Se hará 1.500 veces más brillante de forma repentina y espectacular pasando a ser bien visible incluso en cielos urbanos.
UNA ESTRELLA EXTRAORDINARIA
Aunque pequeña, la Corona Boreal es una bonita constelación formada por un arco semicircular de siete estrellas principales, la más brillante de ellas (de magnitud aparente +2,2) se llama Alphecca o Gema. Situada entre Bootes (el Boyero), Hércules y Serpens, ahora, en estas noches de verano, la podemos localizar fácilmente bien alta sobre el horizonte, cerca de la brillante Arturo.
Situada muy cerca de las más brillantes de la corona, T Coronae Borealis (T CrB) es una estrella que ahora brilla muy modestamente. Está a unos 3.000 años luz de distancia y hace falta un telescopio para poder observarla (tiene magnitud aparente +10,8, es decir es 2.750 veces más débil que Alphecca. Sin embargo, T CrB es una estrella extraordinaria: es un sistema binario de los llamados «nova recurrente». Es decir, experimenta explosiones periódicas de tipo nova, su brillo se multiplica 1.500 veces de forma repentina y espectacular siguiendo un ciclo bien definido. De no ser visible más que con un telescopio, pasa a ser bien visible a simple vista, incluso en cielos no particularmente oscuros. Es como si apareciese una nueva estrella.
Por esto, esta estrella, aunque normalmente débil, es monitorizada por los astrónomos (tanto profesionales como amateurs) desde hace muchas décadas. Y es que estas novas recurrentes son astros muy raros (se conoce una decena en la Vía Láctea) y son sumamente interesantes. ¿Cómo se ocasionan sus repentinos aumentos de brillo?
UNA GIGANTE Y UNA ENANA
Las novas recurrentes están constituidas por un par de estrellas muy evolucionadas: una gigante roja y una enana blanca. Las gigantes rojas son estrellas viejas que ya han consumido todo el hidrógeno de su región central convirtiéndolo en helio mediante reacciones nucleares. Esto lleva a que la estrella pierda su equilibrio y se infle mientras su superficie (donde sí queda hidrógeno) se enfría y se vuelve roja.
Las enanas blancas son estrellas aún más viejas que las gigantes rojas: son auténticos cadáveres estelares que han agotado completamente su combustible nuclear, tras haber expulsado al espacio sus capas más externas, tan solo han guardado una masa ligeramente inferior a la del Sol pero concentrada en un pequeño volumen.
En una nova recurrente, las dos estrellas orbitan la una en torno a la otra a una distancia suficientemente corta como para que parte del material de las capas externas de la gigante roja sea arrancado por la atracción gravitatoria de la enana blanca.
Este material (como decíamos, esencialmente hidrógeno) cae en espiral sobre la superficie de la enana blanca y, cuando se ha acumulado una cantidad suficiente a la temperatura mínima necesaria, se desencadenan las reacciones nucleares que convierten el hidrógeno en helio, liberándose así una cantidad enorme de energía, lo que ocasiona el aumento de brillo (de un factor 1.500) que observamos. Tras la explosión, el proceso vuelve a comenzar, con más material acumulándose sobre la enana blanca hasta que haya suficiente para formar la explosión siguiente.
EXPLOSIÓN INMINENTE
Se han observado abrillantamientos de T CrB en los años 1787, 1866 y 1946. El ciclo viene a durar entre 78 a 80 años. Es decir, la próxima explosión debería suceder entre 2024 y 2026.
Pero en las explosiones anteriores, el aumento de brillo fue precedido de un ligero oscurecimiento que se produjo unos meses antes. Las observaciones detalladas realizadas durante los últimos años han detectado una disminución parecida en 2023, y ello parece indicar que la explosión debería producirse un poco antes de lo previsto inicialmente, posiblemente durante el verano de 2024.