San Rafael, Mendoza miércoles 25 de septiembre de 2024

El C.E.B.J.A 3-065 Fortín 25 de Mayo – Relatos Del General San Martin  Parte I – Por:. Prof. Marisa Rodriguez

En aquellos tiempos mi país pasaba momentos difíciles, la economía era muy frágil, los alimentos escaseaban, necesitábamos un orden social que dependía de las decisiones que grandes hombres y mujeres dispuestas a servir a la patria desde el lugar que les tocase vivir  fuesen capaces de tomar. Eran muchos los nombres que sonaban prometedores para realizar tales proezas, entre tantos, yo quiero hablarte de uno el general don José de San Martín. Él era de esas personas que no necesitan hablar para inspirar respeto, hablaba lo justo y necesario, era muy observador y lo más importante un gran visionario. Él había visitado la estancia de Francisca, una señora conocida en el pueblo por su hospitalidad con “los hombres de la patria”, es decir con todos aquellos que querían mejorar el presente y dejar un futuro mejor para sus descendientes.

Mis padres eran empleados de esa estancia, papá atendía los establos y caballerizas, mamá se encargaba de la cocina y yo como tenía 16 años también la ayudaba en esos quehaceres.

Cierto vez, doña Francisca le dijo a mi madre que tenía que preparar pasteles porque el día domingo, vendría  general don José  con algunos oficiales a almorzar. Recuerdo que en aquella ocasión trabajamos con mucho ahínco desde temprano para alistar la cocina y ofrecer un rico banquete, el menú para almorzar sería pasteles de carne, guiso de cordero y de postre vigilante.

Llegada la fecha la estancia fue un gran alboroto, porque todos queríamos de una manera u otra colaborar con entusiasmo para recibir al general, quien ya tenía ganada la fama de un héroe por sus reciente participación militar en España y sobre todo  en las batalla  de Bailén que fue la primera derrota de Napoleón.

 A diferencia de otros prestigiosos políticos que habían conseguido prestigio social por sus profesiones, él lo había obtenido por sus nobles acciones en el campo de batalla. Era ya un líder consagrado por el pueblo.

Cuando al fin fue domingo y llegaron  los invitados, aún lo recuerdo como si fuera ayer, todos nos atropellamos por conocer a este noble militar. Fue así como llegó Don José de San Martin  con su porte colosal, montando su blanco corcel cual otro Babieca. Sus oficiales lo escoltaban orgullosos de seguir a quien les avizoraba un horizonte prometedor, el cual no sería fácil de obtener pero tras un mancomunado trabajo tarde o temprano se iba a concretar.

                                                                       Profesora Marisa Rodriguez

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