San Rafael, Mendoza lunes 18 de noviembre de 2024

Biografía de una blusa – Por:. Beatriz Genchi,

Los objetos, al igual que las personas, tienen una historia de vida. El antropólogo Igor Kopytoff afirma que “las biografías de las cosas pueden hacer resaltar lo que de otro modo permanecería en la oscuridad”. En un ensayo de Cultural and Creative Industries King’s College London (al que llegué por curiosidad profesional) surge la mención de una blusa fabricada en 1976 en un centro de detención para presos políticos durante la dictadura de Pinochet en Chile. Puesta a investigar, esta pieza fue donada en 2016 por María Angélica Barrientos al Museo de la Memoria y Los Derechos Humanos de Chile y desde 2018 forma parte de la colección permanente.

La biografía se integra con la metodología del ciclo de vida del objeto, que distingue tres fases: producción, consumo y vida posterior. El primer paso para contar la historia de un objeto es salir a su encuentro. En mi caso, este acercamiento fue una experiencia digital, lo que resultó en una comprensión meramente visual de la blusa, a través de una fotografía y algunos datos descriptivos en el catálogo publicado. Es una blusa de manga tres cuartos. Su color principal es el beige y tiene bordados y tejidos en tonos tierra y café.

Esta historia comienza en la familia Barrientos Muñoz. Establecido este punto de partida contando que Lidia, la madre de María Angélica, estudió Alta Costura. Estos conocimientos se los heredó a su hija a temprana edad, enseñándole a coser y a bordar cuando María Angélica tenía cuatros años. Conocer estos antecedentes se torna un aspecto relevante porque la blusa es una representación de la práctica de un oficio heredado de madre a hija.

En Chile, entre 1973 y 1989, hubo una dictadura militar; período que constituye una de las etapas más dramáticas de la historia chilena. Dentro de este arco cronológico, María Angélica ingresa a la Universidad en Valparaíso donde se afilió al MAPU (Movimiento de Acción Popular Unitaria). En 1975, debido a su pertenencia a este partido de izquierda, fue secuestrada por las Fuerzas Armadas y posteriormente trasladada a Santiago pasando por diferentes centros de tortura y detención.

Cuando María Angélica llega al centro de detención de Tres Álamos en 1976, había 93 mujeres detenidas. Previo a su ingreso, un grupo de prisioneras había organizado talleres laborales. El objetivo de estos era, por un lado, ayudar a las detenidas con mayores dificultades económicas y, por otro, apoyar su salud mental durante el encierro, sobre todo para ayudarlas a fortalecerse en esas horas amargas.

El taller dedicado a la confección de blusas y vestidos fue el que contó con mayor número de participantes. Los materiales de producción fueron proporcionados por las familias de las detenidas y por algunas instituciones relacionadas a los derechos humanos. La mayor parte de la ropa confeccionada en el taller se hacía con una tela generalmente utilizada para hacer paños de cocina y que era de fácil acceso en esa época. Cada prenda era confeccionada por varias mujeres, generando piezas únicas hechas a mano. Una vez que las prendas estaban listas, la Vicaría de la Solidaridad ayudaba a venderlas dentro y fuera de Chile.

La blusa de esta historia fue encargada en abril de 1976 por Lidia, la madre de María Angélica. Si bien la fabricación de esta blusa fue un acto colectivo, María Angélica diseñó y bordó la blusa especialmente para su madre. La madre de María Angélica recibió la blusa y la conservó. Podemos intuir que Lidia quería esta blusa no para vestirla, sino para tener un objeto material que le acercara a su hija mientras ella estuviera en prisión. La prenda permaneció en casa de Lidia hasta que ella fallece el año 2000. María Angélica, al revisar las pertenencias de su madre se reencontró con la blusa. Inmediatamente sintió un intenso apego ya que la blusa, que anteriormente había representado la presencia de María Angélica en la casa de sus padres, ahora significaba un símbolo del vínculo con su madre fallecida. Debido a esa conexión entre dos generaciones de mujeres dentro de la familia, María Angélica decidió entregarle la blusa como un obsequio a su hija, para que ella perpetuase la dinámica. Sin embargo, unos años más tarde, la familia de María Angélica consideró necesario dar a la blusa a un lugar más público: “Nos pareció que no era justo. Porque este tipo de obras no nos pertenecen, son obras que pertenecen a las personas que vivieron una dictadura abusiva. Son mensajes que quedan para la historia” manifestó M.A. Barrientos.

