San Rafael, Mendoza 23 de noviembre de 2024

Quien nos dio el vino? – Por:. Beatriz Genchi

Un nuevo trabajo publicado en la revista de divulgación científica Nature Plants, pone sobre la mesa que la extinción de los dinosaurios, motivada por el impacto de un asteroide llamado Chicxulub hace aproximadamente 66 millones de años, habría allanado el camino para la difusión de las uvas. Esta es la conclusión tras el hallazgo de antiguos fósiles de semillas de uva, que datan de entre 60 y 19 millones de años, encontrados en las rocas de los Andes colombianos. (Los fósiles de semillas de uva más antiguos conocidos se encontraron en la India y tienen 66 millones de años).

Los investigadores creen que la proliferación de la uva podría deberse a los cambios en el medio ambiente tras la extinción del Cretácico-Paleógeno que acabó con la mayoría de los dinosaurios no aviares y con el 76% de todas las especies vivas del planeta. Las consecuencias permitieron que los pequeños mamíferos y algunas aves prosperaran y sentaron las bases para el florecimiento de las uvas. Pero pasó algo más. Sin que hubiera dinosaurios masticando y derribando árboles a diestra y siniestra, les habría dado la oportunidad a los bosques de volverse más frondosos afectando a toda la flora del ecosistema.

«Siempre pensamos en los animales, los dinosaurios, porque fueron los más afectados, pero el evento de extinción tuvo un gran impacto también en las plantas», explicó Fabiany Herrera, curador asistente de paleobotánica en el Museo Field de Chicago y autor principal del estudio. «El bosque se reinició, de una manera que cambió la composición de las plantas. «Este descubrimiento es importante porque muestra que después de la extinción de los dinosaurios, las uvas realmente comenzaron a extenderse por todo el mundo», dice.

Así que parece que no es una coincidencia que las uvas aparecieran por primera vez en el registro fósil aproximadamente al mismo tiempo que el asteroide Chicxulub golpeó la Tierra. La alteración de los bosques a consecuencia de su desaparición motivó que los bosques llenaran sus copas, se volvieran más densos, formando un sotobosque y un dosel que permitió que las plantas de vid, como las uvas, treparan a través de ellos. Es decir, su extinción creó un ambiente más favorable para las uvas. De la misma forma, un mayor movimiento de pequeños mamíferos y aves, habría posibilitado igualmente que se difundieran las semillas de uva con gran facilidad.

Los investigadores han identificado nueve nuevas especies de uvas fósiles que fueron desenterradas en Colombia, Panamá y Perú. Los investigadores examinaron minuciosamente las semillas antiguas mediante tomografías computarizadas para revelar su estructura interior. La forma, el tamaño y otras características morfológicas de los fósiles revelaron que pertenecían a una nueva especie de uva.

«En el registro fósil, comenzamos a ver más plantas que usaban enredaderas para trepar a los árboles, como las uvas, en esta época», dice Herrera. «Las uvas tienen un extenso registro fósil que comienza hace unos 50 millones de años, así que quería descubrir una en América del Sur, pero era como buscar una aguja en un pajar. He estado buscando la uva más antigua del hemisferio occidental desde que era estudiante universitario», aclara el experto.

Los frutos antiguos suelen ser difíciles de descubrir, ya que los frutos blandos no se conservan como fósiles, por lo que los expertos buscan semillas.

Los investigadores llamaron al fósil Lithouva susmanii, “uva de piedra de Susman”, en homenaje a Arthur T. Susman, un partidario de la paleobotánica sudamericana en el Museo Field. «Esta nueva especie también es importante porque respalda el origen sudamericano del grupo en el que evolucionó la vid común Vitis», aclaró Gregory Stull, del Museo Nacional de Historia Natural y coautor de la investigación.

«El registro fósil nos dice que las uvas son un orden muy resistente. Son un grupo que ha sufrido mucha extinción en la región de Centro y Sudamérica, pero también lograron adaptarse y sobrevivir en otras partes del mundo», concluye Herrera.

Dada la extinción masiva que enfrenta actualmente nuestro planeta, Herrera dice que estudios como este son valiosos porque revelan patrones sobre cómo se desarrollan las crisis de biodiversidad. «Pero la otra cosa que me gusta de estos fósiles es que estas pequeñas y humildes semillas pueden decirnos mucho sobre la evolución del bosque», concluye el experto.

Por lo que los científicos afirman que: “Podríamos deberle el vino al asteroide que mató a los dinosaurios hace 66 millones de años”.

Gentileza:

Beatriz Genchi
Museóloga-Gestora Cultural-Artista Plástica.

bgenchi50@gmail.com

Puerto Madryn – Chubut.

 

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