San Rafael, Mendoza viernes 06 de diciembre de 2024

Otra vida en Guayaquil – Por: Beatriz Genchi

En 1953, el escritor estadounidense William Burroughs y el guerrillero argentino Ernesto Guevara estuvieron en Guayaquil. De la visita del primero se sabe poco, de la estancia del segundo hay más información oficial y otra más cercana al mito y a la leyenda.

El escritor ecuatoriano Ernesto Carrióndecidió tender un puente entre realidad y ficción para indagar en la vida de Guevara antes de convertirse en el ‘Che’. De ese ejercicio aparecieron ‘Tríptico de una ciudad’, ‘Ciudad pretexto’ y ‘Ciudad de fondo’.

Las tres novelas ahora forman parte de ‘Triángulo Fúser. La despechada, poética y fantasmagórica vida de Ernesto antes del Che’, un libro publicado en la que Guayaquil termina convertida en uno de los personajes principales.

Cuando el escritor tenía 17 años estuvo en Cuba y entro en contacto con ese mundo socialista. Por esos años, también leía ‘Diarios de motocicleta’, que es el diario que se hizo película y que realmente se llama ‘Notas de viaje’, desde ese momento se interesé muchísimo en la historia del ‘Che’. Cuando tenía 25 años leyó, su segundo diario, y dice “sentí una extrañeza profunda, porque el primero es un registro ideológico de un muchacho de 23 años que va sintiéndose cercano a los más humildes y que quiere luchar contra todo. Sin embargo, ‘Otra vez’ es un diario de alguien que se parece a cualquiera de mis amigos o a mí, a esa edad. Alguien que se emborrachaba, que escribía y que tomaba fotografías. De mis investigaciones puedo concluir que ‘Notas de viaje’ es una auto ficción, una novela y no un diario.

En ese segundo diario, el ‘Che’ habla de su paso por Guayaquil una estancia, que, en apariencia, hasta para él fue intrascendente.

Él pasó por Guayaquil en 1953, entre los meses de septiembre y octubre. Esa estancia está registrada en ‘Otra vez, en dos carillas en las que no da cuenta de nada. No habla del barrio Las Peñas, ni de las esculturas de Bolívar y San Martín, ni del río Guayas, que para cualquier persona que lo ve por primera vez es una cosa monstruosa. De lo que sí habla es de algunas vicisitudes y de la falta de dinero y menciona de pasada a tres ecuatorianos. Originalmente él llega a Guayaquil para luego ir a Venezuela, por trabajo. Esa era la meta. Acá se encuentra con otro grupo de argentinos y con uno de ellos se va a Guatemala. El Guevara que llegó a Guayaquil era un aventurero, un ‘hippie’, que en Guatemala renuncia a su trabajo de médico para dedicarse a escribir poesía y vender Cristos negros.

Siempre se ha dicho que en Guayaquil él conoció a intelectuales de la época como Enrique Gil Gilbert o Jorge Icaza, que atendió gratuitamente a niños en Las Peñas o que trabajó en el psiquiátrico Lorenzo Ponce; pero desafortunadamente en su diario, Guevara no habla de nada de eso, sino que menciona a Fortunato Safadi, Jorge Maldonado Renella y Enrique Arbuiza, los dos últimos de manifiesta orientación homosexual. También está la foto del ‘Che’ que fue tomada en Guayaquil y que fue publicada por el periodista Pepe Guerra Castillo, que también era homosexual. Los tres son personajes de los que no hablan los amigos argentinos del ‘Che’ y que han sido borrados de su historia. Quien puso la lupa en el homosexualismo de Guevara fue, precisamente, Pepe Guerra, en su libro “43 días inolvidables en Guayaquil”.

“Me interesaba que ‘Triángulo Fúser’ no quede anclada al paso del ‘Che’ por Guayaquil, sino que cree puentes para hablar de otros personajes. En la época en que Pepe Guerra dice que conoce al ‘Che’, Ledesma trabajaba para su grupo de teatro y eran amigos. Entonces, no me fue muy descabellado pensar que el ‘Che’ vivió una doble vida en Guayaquil, para mí está claro que lo hizo, estuvo con su grupo de amigos argentinos, pero también con un grupo de guayaquileños, gente muy liberal vinculada a la poesía. Este contexto me sirvió para exponer el drama que vivió Ledesma, que se mató cuatro semanas después de regresar de Cuba y que la causa de esa decisión tuvo que ver con el desencanto que vivió cuando estuvo allá y se dio cuenta que todo era peor que en el sistema capitalista”.

En la novela también asoman las fobias de una ciudad marcada por la violencia física y simbólica. ¿Sigue siendo un tabú hablar de la comunidad travesti en Guayaquil?

“Guayaquil es una ciudad que, por décadas, ha padecido de homofobia y transfobia, solo basta ver el documental que está en YouTube, sobre George Febres, para entender la violencia que se ejercía sobre homosexuales y travestis. La novela está signada por recuerdos de los años 90, como el personaje de la neoyorquina, que es una de las sobrevivientes de esa década. También está atada al asesinato de Wendy Calle y cómo ese caso quedó en la impunidad y cómo a la sociedad le importó más el morbo de saber que era una mujer que antes había sido hombre. Después de Calle comenzaron a secuestrar y a matar a más transexuales y por ahí también se mete la novela. Para mí, el personaje de Miguel Cuadrado también puede ser el ‘Che’ Guevara, un hombre que se oculta algo a sí mismo y que tiene que mandar a matar a otros para sentirse más viril que el resto”.

Todos en el entorno del escritor le preguntan: ¿Imagina qué habría pasado si el ‘Che’ hubiera dicho públicamente que era bisexual y estuviera vivo? ¿Sería un defensor de los derechos de esa comunidad? “La verdad es que obviamente no tengo la respuesta, pero creo que muchas de las actitudes que Guevara tuvo y que están registradas en la novela dan cuenta de una especie de homofobia. Por ejemplo, en el reglamento que escribió para la guerrilla en Argentina incluyó la pena de muerte si se descubría que alguien era homosexual. Para mí, el ‘Che’ fue una persona atrapada en su tiempo, que terminó convertida en alguien más. Quizá si él no hubiera sido guerrillero y parte de esa política machista soviética, que persiste hasta ahora, habría vivido como un joven liberal, bisexual, al que le gustaba viajar por Latinoamérica. Hay un montón de información que da cuenta de que era una persona sin complicaciones con su cuerpo. Además, estoy convencido de que habría terminado siendo un poeta”.

Pero lo más sustancioso en toda la descripción de estos últimos libros que hablan del Che antes de ser el Che, fue su capacidad y fuertes ganas para desvincularse de su familia e irse de casa. Ese deseo de romper con su tribu, que a todos nos pasa, ese afán de tener experiencias y buscar una identidad fuera del rebaño. Algo que creo que queda claro en ‘Triángulo Fúser’ es que muchas cosas que se han dicho del ‘Che’ no tienen que ver con él, sino que son cosas que se han ido agregando por parte de historiadores, documentalistas y gente vinculada a la ideología socialista, pero si miramos solamente al muchacho de 25 años que llegó a ese Guayaquil, recién recibido de médico, lo que hay es un chico simple, al que no le interesaba mucho la política y que quería tomar fotografías, escribir poesía y viajar por el mundo. No el que dejó de ser cuando conoció a Fidel Castro.

Gentileza:

Beatriz Genchi
Museóloga-Gestora Cultural-Artista Plástica.

bgenchi50@gmail.com

Puerto Madryn – Chubut.

 

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