En 2009, antes de la apertura del museo, se recibió una donación de 56 objetos por parte del Grupo Ex Prisioneras, una agrupación de ex detenidas que se formó con quienes estuvieron en el Centro de Detención Villa Grimaldi. Entre los objetos, había cinco blusas confeccionadas en los talleres laborales. Estas piezas textiles no han sido expuestas en el museo, ya que se ha dado prioridad a objetos de menor tamaño para poder exhibir mayor cantidad de artefactos en las vitrinas. Las cinco blusas se han mantenido en los almacenes de conservación desde la donación.

Sin embargo, en 2016 llegó la donación de María Angélica (con más peso histórico) y dos años después entró en la colección permanente de la vida en prisión. Escribir una biografía del objeto es un buen método para entender la clasificación y el marco conceptual de los artefactos cuando ingresan a un museo.

Los museos contemporáneos se preocupan de que los visitantes interactúen con los objetos del museo y generen nuevos procesos de significado y conexiones más profundas. La información de la blusa se redujo a un breve texto en su tarjeta de presentación: “Blusa tejida en telar. Realizada por María Angélica Barrientos durante su reclusión en el Campo de Prisioneros de Tres Álamos, abril de 1976. Donada por: María Angélica Barrientos”.

Lo importante, cuando María Angélica vio la blusa en la vitrina, pensó: “Era precisamente la solemnidad y el respeto que necesitábamos para mantener presente la memoria histórica de nuestro país”.

No reconocer la trayectoria específica de este objeto hace que la blusa sea una pieza más entre muchas que representa la vida en la cárcel. Tras el cristal de la vitrina, la blusa pierde su dimensión material, la cual fue vital en el proceso de producción. María Angélica recuerda la rica experiencia de trabajar con lana: “El hecho de tener en las manos materiales dúctiles y cálidos como la lana. Trabajar con colores vivos, con flores, con pájaros, significaba poder decir: ¡La vida sigue!”

La biografía de esta prenda muestra cómo la blusa se inserta en diferentes comunidades a lo largo de su historia. En primer lugar, en el contexto de la fabricación, este material incipiente se sitúa en la comunidad de las detenidas políticas. Aquí, la transformación textil se convierte en un proceso terapéutico, donde no sólo se confeccionaba ropa, sino que, además, se establecían lazos afectivos entre las mujeres que participaban en los talleres de trabajo dentro del centro de detención. En la fase de consumo, esta blusa pasó a formar parte de la familia de María Angélica, convirtiéndose en un comunicador de certeza y esperanza. Finalmente, esta blusa pasó a formar parte de la memoria colectiva chilena, al ingresar a la colección permanente del Museo de la Memoria y Los Derechos Humanos.

Elaborar una biografía de los objetos no significa ofrecer un enfoque holístico para entender una pieza del museo. La biografía de las cosas depende de quién escriba la historia y de sus propios intereses y sensibilidades. La elaboración de una biografía nos permite ampliar los conceptos y las personas asociadas al objeto; disponer de más información sobre las piezas del museo puede animar a un grupo más amplio de personas a involucrarse con ellas. En este sentido, el desafío de los profesionales que presentan un museo es hacer que luego de una biografía, tus visitas al museo nunca sean las mismas.

GENTILEZA

Beatriz Genchi,

Museóloga-Gestora Cultural-Artista Plástica.

bgenchi50@gmail.com

Puerto Madryn – Chubut.

 

Facebooktwitterredditpinterestlinkedinmail