San Rafael, Mendoza miércoles 05 de febrero de 2025

Tras las huellas de Dante en Italia. I de II – Por:. Beatriz Genchi

Un viaje literario a lo largo de los rastros que ha dejado Dante Alighieri en Florencia, Roma y Ravena.

El “padre de la lengua italiana” nació al final del siglo XIII: pese a los más de 700 años transcurridos desde su muerte, suma cada día más admiradores en todo el mundo.

En ocasión del Día de Dante, que se celebra cada año el 25 de marzo, el diario Perfil entrevistó a tres destacados docentes italianos que hablan de la historia y el significado que esas tres ciudades tienen en la vida del creador de “La Divina Comedia”.

Florencia: el exilio como peregrinaje. Comenzamos nuestro itinerario con el profesor Domenico De Martino, florentino como Dante y profesor de Historia de la crítica literaria en la Universidad de Pavia. ¿Que representa Florencia para Alighieri? “Es la ciudad de la nostalgia, de la distancia, del anhelo, la ciudad amada y al mismo tiempo madrastra, de la que fue expulsado. Su ciudad, en la que nació y vivió durante la primera parte de su vida, llegando incluso a ser Prior, una altísima autoridad. Pero la corriente política a la que pertenecía, los llamados guelfos blancos, fue derrotada por los adversarios y él fue expulsado de la ciudad con ignominia, acusado de crímenes muy graves. A los 35 años, en el ‘medio del camino’ de su vida, tuvo que abandonar su casa, todos sus aposentos y Florencia. Transcurrió gran parte de su vida adulta como un exiliado sin poder regresar a su patria. En su obra literaria “La Divina Comedia”, frente a su antepasado Cacciaguida, Dante describe la antigua Florencia como “tranquila, sobria y recatada”. Son valores que se sustentan en valores cívicos. Más que nostalgia de una ciudad, la de Dante exiliado era nostalgia de una ciudadanía.

La Florencia de Dante es ante todo un lugar mental “lejano”, que puebla su imaginación hasta el punto de convertirse en el tema central de su vida y de su obra. Sin embargo –y aquí está la inmensidad poética del Dante– logra transformar su caso particular, el de ser exiliado, en una condición humana universal. Todos, de alguna manera, tenemos un lugar soñado, lejano, imposible, al que anhelamos ir, o volver. Cada uno de nosotros, en esta condición de lejanía del lugar amado, puede sentirse interpelado por la relación entre Dante y “su” Florencia.

El tema del exilio, de la nostalgia, se transforma en Dante en algo incluso más profundo y al mismo tiempo más sublime. En el destierro se convierte en un peregrino, su errancia pasa de ser una condena a una oportunidad en el momento en el que comienza a tener una dirección. Y esa dirección es salir del Infierno para llegar al Paraíso. “Todos somos peregrinos”, como dirá Virgilio que en “La Divina Comedia” de Dante es guía y maestro. El exilio de Alighieri de Florencia se transforma de esta manera en el gran exilio de la humanidad de la patria celestial: la verdadera meta del vagabundeo es acercarse a Dios.

Pese al lugar simbólico que tiene Florencia, Dante no falta de darle, de manera constante, una dimensión tangible, concreta: es a Florencia, a sus ruidos, olores, piedras, que se refieren un sinfín de imágenes, recuerdos y personajes de su obra”.

Visitar Florencia trazando un recorrido tras las huellas de Dante no es difícil, pero precisamente por esta razón hay numerosos malentendidos: en internet abundan imágenes que representan a Dante al lado de la famosa cúpula de la Catedral o de la torre de Piazza della Signoria: dos símbolos de Florencia, que sin embargo Dante nunca llegó a ver completadas. No solo La llamada “casa de Dante” de la ciudad es –diríamos hoy– un “fake”: se trata de una reconstrucción moderna, del siglo XIX, de la que habría podido ser una casa semejante a la suya, en su barrio.

Continua el profesor:” Por otro lado, para quienes quieran realmente “encontrar” al Dante de Florencia no va a ser difícil: empezaría caminando por las estrechas callejuelas de la ciudad, intentando vislumbrar partes del cielo atrapado en lo que queda entre las torres. Seguiría hasta la casa de Guido Cavalcanti, el gran amigo de Dante, un joven poco mayor que él –la casa todavía está–, y acercándose a su muro principal, bajo el cual los dos poetas solían encontrarse, uno tiene casi la sensación de oírlos, brillantes veinteañeros, inventar rimas y poemas. En un itinerario auténtico, en Florencia, en las huellas de Dante no puede faltar una visita a la casa de los Portinari. Es allí donde vivía, supuestamente, Beatrice, su musa, la mujer amada y deseada, transformada en sus poemas en el símbolo mismo del amor. Hoy día “casa Portinari” es un hotel.

