Pico, pala y canario. Durante siglos, los trabajadores descendían a las minas de carbón con un canario en una jaula. Este animal, al ser más pequeño, sufría los efectos de los gases tóxicos antes que los humanos, así que su estado podía servir de alarma ante una fuga de gas. Más que un canario, era un centinela. Una aproximación similar es la que propone un editorial publicado en la revista Science, escaparate de la mejor ciencia mundial, que sugiere que los perros deberían convertirse en los guardianes de la salud humana. Como comparten el mismo entorno que sus dueños, los perros pueden ayudar a estudiar, por ejemplo, la epidemiología de patógenos transmitidos por vectores, los efectos de la exposición a metales pesados o a microplásticos, e incluso los efectos de las dificultades sociales, argumentan las autoras.
“Los perros son animales especiales porque han coexistido con los humanos durante unos 30.000 años. Al compartir espacio, los factores que pueden influir en su salud son muy similares a los nuestros”, explica Courtney L. Sexton, catedrática de la Universidad de Virginia y coautora del ensayo (junto a Audrey Ruple). Además, la forma en la que los canes se mueven por el mundo hace que tengan mayor incidencia de enfermedades infecciosas. Chupan todo lo que encuentran, pasan más tiempo en zonas pobladas por vectores de enfermedades —como en un prado lleno de garrapatas—, y no tienen costumbres higiénicas. Por último, viven mucho menos que los humanos, así que “a menudo somos capaces de establecer conexiones entre el impacto ambiental y los resultados vitales más rápidamente en ellos”, explica Sexton.
Ya ha habido algunos ejemplos aislados de perros centinela. En 2007, en Estados Unidos, un aumento de insuficiencia renal en mascotas llevó a la investigación y posterior retirada de un pienso contaminado. Este pienso también se usaba como alimento de pollos y cerdos destinados al consumo humano y se retiró rápidamente, evitando posibles consecuencias en la población local. La idea, según las autoras, sería convertir este caso, la excepción, en algo más parecido a una regla. Y para esto habría que mejorar la recolección de datos caninos, con un programa centinela en las clínicas veterinarias. “Esto ayudaría a evaluar la salud de las personas que cohabitan con ellos”, plantean en su artículo las investigadoras.
El contexto es favorable por la forma en la que ha evolucionado nuestra relación con las mascotas. “Por un lado, hemos mejorado mucho en la medicina veterinaria, hay más técnicas analíticas”, señala Guadalupe Miró, Catedrática de Parasitología y Enfermedades Parasitarias en la Universidad Complutense de Madrid. Los animales están hoy mucho más controlados que hace unos años y sería más fácil encontrar repuntes en determinadas enfermedades.
“Por otro lado, se han relajado mucho los hábitos de contacto directo. Los perros antes eran animales de trabajo y el contacto con ellos era menor. Ahora parece que hace gracia que el perro te lama la cara y muchos comparten con él la cama. Hay que entender que se tienen que cuidar los hábitos higiénicos”, lamenta Miró. Esto hace que las enfermedades salten de una especie a otra con más facilidad. Perros y personas no comparten muchas enfermedades, pero sí vectores como garrapatas, determinadas infecciones y también alguna enfermedad de origen parasitario, como la leishmaniasis.
¿Perros o gatos?
El escrito de Science hace hincapié en el concepto de una sola salud. “Es un planteamiento transdisciplinar de la salud pública que se basa en el principio de que la salud de las personas, el medio ambiente y los demás animales con los que compartimos el entorno están interconectados”, explica Sexton, quien aclara que aunque los conceptos subyacentes no son nuevos, en los últimos 20 o 30 años ha habido un reconocimiento renovado de esta idea.
Miró ejemplifica esta idea de una sola salud aludiendo a un caso en el que trabajó personalmente: el brote de Fuenlabrada. “Fue un brote de leishmaniasis que surgió en la Comunidad de Madrid en el año 2010. De repente hubo un boom de casos en hospitales cercanos del sur de Madrid”. Lo primero que pensaron es que la enfermedad podía haber saltado de perros a personas, pero al muestrear a los perros de la zona vieron que no había habido un repunte de esta enfermedad. Entonces los expertos se fijaron en un parque de nueva creación. “En el parque de Polvoranca había una enorme población de liebres, porque ahí no tenían ningún predador. Y se vio que los vectores se alimentaron en las liebres, se multiplicaron activamente y empezaron a infectar a personas que iban a los parques a pasear”. De esta forma se cerró el círculo y se demostró que la salud humana está íntimamente relacionada con la de los animales con los que convive y el entorno en el que se mueve.
En un editorial de respuesta publicado también en Science, Ramiro Pastorinho, investigador del departamento de Ciencias Médicas y de la Salud en la Universidad de Évora (Portugal), asegura que el presente estudio “pone de relieve el papel, no tan obvio, que los animales de compañía pueden desempeñar como centinelas de la salud pública, el bienestar social y la salud de las personas”. Pastorinho alaba la visión del estudio, pero matiza alguna de sus propuestas. “La creencia de que, entre los animales de compañía, los perros son los mejor situados para ser centinelas es discutible”, asegura. “Por ejemplo, los gatos, debido a sus hábitos de acicalamiento, parecidos a los comportamientos de los niños de llevarse las manos a la boca, son mucho mejores centinelas de la exposición para los niños pequeños”.
Convertir a perros o gatos en centinelas de nuestra salud tiene las mismas ventajas. Y sobre todo, las mismas limitaciones. La red veterinaria no tiene un programa centinela ni un sistema centralizado. Es difícil sumar los casos aislados hasta encontrar una tendencia. Cuesta entender la salud de las mascotas de forma global. Pero según alerta este artículo, es importante cambiar esta mentalidad, recoger los datos de manera más eficiente no solo puede mejorar la salud de las mascotas. También hará lo mismo con la de sus dueños.
Fuente:https://elpais.com/salud-y-bienestar/2024-06-28/la-ciencia-reivindica-a-los-perros-como-guardianes-de-la-salud-humana.html