San Rafael, Mendoza lunes 13 de enero de 2025

¡Armiño para su majestad! – Por:. Beatriz Genchi

¿Qué es pequeño, peludo e imprescindible para cualquier rey, emperador o zar que se precie? Las comadrejas o las Mustelas, bueno, más bien los armiños (Mustela erminea).

Estas pequeñas y astutas criaturas son cada vez más escasas y, durante siglos, han representado la dignidad, el poder y la pompa reales como el armiño, una piel blanca y moteada de negro muy apreciada por monarcas y aristócratas.

Pero, ¿cómo (y por qué) se convirtió el pelaje del armiño en una prenda imprescindible para la realeza?

La M. erminea, que habita en Norteamérica y Eurasia, que recibe el nombre de armiño o comadreja de cola corta, dependiendo de su ubicación. Puede que sean lindas, pero las comadrejas en general no son precisamente conocidas por su corrección. Estos listos animales son ladrones astutos con una dieta carnívora, un sentido protector del territorio y la capacidad de ahuyentar a posibles depredadores con olores penetrantes y chillidos.

Pero su exclusividad y sus adaptaciones naturales al frío no han hecho sino aumentar su caché. En las regiones frías, los armiños cambian su pelaje marrón apagado por uno blanco y sedoso durante el invierno. Ese pelaje nevado (con una llamativa cola de puntas negras) atrajo durante mucho tiempo a los europeos de alto rango, que incluso lo incorporaron a los escudos de armas de sus familias. Aunque no está claro desde cuándo los miembros de la realeza europea llevan armiño, se cree que la práctica se remonta a antes de la Edad Media, época en la que ya eran, lo que los adelantados de la moda actuales llamarían, un must real.

Según Jacqueline Musacchio, historiadora del arte de la Universidad de Wellesley (en Massachusetts, EE. UU.) especializada en arte italiano del Renacimiento y el Barroco, la limitada disponibilidad de estas pieles también influyó en su reputación de rareza y realeza.

En un conocido retrato de 1805 el emperador Napoleón I aparece cubierto de armiño, una obra de François-Pascal-Simon Gérard. Llevar esta piel de comadreja blanca como la nieve confería honor, dignidad y autoridad a varios monarcas europeos.

«Al principio, el armiño requería la caza y captura en zonas lejanas de Europa y Asia, por lo que sus pieles eran caras», explica Musacchio; «además, son animales bastante pequeños, por lo que se necesitaban bastantes para ribetear una capa o forrar una chaqueta».

Las pieles de estos animales también ocuparon un lugar destacado en las obras de arte del Renacimiento, incluso después de que su suministro disminuyera en el siglo XVI debido a la toma de Constantinopla por el Imperio Otomano, un centro comercial fundamental para las pieles de comadrejas blancas de invierno procedentes de Siberia. Las investigaciones de Musacchio han revelado el motivo: para los espectadores del Renacimiento, la comadreja era probablemente un símbolo protector que indicaba embarazo y parto.

También uno de ellos comparte una mirada con Cecilia Gallerani, dama de compañía del duque de Milán, en el famoso retrato de Leonardo da Vinci “La dama del armiño”, hacia 1491. Los mustélidos como éste tienen garras afiladas y glándulas odoríferas penetrantes, lo que las hace inadecuadas como animales falderos. Los expertos creen más bien que el armiño puede aludir a la real Orden del Armiño italiana o al posible embarazo de Gallerani. No solo es un retrato de una mujer, sino también un reflejo del contexto renacentista, donde el arte y el poder se entrelazan en una síntesis magistral.

Gentileza:

Beatriz Genchi

Museóloga-Gestora Cultural-Artista Plástica.

bgenchi50@gmail.com

Puerto Madryn – Chubut.

 

 

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