revolviendo en el área para sacar un zurdazo alto. Aunque de manera esporádica, Rosario Central no dejaba de ser amenazante por la vía del contraataque. El zurdo Giaccone estuvo cerca de conectar frente al arco un centro rasante de Campaz.
El desarrollo seguía siendo interesante, cada uno con sus cartas. A River le hervía más la sangre por atacar. No importaba que Mastantuono se equivocara en una asistencia porque enseguida vino la recuperación para el centro de Bustos, el despeje de Komar y la definición de pique al piso de Subiabre, con una parábola imposible para Broun y un defensor. Primer gol del juvenil.
La rueda de los cambios –debutó el colombiano Castaño, que se mostró activo- le funcionó mejor a Central, que juntó a Giaccone, Copetti y Santi López para el 2-2. Manuel Lanzini jugó bajo el repudio que ya había escuchado cuando lo anunciaron como un integrante del banco. Su caso parece no tener vuelta atrás entre la gente, está sentenciado, mientras River, como expresión colectiva, retrocede hasta cuando se dispone a dar un paso al frente. Y ahí sigue, en tierra de nadie.
Fuente:https://www.lanacion.com.ar/deportes/futbol/river-se-amargo-mucho-al-final-y-sigue-sin-hacer-un-partido-redondo-empato-con-rosario-central-nid30032025/