San Rafael, Mendoza viernes 21 de febrero de 2025

El desafío del Aconcagua: la historia de Vanessa, una atleta internacional en busca del récord

La atleta francesa con récord en el Kilimanjaro llegó a Mendoza con un sueño: conquistar el Aconcagua y superar sus propios límites.

El deporte es más que una disciplina. Es una forma de vida, un lenguaje universal que une culturas y desafía los límites humanos. En esta oportunidad, exploramos la experiencia de Vanessa Marc Morales, una atleta francesa con récord en el Kilimanjaro que llegó a Mendoza con un sueño: conquistar el Aconcagua y superar sus propios límites.

Una vida de pasión por la montaña

Desde pequeña, Vanessa aprendió a moverse entre montañas. Originaria de los Pirineos Orientales, el amor por la altura la llevó a explorar nuevos desafíos, comenzando por el patinaje artístico a los cuatro años. Sin embargo, una lesión la obligó a dejar el deporte a los 16 años y la montaña se convirtió en su refugio. “Cada semana, cada fin de semana y luego
cada dos días. Rápidamente se convirtió en una medicina para mí”, cuenta.

Con el tiempo, sumó varias cimas a su historial, incluyendo múltiples ascensos al Kilimanjaro, donde ostenta el récord en la ruta de Mweka. También ha conquistado el monte Olimpo en Grecia y Kala Pathar en Nepal. Para ella, el Aconcagua era un destino inevitable: “Esta montaña me ha intrigado durante muchos años. Su carisma, su historia y las mujeres que han batido récords en ella, me motivaron a intentarlo”.

Durante dos años, Vanessa se preparó con un entrenamiento específico en hipoxia para afrontar el desafío. La primera expedición resultó exitosa: el 7 de febrero alcanzó la cumbre en una expedición que completó en sólo ocho días en lugar de los doce planificados. Sin embargo, su intento de récord se vio condicionado por la falta de tiempo de recuperación y la exigencia extrema de la montaña.

“El 13 de febrero intentamos el récord, pero después de nueve horas de ascenso, a 5.500 metros de altura, el Aconcagua me pidió que regresara. No tenía energía suficiente para seguir luchando contra el frío y el viento”, relata. A pesar de no lograr su objetivo, la experiencia fue enriquecedora: “Esta montaña une a los seres humanos y eso es lo que más recuerdo. Estábamos todos juntos para ser fuertes”.

Lejos de rendirse, Vanessa ya tiene nuevos planes. Su próximo destino es Nepal, donde intentará el Annapurna IV, para luego regresar más fuerte al Aconcagua en 2026 y volver a intentarlo. Con el apoyo de su entrenador, Álvaro Rancé y la inspiración de su amigo Karl Egloff, un referente en la montaña, sigue firme en su objetivo.

Para Vanessa, el Aconcagua es un reto que exige respeto y preparación: “No es solo subir, hay que pedirle permiso y entenderlo. Subir a casi 7.000 metros no es algo menor, el coloso argentino nos deja pasar cuando considera que lo merecemos”.

Su historia no solo refleja la determinación de una atleta de élite sino también la magia de la montaña mendocina como un espacio de superación y conexión humana. Un testimonio que reafirma la importancia del deporte como motor de grandes sueños y desafíos.

 

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