En 1968, la fotógrafa Janet Mendelsohn capturó una imagen inolvidable de una joven bailarina en Ladywood, Birmingham. Con su gracia y encanto tranquilos, esta foto se convirtió en una instantánea icónica. En una era de cambios sociales significativos para la comunidad que hasta allí se desarrolló como un sórdido enclave.
Casi cinco décadas después de que se tomó la foto de la «niña bailarina» fue identificada como Lorraine Williams. Al reflexionar sobre su infancia en un periódico local, Lorraine compartió: «Viviría esos días de nuevo; fueron los mejores días». Desde entonces, su pose de ballet ha simbolizado la resiliencia y la elegancia en un vecindario que se adapta a la cultura en evolución de la década de 1960.
La fotografía de Mendelsohn fue parte de un proyecto más grande que documenta la vida cotidiana en los vecindarios de Birmingham. Su trabajo arroja luz sobre las ricas comunidades de clase trabajadora de Birmingham, capturando la autenticidad y los sueños de la vida cotidiana.
La fotografía de Lorraine es una de las imágenes más preciadas de Mendelsohn, que ofrece una ventana a un mundo precario donde el arte, la identidad y la comunidad se conectan maravillosamente.
Hoy, Lorraine Williams todavía vive cerca del barrio de su infancia, lo que da testimonio de su profunda conexión con el lugar. A través de la lente de Mendelsohn se unen generaciones con fotos que inspiran comunidad y apreciación por la belleza que se encuentra en la vida cotidiana. La calle Varna Road donde se encuentra la bailarina era considerada entonces como la calle más viciosa del Reino Unido, con unas 500 prostitutas haciendo frente al estigma y el pánico irracional público.
Todo me remite a trazar un paralelo con Marie van Goethem la pequeña bailarina de Edgar Degas. El Palacio Garnier de Paris, además de teatro, funcionaba como Academia de Música y Ballet. De noche había funciones y de día, clases.
Hubo un tiempo en que estaba prohibido para una mujer subir a un escenario. Una bailarina o una actriz, en Francia, podía ser arrestada en una redada nocturna por prostituta. En 1671 el rey dio un permiso especial a las jóvenes del ballet para no ser perseguidas. 200 años después, época del Palacio Garnier de Marie y de Degas, no eran delincuentes, pero mantenían su condición de inmorales y meretrices.
Claro, tras la actuación, con la suela de las ballerinas aún sucia, las jóvenes, adolescentes y niñas corrían al foyer para encuentros furtivos con ocasionales benefactores. Lejos de la profesionalización actual, los sueldos eran misérrimos y la mayoría de las artistas debían venderse para subsistir. La madre de Marie, lavandera del teatro, prostituía a sus tres obedientes hijas que seguían sus estrictas reglas.
Edgar Degas dibujó muchas veces a Marie. La niña posó desnuda y vestida por horas hasta que Degas logró su emotiva bailarina de 14 años. Pagó a la adolescente por su tiempo, aunque a ella le costó quedar en la calle porque tenía mayor requerimiento de sus clientes y se ausentaba en sus clases, por lo que fue expulsada.
Entonces la escultura “La pequeña bailarina de catorce años” de Edgar Degas (1881) también fue un personaje real: Marie era una niña pobre del ballet de La Opera.
El hiperrealismo de Edgar Degas que hoy fascina –la pequeña parece aún descansar de su danza con su tul, pelo y lazo reales – causó un violento rechazo en 1881. Edgar Degas intentó mostrar los distintos perfiles de la mujer y su capacidad de adaptación y supervivencia en lugares de sometimiento e inferioridad. A la bailarina la construyó en cera para poder copiar mejor la textura de la piel ajada por el devenir diario a pesar de la edad. Morocha y carente de belleza. A estas chicas en el teatro le llamaban “ratitas” porque se movían permanentemente y además buscaban comida por los rincones. Y si se observa su fisonomía…
Un nuevo puente entre la fotógrafa y el artista. Él fue contra la sociedad y pintó “a esas con quienes apenas deberíamos hablar; solo acariciar”. Y a Janet Mendelsohn, la identifican como la fotógrafa que mostro el lado “perverso” de Birmingham.
Gentileza:
Beatriz Genchi
Museóloga-Gestora Cultural-Artista Plástica.
Puerto Madryn – Chubut.