San Rafael, Mendoza viernes 21 de febrero de 2025

Una carta muy sonora – Por: Beatriz Genchi

La famosa carta de Ludwig van Beethoven, conocida como “Carta a su amante inmortal”, es una obra maestra no sólo de la literatura sino también un tesoro cultural que refleja la profundidad emocional de una mente aguda y llena de talento.

Escrita en julio de 1812 durante la estancia de Beethoven en el balneario de Teplice, la carta es un espejo del corazón del artista, donde los fuertes deseos de amor se entrelazan con el dolor de la separación.

La carta comienza con palabras íntimas e inquietantes: «Mi amor, mi todo…».

Desde la primera línea, Beethoven lleva a los lectores a su complejo mundo interior, donde el amor por la mujer de la carta tiene un matiz apasionado y profundo, que trasciende todos los límites del tiempo y el espacio.

“Aunque no nos pertenezcamos completamente el uno al otro, sigo siendo tuyo para siempre, para siempre tuyo”, expresó, como afirmación de que su corazón siempre será leal a la persona que ama.

A lo largo de las siguientes líneas, Beethoven revela su profundo dolor al verse separado de su amada. Aunque ese amor es eterno, las duras circunstancias y las responsabilidades de la vida los separan.

Escribió: “Ámame como yo te amo, nunca dudes de mi lealtad”, como una petición desde el fondo de mi corazón y, al mismo tiempo, una promesa que nunca cambiará.

Las cartas de Beethoven no sólo expresaban su deseo de amor sino también un suspiro doloroso por la distancia.

“Tú eres mi salvavidas, pero esta distancia me duele más que cualquier dolor. ¿Sientes eso? Este mundo parece demasiado pequeño para contener nuestro amor y demasiado grande para que nos encontremos”.

Estas no son palabras floridas, sino un corazón desnudo, lleno de desesperación y deseo. Al final de la carta, Beethoven muestra contemplación mientras consuela a su amante y se tranquiliza a sí mismo.

«Ser paciente; El tiempo responderá a todo. Nuestro amor, si es verdaderamente eterno, superará todos los desafíos”, escribió.

Las palabras son como un susurro en la noche oscura y transmiten la frágil esperanza de que su amor perdurará a pesar de todos los obstáculos. Y luego, la carta se cerraba con las últimas palabras llenas de ternura: «Por siempre tuyo, por siempre mía, por siempre perteneciendo el uno al otro».

Ubicada en el cajón de su escritorio, esta carta no fue descubierta hasta después de la muerte de Beethoven en 1827.

La identidad de la «amante inmortal» sigue siendo un misterio sin resolver, aunque muchos investigadores han especulado que podría ser Antonie Brentano, Josephine Brunsvik u otra mujer. Pero eso no disminuye el impacto de la carta.

Ha superado todas las barreras del tiempo y del espacio para convertirse en un símbolo del amor ideal, un gran amor, pero también lleno de tristeza.

El amor que Beethoven expresó a través de esta carta también dejó una huella imborrable en su música. Las obras de Beethoven, especialmente la Novena Sinfonía, parecen hacerse eco de los altibajos de las emociones, desde la alegría hasta el dolor profundo, revelados en la carta. A través de la música, convirtió las emociones personales en la voz común de la humanidad, tocando los rincones más escondidos del alma humana.

“Carta a una amante inmortal” es un mensaje de Beethoven a su amada y es también un llamado atemporal a los corazones de todas las generaciones. Esta obra tocó las emociones más profundas, convirtiéndose en una de las cartas de amor más bellas de la historia, tocando millones de corazones a lo largo de los siglos.

Gentileza:

Beatriz Genchi
Museóloga-Gestora Cultural-Artista Plástica.

bgenchi50@gmail.com

Puerto Madryn – Chubut.

 

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