LA NACION/Anibal Greco
Una vez más, el arquero de la Scaloneta fue el héroe y aseguró el pase a semifinales; atajó dos penales, bailó para el público y lo celebró todo el país
HOUSTON, (enviado especial).- La ronda de jugadores saltando y bailando sobre el césped. Los hinchas revoleando camisetas hasta casi media hora de terminado el partido en una de las cabeceras. Sufrimiento y desahogo. Y un personaje excluyente. El espectáculo que se vivió en el NGR de Houston recordó a aquellas noches junto al desierto en el lujoso estadio de Lusail. Cuando la selección les ganó por penales en dos tandas para el infarto a Países Bajos, en cuartos, y a Francia, en la épica final.
En la fase de grupos del torneo que se juega en los Estados Unidos, el marplatense quedó con su valla invicta. Es cierto que los rivales fueron de menor calibre que Ecuador y que el seleccionado argentino había mostrado un buen funcionamiento colectivo, pero el jugador del Aston Villa inglés estuvo sólido para salvar las situaciones que le generaron en los partidos frente a Canadá y Chile.
En Houston la selección sufrió, y mucho. Los ecuatorianos dominaron en los primeros veinte minutos del encuentro. En ese lapso, Dibu tuvo su primera gran atajada. Ecuador armó una gran jugada por la izquierda, Enner Valencia envió un centro atrás y Jeremy Sarmiento dominó la pelota, desairó a Cristian Romero con un amague y se acomodó para el 1-0. Pero en la puerta del área chica apareció Dibu Martínez, estiró las piernas y frenó el remate con la zurda. Como en aquella acción decisiva sobre la hora de la final del Mundial Qatar 2022 ante el francés Randal Kolo Muani que hubiera significado el subcampeonato.
Ya en la segunda etapa, a los 14, el árbitro Matonte sancionó penal por una mano de Rodrigo De Paul. El veterano y capitán Enner Valencia, quien había dicho que este era “el partido más importante” de su vida, pateó a colocar. Dibu se había tirado para el otro lado, pero el tiro dio en el palo. Como si lo hubiera atajado, Dibu realizó un eufórico festejo ante el público argentino.
Ya había errado Messi. Con la chance de ponerse en ventaja, Mena se paró frente a la pelota y le dio un zurdazo esquinado a la izquierda del arquero. Y hacia allí voló Dibu Martínez para desviarlo. Después, Julián Álvarez pateó muy bien, esquinado y al ángulo, para poner a la Argentina 1 a 0 arriba.
Con algo de tensión en el rostro, Minda eligió la derecha de Martínez. Y otra vez Dibu se tiró para el lado correcto. Se paró y meneó sus caderas para delirio del público argentino que estaba en esa zona del estadio.
Con enorme categoría, Alexis Mac Allister la colocó junto al poste izquierdo. Alexander Domínguez fue para el otro lado. Igual ocurrió con el tiro de John Yeboah para anotar el primer penal de Ecuador. Gonzalo Montiel marcó el suyo y dejó 3 a 1 el marcado, pero Caicedo le dio fuerte al medio y vulneró la resistencia de Dibu.
Entonces, todo le quedó servido a Nicolás Otamendi, para meter a la Argentina en las semifinales. El remate del hombre de Benfica fue esquinado, al poste derecho de Domínguez, que acertó el lado, pero no pudo sacarlo.
Ya después del partido, Martínez estaba sin voz. Agradeció a los miles de argentinos que acompañan a la selección, ahora por los Estados Unidos. También a su familia. “Les dije a los chicos que no estaba listo para irme a casa. Por más que somos campeones del mundo y de América, este grupo se merecía seguir. Hace 35 días estamos encerrados acá, con toda la gente y me emociona”, dijo.
Y sobre nueva noche de gloria, señaló: “Trabajo para eso, me tiró 500 veces en el día en el entrenamiento, me mantengo siempre bien, trato de estar en mi mejor nivel para esta selección. Yo creo que el país se lo merece, la gente que gasta dinero en venir a vernos. Se me pierde la voz de la emoción. Perdí la voz de gritar. Estoy orgulloso, quiero seguir creciendo como arquero y como persona”.