San Rafael, Mendoza 23 de noviembre de 2024

El C.E.B.J.A 3-065 Fortín 25 de Mayo – Relato del General San Martín

Buenos ejemplos de vida.

Nuestro héroe fue un hombre de carne y hueso quien, como tantas personas diferentes en la vida, buscó concretar sueños personales, pero que también eran colectivos porque para concretarlos necesitaba de la suma de muchas voluntades.

Hoy quiero contarles por qué para mi esa palabra: “voluntad”, fue la que me impulsó a salir de mi vida cotidiana, del seno familiar, en definitiva, de “mi lugar seguro en el mundo”, para conocer, aprender, ser alguien con herramientas concretas para formar un camino seguro y concretar mis propios sueños.

Y todo esto, que fue una suma de pensamientos que la enseñanza de la señorita Estelita y un creciente amor a la lectura, me fueron formando; a su vez se vio favorecido con esta figura enigmática de don José de San Martín. Pues, a medida que nos íbamos enterando de las diferentes acciones que realizaba para concretar su sueño: “librar a los pueblos americanos de sus opresores”, mi admiración por él y sus seguidores se iba acrecentando.

Hay quienes dicen que los seres humanos no hacemos las cosas desinteresadamente, y si bien esto tiene su parte de verdad; también no deja de ser   asombroso que un hombre culto, de principio sólidos, sufrido, con distinciones diplomáticas como era el general; decidiera seguir trabajando por su patria sin más expectativas que la de lograr una mejor calidad de vida para sus compatriotas. Así con este pensamiento quijotesco que lo impulsó a tomar la decisión de cruzar la cordillera de   Los Andes y librarnos a su paso de los crueles invasores, del mismo modo renunció voluntariamente a vivir una vida confortable con su familia, en su hogar, calentito junto a los suyos con el merecido confort, que podría haber disfrutado luego de tantas nobles acciones militares libradas y por cuyas proezas ya tenía su fama ganada. Sin embargo, don José Francisco quiso seguir adelante   con sus aspiraciones, no para vanagloria, sino para que así la gente común comprendiera que cuando se quiere, se puede, que, si la condición actual en la que vives no te gusta, sólo depende de ti revertirla y lo más importante que un ser humano sin voluntad es como un cuerpo sin alma, como un arco iris sin colores, como una estrella sin luz.

En definitiva, queridos amigos, pienso que todos podemos ser héroes en el lugar que nos toque vivir. Las circunstancias y condiciones, son solo eso, algo pasajero, llenarnos de excusas para no hacer algo porque lo vemos lejano, difícil, complejo, eso es ni más ni menos que un pensamiento cobarde y mezquino. Creo que quien se propone “hacer “, lo que sea para el bien común ese/a, ya es un héroe porque actúa en conciencia de que no será fácil, habrá muchos obstáculos como lo fue el cruce la Majestuosa aventura de Los Andes. Lo genial de esta noble decisión que nuestro héroe tomó, es que varios hombres y mujeres de diferentes razas y creencias pudieron recobrar una vida digna, ser ciudadanos libres, qué gran alegría y cuánto de esto le debemos al padre de la  patria quien pasó sus últimos días en el  exilio, desprestigiado por seres abominables agigantados por un poder que no les pertenecía. Este tipo de zánganos que aun hoy siguen haciendo tanto daño a nuestra patria, y son como un cáncer silencioso que va infectando un país joven y fuerte. Porque si observamos la población actual, en su mayoría se trata de personas que, adormecidas por la falta de buenas lecturas, de modelos virtuosos, carece del vigor de la juventud, la fortaleza de la justicia y el firme propósito de perseverar a pesar de los obstáculos. Necesitamos más ciudadanos resilientes con corazones nobles, con voluntades férreas capaces de decir no a la corrupción. Merecemos tener líderes que se jueguen por su tierra, que se pongan la camiseta de su país. Personas cuyas voluntades sean indoblegables y cuyos proyectos de vida no sean mezquinos y obsecuentes sino generosos y honorables como lo fue este prócer colosal don José de San Martín.

Después de leer este relato que encontré en un viejo baúl de la casa de mi abuela, quise saber de quien era este diario íntimo. Mi padre me contó que había sido de una tatarabuela suya, Olguita se llamaba. Luego de leerlo, con el alma henchida de fervor patrio, quise agregar algunos pensamientos propios, para que cuando alguien lea este relato, también se contagie de una pequeña dosis de voluntad, de esa, de la buena, la que sumaron tantos hombres y mujeres que forjaron mi bello país que hoy se llama Argentina.

                                                                Profesora Marisa Rodríguez

 

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