San Rafael, Mendoza viernes 20 de septiembre de 2024

El auténtico valor de las cartas – Por:. Beatriz Genchi

 Benito y Emilia. Emilia y Benito. El morbo ha despertado mucho interés en la correspondencia entre dos grandes autores, pero hay que huir del amarillismo y valorar estas cartas por su rico contenido intelectual.

Él es el novelista más prestigioso del momento. Ella lucha cada día por ganar el reconocimiento que merece en un mundo cultural que no deja espacio a las mujeres. Juntos inician una amistad a través de una correspondencia que pasa de la admiración al deseo y de ahí a palabras cada vez más tórridas. Acaban viviendo una etapa como amantes cuando ella abandona a su marido, lo cual supone un escándalo. Podría ser la sinopsis de cualquier peli de tarde, pero se trata de un escueto repaso a la relación entre Benito Pérez Galdós y Emilia Pardo Bazán.

De ambos literatos renombrados se han conservado escritos personales que hoy nos permiten asaltar impunes a su intimidad. Una correspondencia que muestra el deseo ardiente que se profesaban y que conforman un tesoro para conocer el lado más personal de dos grandes escritores de la historia de España.

“A través de la lectura puede verse cómo van pasando de la mutua admiración para desembocar en una relación más pasional e íntima, hasta acabar en una amistad algo más distanciada en la que perdura el cariño y puede apreciarse la colaboración intelectual”.

Así lo explicaba Isabel Parreño que, junto a Juan Manuel Hernández, se encargó de editar las 92 cartas que se conservan, de Emilia Pardo Bazán enviadas a Benito Pérez Galdós, reunidas bajo el título “Miquiño mío”, uno de los motes cariñosos que la autora empleó para referirse al novelista.

Más allá del morbo, esta correspondencia nos descubre en su propia letra a la mujer libre y moderna que fue Pardo Bazán, ávida lectora, formada en viajes por toda Europa y con el claro objetivo de hacer carrera literaria como autora por más que no estuviera bien visto por entonces. José Quiroga, esposo de Emilia, estaba descontento con el contenido de algunos artículos de su mujer. Le dio a elegir entre la literatura o el matrimonio. La respuesta de Emilia sonó a portazo, valijas y libertad. Por entonces, Emilia ya había enviado cartas a su “ilustre maestro y amigo” Galdós. En pocos meses, el tono de las cartas cambió por completo:

“No hemos hecho más que arrimar la manzana a los dientes, esta es la verdad, no hemos agotado, ni siquiera bebido a boca llena el dulce licorcito que nos podemos escanciar el uno al otro”. “Ven a tomar posesión de estos aposentos escultóricos. Aquí está una buitra esperando por su pájaro bobo, por su mochuelo […] Hay en mí una vida tal afectiva y física, que puedo sin mentir decir que soy tuya toda: toda, me has reconquistado de muchas maneras y más que nada porque nunca me habías perdido; porque te quise ayer y te querré mañana”.

Pero de las dos décadas de correspondencia intercambiada entre Pardo Bazán y Galdós, apenas tenemos publicada una por parte del autor de “Fortunata y Jacinta”. Sabemos del placer y libertad femenina que exponía Emilia escribiendo sobre sus deseos, pero todavía estamos por conocer la otra parte de este dueto. Las cartas que Galdós envió a Emilia están en paradero (casi) desconocido y el recorrido que tomaron sigue siendo un misterio por resolver.

Una de las teorías principales apunta a que la mujer de Franco, Carmen Pardo, quemó estas cartas cuando se hizo con el Pazo de Meirás, la mansión de Pardo Bazán. Sin embargo, un librero de Madrid asegura que hace cuarenta años pudo leer algunas de las cartas de Galdós, en posesión de una familia que se cuenta entre sus clientes.

Las últimas pistas certeras colocan la correspondencia de Galdós en manos de Agustín González de Amezúa, Académico de la RAE que falleció en 1956. Así lo confirmó su única hija, pero también puntualizó que ya no están en posesión de la familia y que pudieron ser incluso robadas por un descuido en la extensa biblioteca que tenía su padre. El librero que pudo leer algunas cartas recuerda que Galdós escribió a Emilia:

“Estoy deseando volver a verte para comerte los pechos”.

Noelia Adánez, doctora en Ciencias Políticas y Sociología, se encuentra en ese grupo de estudiosos de Galdós y Pardo Bazán que piensan que el “secuestro” de las cartas del novelista responden a una cuestión machista:

“Esas cartas no se han secuestrado porque sí, sino porque se ha tomado la decisión política de que Galdós sea recordado únicamente como un caballero y Emilia sea conocida, como la llamo algún diario en su época, como una puta.

En cualquier caso, no debemos caer en el amarillismo. La correspondencia entre Emilia y Galdós no deberían valorarse en términos de temperatura. Partiendo del respeto que merecen palabras tan personales e íntimas, el valor de esta correspondencia está en el contenido intelectual. Estos autores no solo compartieron deseos carnales, sino que sus cartas contienen multitud de reflexiones e inquietudes literarias y culturales de las que los demás podríamos aprender, estudiarlas y disfrutarlas leyendo al calor de sus intelectos.

GENTILEZA

Beatriz Genchi
Museóloga-Gestora Cultural-Artista Plástica.

bgenchi50@gmail.com

Puerto Madryn – Chubut.

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