El gobierno escolar inició una nueva campaña de concientización para las familias, las instituciones escolares y los adolescentes. El propósito es fomentar la responsabilidad y el acompañamiento en esta etapa de transición.
A pocos días de comenzar el ciclo lectivo 2025, la Dirección General de Escuelas, atenta a la realización del ritual denominado Último Primer Día (UPD), ha desarrollado una campaña de concientización y una serie de recomendaciones. Por eso, a través de la Dirección de Acompañamiento Escolar (DAE), propone algunos consejos para abordar la rutina que los y las adolescentes de la provincia practican al comenzar el último año del nivel secundario.
Más que una celebración
El Último Primer Día es una celebración de estudiantes del último año de la secundaria que consiste en una vigilia antes del primer día de clases.
El UPD es mucho más que una celebración. Es un momento simbólico, un pasaje a una nueva etapa: marca un hito psíquico, emocional y social en la vida de los adolescentes. “Por eso es muy importante convocar a docentes y familias a reflexionar sobre este momento, comprendiéndolo desde una perspectiva integral en la que están presentes todas las dimensiones de los adolescentes y, desde ese lugar, podamos estar junto a ellos de manera significativa en esta etapa que es única”, señaló Carina Gannam, directora de Acompañamiento Escolar.
El UPD es una expresión de identidad y pertenencia. No es solo una celebración, es una manifestación de las necesidades de los adolescentes de sentirse parte un grupo, de celebrar los lazos construidos y marca el inicio de un año que representa el cierre de una etapa escolar y el comienzo de otra. Este ritual, aunque no es organizado por la escuela, involucra a la comunidad educativa toda, ya que refleja las emociones, expectativas y desafíos que los jóvenes enfrentan en su proceso de crecimiento y desarrollo. “Desde la DAE proponemos entender este fenómeno no solo como un evento regular sino como una oportunidad muy importante para favorecer vínculos, fomentar la responsabilidad y construir un sentido de pertenencia saludable”, comentó Gannam.
Las dimensiones del fenómeno
“Mencionamos la comprensión desde una mirada integral y, en tal sentido, estamos haciendo referencia a, en principio, la dimensión biológica: cómo el impacto del consumo de alcohol y de otras sustancias durante el UPD puede tener efectos graves en el desarrollo físico y mental de los adolescentes. Hay que recordar que su cerebro aún está en formación y todos los excesos pueden dejar secuelas a largo plazo”, expresó la titular de la DAE.
En segundo término, la dimensión psicológica, entendiendo que este momento está cargado de emociones intensas: alegría, nostalgia, ansiedad. Los adolescentes necesitan herramientas para gestionar estas emociones y tomar decisiones conscientes. Allí es donde necesitan esta red de contención de parte de la familia y de toda la comunidad educativa.
Por último, la dimensión social: también el UPD es, en esencia, un acto comunitario. Sin embargo, es importante que los adolescentes aprendan a celebrar sin poner en riesgos su integridad ni la de sus pares.
Sobre la función de los adultos
“Es importante destacar el rol de los adultos. Entendemos que es acompañar, no prohibir. Prohibir no es la solución. En cambio, sí proponer un enfoque que priorice el diálogo, la confianza y el apoyo. Y, en este sentido, las familias y los docentes tienen un rol clave. Se trata de escuchar sin juzgar, conocer las expectativas y las emociones de los y las adolescentes frente al UPD, establecer límites acordando pautas que prioricen la seguridad y el bienestar integral. . La escuela, como espacio de contención y reflexión, no puede ignorar este fenómeno. Muy por el contrario: debe ser un espacio donde los jóvenes encuentren esta contención y esta guía”, reflexionó Gannam.
Consejos y sugerencias de la DAE
Desde la DAE, se han ofrecido talleres de reflexión para trabajar con los estudiantes el significado del UPD, los riesgos asociados y otras formas de celebrar de manera responsable propuestas creativas, como actividades para ese primer día de clases para compartir con los jóvenes con alegría y responsabilidad. También es importante destacar la necesidad de que haya protocolos claros donde, ante situaciones de intoxicación o algún consumo, las familias cuentan con herramientas, lo mismo que las instituciones educativas, y procedimientos para actuar de forma efectiva y oportuna.
La importancia de transformar un ritual en una experiencia celebrativa
La directora de DAE indicó que el Último Primer Día es una oportunidad para pensar cómo acompañamos a los adolescentes en su camino hacia la adultez. “No se trata solo de evitar riesgos, sino de construir juntos un entorno donde los jóvenes se sientan seguros, valorados y capaces de tomar decisiones responsables”, manifestó.
La DAE invita a las familias y docentes a ser aliados en este proceso, entendiendo que el cuidado no es solo una responsabilidad individual sino colectiva y que, entre todos los actores, se puede transformar el UPD en una experiencia que celebre la vida, la amistad y el futuro de nuestros jóvenes”, completó.
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