En este paseo literario, recomiendo mirar con la necesaria atención al baptisterio de San Giovanni, al que Dante hace referencia con palabras que son entre las más conmovedoras de la literatura italiana: il mio bel San Giovanni (“mi bello san Juan” en la traducción de Mitre). En esa frase, en ese “mi” que ya no es suyo, está el dolor, la nostalgia, la tensión del anhelo, de la memoria de un lugar que fue suyo y nunca más podrá volver a serlo.  Y en el adjetivo ‘bello’ esta la corporalidad, el deseo de tocarlo, de estar allí.

 l baptisterio, San Giovanni, es una construcción en mármol blanco y negro del siglo XI. Seguramente ya estaba ahí cuando Dante vivía en Florencia, y ahí mismo fue bautizado, como todos los florentinos. El techo del baptisterio está cubierto de mosaicos brillantes, impactantes, maravillosos. Uno de esos mosaicos llama nuestra atención: el que representa al Infierno. Una representación pictórica realista, concreta, vivida que Dante parece aprovechar y recordar en sus descripciones literarias”.

Lo cierto es que mientras que las ilustraciones de la época tenían una función terrorífica, y el propósito de alentar los cristianos a alejarse del Infierno, Dante en su obra el Infierno lo integra, lo transita, lo vive, hasta superarlo, liberándose de él y prosiguiendo su viaje rumbo al Paraíso.

Roma, muchos rastros y una fecha clave.  “Siempre he creído que los autores, los que son realmente grandes, son contemporáneos. Dante es el más contemporáneo de todos, siempre nos interpela, nos toma de frente”, destaca el profesor Giulio Ferroni, catedrático de Literatura Italiana en la Universidad La Sapienza de Roma. Su exitoso libro “L’Italia di Dante” relata el viaje realizado por Ferroni tras los rastros del Poeta a lo largo y lo ancho del país.

“En mi viaje he visitado no solo los lugares donde Dante posiblemente vivió sino también los numerosos sitios que menciona porque son ciudades donde vivieron algunos de sus personajes o porque los utiliza para metáforas o descripciones. En La Divina Comedia Dante logra vincular cada personaje a ciudades reales. Estas almas del más allá son descriptas con un gran sentido de su realidad física.

Alighieri tiene un gran conocimiento geográfico a raíz de los estudios que realizó de la cartografía antigua, los clásicos como Virgilio. Según algunas investigaciones, utilizaba mapas muy avanzados por la época, que en parte han llegado hasta nuestros días. Por otro lado, no se puede olvidar que los lugares de Dante no son solo los que visitó en su vida de diplomático y de exiliado errante sino también otros sitios que no sabemos si llego’ a visitar, pero que describe igualmente con mucha intensidad. Y no hablo solo de innumerables ciudades, calles y lagunas italianas, sino también de lugares imaginarios, como el Infierno, el Purgatorio y el Paraíso, a los que da una colocación geográfica -o mejor dicho astronómica –, una orientación espacial y una descripción realista. Cuando narra el Infierno, parece pisar el suelo… se siente el polvo de los pies que pisan el suelo.

No cabe duda de que Dante estuvo en Roma, casi seguramente antes de su exilio, como embajador y también como peregrino en el Jubileo del 1300. Se puede especular que allí tuvo una reunión con su gran enemigo, el Papa Bonifacio VIII, aunque la realidad es que no tenemos documentos de este encuentro. Pese a que sentimos al Gran Poeta muy cerca de nosotros y que podemos empatizar con los sentimientos y los pensamientos expresados en su obra como si nos estuviese hablando directamente, debemos admitir que acerca del Dante-hombre tenemos informaciones incompletas, sin duda más escasas de las que querríamos.

A pesar de esta suerte de misterio, o sensación de duda, que rodea muchos detalles logísticos de la vida de Dante, es evidente que durante el Jubileo del 1300 se encontraba en Roma. Esto está confirmado por la decisión de colocar la fecha de su viaje imaginario en el más allá, el viaje que describe en La Divina Comedia, precisamente en el 1300, un año muy especial para los cristianos medievales, profundamente religiosos: el año del primer jubileo. Continua…

Gentileza:
Beatriz Genchi
Museóloga-Gestora Cultural-Artista Plástica.

bgenchi50@gmail.com

Puerto Madryn – Chubut.

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