Uno de los grandes impedimentos para la exploración y explotación del petróleo argentino fue la férrea oposición del Imperio Británico y sus empresas, por ser el monopólico proveedor de carbón para nuestros hogares, industrias, barcos y ferrocarriles. Con esa provisión cubría gran parte de los costos de los cereales y las carnes que le compraba a la Argentina.
A mediados del siglo XIX ya había indicios de la presencia de petróleo en nuestro país. Varios atlas geográficos mencionan “brotes de brea” en Jujuy y Mendoza.
La primera concesión para la explotación de hidrocarburos se dio en Jujuy en 1865 a nombre de Leonardo Villa con un capital inicial de ochenta mil pesos bolivianos. La empresa, registrada como la Compañía Jujeña de Kerosén, logró refinar el petróleo y exponer sus productos en la Feria Internacional de Pensilvania donde obtuvo premios a la calidad. Ni el Estado nacional ni el provincial mostraron algún interés por el yacimiento, que debió cerrar sus puertas por falta de capitales.
En la exposición nacional de Córdoba de 1872 se presentaron muestras de petróleo mendocino extraído por el ingeniero Rickard en la zona de Cacheuta. Durante la histórica Primera Exposición Industrial de 1877 celebrada en Buenos Aires, los lujosos pabellones fueron iluminados con el kerosén jujeño. En 1886 el ingeniero alemán Carlos Fader constituyó la Compañía Mendocina de Petróleo que llegó a explotar unos veinte pozos en la zona de Cacheuta y construyó el primer oleoducto de la Argentina que unía el yacimiento con la capital mendocina. En Neuquén se formó la Compañía Argentina-Uruguaya de Petróleo establecida en Challacó, a 22 kilómetros de Plaza Huincul.
Pero todos estos establecimientos tenían un gran defecto: su producción ‑en las condiciones de la época para la perforación y el almacenamiento del producto‑ no era muy abundante, lo que implicaba una fuerte inversión. Además, estaban lejos del puerto y su única vía de comunicación con Buenos Aires se realizaba a través de los ferrocarriles ingleses que cobraban fletes con tarifas diferencialmente caras para el transporte del petróleo y sus derivados, con el objetivo de seguir vendiendo su carbón y controlar las zonas de producción petrolera.
Pero todo cambió una tarde de diciembre de 1907. La historia oficial quiere contarnos que un grupo de ingenieros y trabajadores realizaban una perforación en busca de agua en las cercanías de Comodoro Rivadavia en la Provincial del Chubut y que cuando estaban por abandonar la búsqueda comenzó a surgir con fuerza un chorro de petróleo. El azar sustituye esfuerzos y logros y deja afuera los proyectos, los sueños y las luchas, a la vez que sepulta la memoria de gente como el ingeniero Hermitte, José Fuchs y Humberto Beghin. Vale la pena rescatar del olvido a aquellos hombres que, haciendo tareas de exploración geológica bajo la dependencia de la Comisión de Napas de Aguas y Yacimientos carboníferos, encontraron petróleo.
Pero vamos a la verdadera historia volviendo un poco en el tiempo. Dentro de unas cincuenta leguas cuadradas, organizados por Francisco Pietrobelli, galeses y polacos fundan en 1897 la Colonia Sarmiento Chubut cerca de Comodoro Rivadavia. Ya estaban asentados desde 1893 unos pocos habitantes. La producción agropecuaria necesitaba ser transportada al Atlántico por la distancia más corta, por lo que se encomendó construir un embarcadero a Pietrobelli. Éste, guiándose por un mapa de Fitz Roy, arriba a Rada Tilly.
Comodoro Rivadavia nació oficialmente como ciudad en 1901, por medio de un decreto del Poder Ejecutivo Nacional. El lugar de su emplazamiento dista 160 kilómetros del espejo de agua dulce más cercano: el lago Muster, en cuyas orillas se emplazaba la colonia agrícola «Ideal» (la actual localidad de Sarmiento). Los manantiales naturales abastecían a Comodoro, pero eran insuficientes para calmar la sed de la población.
En las proximidades de ese embarcadero surgiría Comodoro Rivadavia, cuyo problema más serio para subsistir sería la carencia de agua potable; por este motivo la Dirección de Minas le envió en 1903 una máquina perforadora. El 13 de diciembre de 1907, el jefe de Sondeo Víctor José Fuchs y su auxiliar Humberto Beghin, ambos alemanes, analizaban la salida del barro retornante desde el fondo del pozo a 530 metros de profundidad.
De pronto perciben que, mezclado con ese lodo, retornaban burbujas que al reventar la superficie desprendían un aroma muy especial. Entonces Fuchs toma una muestra con la mano, la huele y exaltado y feliz le comenta a Beghin: “Esto es blecke!”, así lo llaman al petróleo en Alemania. El principal periódico del país, el diario La Nación publicaba en primera plana: “Comodoro Rivadavia, un chorro de petróleo surgió en el pozo número 2, tiñendo a su alrededor todo de negro. Nuestra Nación acaba de encontrar petróleo, ojalá que con este logro vengan tiempos mejores para el pueblo argentino.”
«… cual Comodoro, buscando agua encontró petróleo, pero se murió de sed…», cantaba Facundo Cabral a principios de los ’70, haciéndose eco de la historia oficial de la ciudad «Capital Nacional del Petróleo». Pero, revisionismo histórico mediante, parece ser que aquel 13 de diciembre de 1907 no era solamente agua lo que se anhelaba, sino que realmente se estaba explorando la cuenca del golfo San Jorge en búsqueda de hidrocarburos.
Sin embargo, fue recién en 1922 cuando la industria tomó otro impulso con la creación de Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF). El general Mosconi fue su primer director. Su gestión se extendió hasta septiembre de 1930 y en ese periodo logró posicionar a la petrolera estatal.
Parte de este escrito fue recopilado del libro “Cincuentenario de YPF”, que narra su historia desde 1922 a 1972.
Gentileza:
Beatriz Genchi
Museóloga-Gestora Cultural-Artista Plástica.
Puerto Madryn – Chubut.





