Toda batalla tiene caídos y la batalla política no escapa a la regla. También hay desplazados y postergados que pueden sentir, con razón o no, que sus destinos no son justos ni merecidos. En estas líneas voy a referirme a quienes ocupan esta categoría dentro del gobierno de Milei.
La figura más importante de este grupo parecería encabezarla Victoria Villaruel, quien, aunque no ha roto lanzas con el presidente, parece mantener una tregua tan respetuosa como fría y distante. No creo que esto sea un camino sin retorno ni mucho menos, pero hay que tener los ojos abiertos y seguir la evolución de esta relación.
La vicepresidente tiene un perfil nacionalista (no nacionalsocialista, no confundir) y conservador que puede traccionar el sector federal y moderado del peronismo del interior desde el cordobesismo de Squiaretti hasta los espacios de los gobernadores Carlos Sadir, Ricardo Valdez, Rolando Figueroa, Alfredo Weretilnek, Gustavo Sáenz, Marcelo Orrego, Claudio Poggi y Gerardo Melella. Quizás lo sucedido con Isabelita vaya en ese sentido.
También podría aglutinar a los espacios del radicalismo no socialista, como lo son los de los gobernadores Rogelio Frigerio, Ignacio Torres, Alfredo Cornejo y Leandro Zdero, y del PRO como Jorge Macri.
El catolicismo también mira con cariño a la vicepresidente y si bien es un sector que cada vez tiene menos peso, aún resulta apreciable.
La segunda figura relevante es Diana Mondino. Quien fue canciller hasta hace pocos días y que goza de una imagen muy respetada dentro de la población.
Luego aparecen otros actores menos relevantes como lo son Nicolás Posse, Guillermo Ferraro, Mario Russo, Osvaldo Giordano, Silvestre Sívori, Marcelo Papandrea y Alejandro Cosentino. Podemos sumar a este grupo a quienes, sin ser parte del gobierno, no dejaron de ser referentes académicos, culturales o sociales que mostraron su apoyo y que fueron desplazados al rincón del olvido.
¿Pueden todos los mencionados, a pesar de sus diferencias, unirse en una elección? No sé si juntos o más bien «rejuntados», pero en política es bastante frecuente que alguien recoja a los caídos y que se amontonen en algún sector. No escapa de esto “todos los espacios de la política argentina”, desde el Kirchnerismo hasta el gobierno actual.
Lo cierto es que hay distintos escenarios posibles:
- Que no pase nada. Si los integrantes del ejecutivo reencauzan sus relaciones, aquí no habrá pasado nada.
- Que esta legión de “desterrados” conforme un nuevo espacio por fuera de La Libertad Avanza. Difícil. La batuta al respecto la tendría Victoria Villarruel pues es la única con clara voluntad política y peso específico para semejante empresa.
- Que se conforme una línea más “moderada” dentro del partido y se presente como una alternativa a Milei. Esto dependerá de cómo llegue el país al 2027 y quizás de que se produzca un “suavizado de estilo” por parte del presidente.
Estas líneas solo pretenden exponer posibles futuros alternativos con demasiada anticipación, acercándome más a la ciencia ficción que a la futurología. ¡Aún no cumple ni siquiera 11 meses de gobernó la actual administración! Pero somos argentinos y el realizar estas elucubraciones es casi un deporte nacional.
Rogelio López Guillemain